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Huertas Urbanas: un cultivo de resistencia

'Somos Uno' es una organización comunitaria ambiental que gesta y acompaña el proceso de huertas urbanas.

Por: Juliana León.

La Ciudadela Colsubsidio es un barrio ubicado al Noroccidente de Bogotá en la localidad de Engativá, cercado por una de las estructuras ecológicas más importantes de la ciudad, por su cercanía a los humedales Tibabuyes, Jaboque y Tibaguya, que no se encuentra reconocido oficialmente. Allí nacen cerca de 10 huertas urbanas ubicadas en diferentes parques, dentro de las cuales se gestan mensualmente 4 toneladas de desechos orgánicos que posteriormente se convertirán en compostaje natural que sirve de abono para las huertas. 

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Este proceso inicia en 2014, cuando se crea Somos Uno, una organización comunitaria ambiental que gesta y acompaña el proceso de huertas urbanas. Entre ese año y 2015 surge la primera huerta que recibió entre 5 y 10 familias que cuidaban de la huerta y de las pacas digestoras. Frente a una serie de construcciones que lleva a cabo el Acueducto de Bogotá, que afectan a los humedales que rodean el barrio, una suma de personas se unieron a las huertas que abren camino entre los parques de la ciudadela Colsubsidio. 

Laura Peña, integrante de la organización Somos Uno, afirma: “La rabia e impotencia de la comunidad ante la destrucción de los humedales, se ha canalizado en las huertas de manera positiva; creo que en los dos últimos años se ha potenciado la creación de más puntos”. Como lo menciona Laura, las huertas, el fundamento para la generación de comunidades eco-resilientes, también ha permitido generar una apropiación del territorio que nunca antes había estado presente en el barrio. 

Juan Tybabuyes, director de la organización, sostiene: “Las huertas son construidas por la comunidad; nosotros solo acompañamos el proceso con diferentes actividades que unan y generen vínculos dentro del barrio, como hacer resistencia a la desconexión a la que nos acostumbró la ciudad, eso es lo que buscamos en Somos Uno”. Las huertas se han convertido en una excusa de encuentro de la comunidad, que con el tiempo estableció interacciones entre vecinos de la Ciudadela y de barrios cercanos que llegaban atraídos por las huertas. 

Estos espacios, fuente de resistencia y unión entre la comunidad del barrio, han servido como centro de eventos culturales, muestras artísticas, talleres para niños y adultos, además del continuo aprendizaje sobre los humedales y los recorridos ecológicos de reconocimiento del territorio. Tzitzi Barrantes, una integrante que se vinculó a las huertas hace alrededor de un año señala: “Nos une la vida; las huertas se convierten en la excusa de encuentro; puede que todos seamos diferentes, pero encontramos la forma de repensarnos esto”. Las huertas se convierten en espacio de resistencias donde cohabitan diversidad de posturas y percepciones, y donde la lucha por la preservación de los ecosistemas decantó la unión de colectivos que reconocen su barrio de maneras diferentes, que como menciona Tzitzi “son una escuela viva”

Las huertas urbanas cosechan un sinfín de logros positivos, como el aprovechamiento de toneladas de residuos que no terminarán en el relleno sanitario Doña Juana, la educación ambiental y la existencia de espacios culturales que descentralizan el arte en la ciudad, la comunicación activa y relacional entre los habitantes del barrio y el cuidado de las especies nativas de los humedales que se han visto afectadas por las construcciones. Las huertas dan cosecha y siembran raíces comunitarias.

| Nota del editor *

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