Por: Diego Alejandro López.
Reportes de la Administración Espacial Aeronáutica de Estados Unidos (NASA), tomados antes y durante las cuarentenas, demostraron una notable reducción de concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) sobre la superficie, hasta de un 25% en China e Italia, donde los indicadores aparecían en naranja.
El Índice de Calidad del Aire de Bogotá (IBOCA) de la Secretaría Distrital de Ambiente, registraba en sus 17 estaciones una reducción considerable de material particulado durante la cuarentena. Anteriormente, la mayoría de los indicadores de la calidad del aire fluctuaban entre amarillo y naranja, equivalente a regular y mala, y durante la cuarentena los indicadores se mantuvieron entre moderado y favorable.
Mapa de estaciones de monitoreo IBOCA, correspondiente a 22 de febrero del año 2019
Mapa de estaciones de monitoreo IBOCA, correspondiente a 29 de octubre del año 2020
Se creía que con la llegada del Covid 19 la naturaleza recobraría su espacio; la visita de todo tipo de organismos silvestres a las ciudades ofrecía una positiva impresión de la problemática global, pero ¿es realmente benefactora la pandemia para el medio ambiente?
Reactivación económica
Debido a las cuarentenas la economía global se vio por el piso, en Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) registró un desplome de la economía de hasta el 15.7% en el mes de agosto, a tan solo 6 meses de la llegada del virus al país.La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido en que sin la existencia de una vacuna será casi imposible controlar la pandemia, cuya disponibilidad se espera para mediados de 2021. Los gobiernos se han visto obligados a reactivar sus economías, dejando a un lado las estrictas cuarentenas, normalizando protocolos sociales de seguridad como la utilización de guantes, cubre bocas, caretas, trajes, antibacteriales y desinfección.
Impactos de producción y consumo
Nuevas y antiguas industrias fabricantes de productos de protección personal, vieron una oportunidad con la llegada del Covid: millones de estos productos se comercializan, e incontables equipos de protección biológica son fabricados diariamente, elementos que, al igual, son desechados de manera desmedida. Para su fabricación se utilizan principalmente polímeros como látex y tela, en ocasiones derivados del petróleo.
Cada año, a los océanos ingresan 8 millones de toneladas de plástico; hoy, a casi un año del primer caso de Coronavirus, se registran en el fondo de los océanos innumerables unidades de guantes y mascarillas, que amenazan al ecosistema y contribuyen a la propagación de la pandemia, fenómeno que grupos ambientalistas denominan La nueva contaminación.
En Francia, el grupo ambientalista Operación Mar Limpio compartió videos que muestran la irresponsabilidad de la humanidad al manipular estos elementos de bioseguridad arrojándolos al océano. “¡Pronto habrá más mascarillas que medusas en el Mediterráneo!”, aseguró Laurent Lombard, fundador de la ONG Operación Mar Limpio.
No futuro cercano
Una mascarilla quirúrgica puede tardar en degradarse hasta 100 años; en el caso de los guantes de látex es peor, porque pueden perdurar hasta 400 años sobre la superficie de la tierra. Los colombianos del común cambiaron su cotidianidad debido al miedo producido por el virus. Las bolsas plásticas se convirtieron en objetos de un solo uso, mientras que antes se utilizaban para diversas funciones. Se solía almorzar o cenar en restaurantes, con cubiertos metálicos y platos de porcelana; hoy en día, la comida preparada a domicilio es la mejor opción para sentirse seguro, y ello aumenta el uso de objetos desechables.
¿Las nuevas generaciones serán conscientes de este hito histórico por el que está pasando el mundo en pleno 2020? Además de registros bibliográficos e historias, La nueva contaminación será una cápsula del tiempo que reflejará la irresponsabilidad del ser humano, y una memoria de un pasado oscuro con la que tendrán que convivir por varios siglos.
Resta esperar que las generaciones futuras aprendan de estos errores y puedan contrarrestar la decadencia del deteriorado mundo que se les dejará como herencia; también que los contemporáneos puedan entender que, además de vivir una crisis de la humanidad, la mayor crisis es para el planeta.