Camila López- Estudiante de comunicación social , Uniminuto Suroccidente
Luis Alfredo Garavito, el tristemente célebre ‘Monstruo de Génova’, ha fallecido este jueves 12 de octubre en una clínica de Valledupar, donde cumplía una condena de 40 años por el asesinato y abuso de casi 200 niños en Colombia. Este individuo, conocido por su macabra notoriedad como asesino y violador de menores, fue capturado en 1999 y posteriormente condenado por los horrendos crímenes que perpetró contra niños y adolescentes.
El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) confirmó el deceso de quien fue considerado el peor criminal condenado en Colombia por sus despiadados actos en perjuicio de los más vulnerables: los niños y jóvenes. Garavito falleció en la clínica Nueva Santo Tomás del Caribe alrededor de la 1:00 p. m. de este jueves, donde fue trasladado tras sufrir un agravamiento de su salud que no podía ser tratado dentro de la prisión.
Conocido como ‘La Bestia’, Garavito cumplía su condena por diversos delitos, entre ellos actos sexuales violentos, homicidios, acceso carnal violento, secuestros simples e incendio culposo. Hace más de tres años, le diagnosticaron leucemia linfática crónica, lo que le causó la pérdida de uno de sus ojos. En abril de este año, se difundieron imágenes que revelaron su deteriorado estado de salud debido a esta enfermedad y otras afecciones relacionadas.
Según fuentes de EL COLOMBIANO, el criminal murió de causas naturales, debido a las múltiples complicaciones de salud que padecía.
Garavito confesó ante la Fiscalía su responsabilidad en la muerte de aproximadamente 182 niños en 11 departamentos de Colombia y proporcionó información sobre la ubicación de los restos de aquellos que aún no habían sido encontrados. Sus víctimas eran mayoritariamente niños de familias desfavorecidas, huérfanos o en situación de calle. Su modus operandi consistía en atraer a los menores ofreciéndoles comida, dulces o dinero para ganarse su confianza y luego llevarlos a lugares aislados, donde los abusaba y asesinaba.
Este individuo, visiblemente debilitado, con la pérdida de un ojo y un cáncer avanzado, pasó sus últimos días de vida en la prisión de máxima seguridad de La Tramacúa en Valledupar.