Por: Daniel Rojas Chía
Luego de transitar exitosamente por tres películas, regresa uno de los personajes de acción más importantes de nuestro tiempo, que ahora estrena su cuarta entrega. La primera llamada John Wick 1 fue estrenada en 2014, y su protagonista, Keanu Reeves, no estaban entonces en su mejor momento, pero decidió participar luego de que su doble de acción, Chad Stahelski, lo convenciera de hacerlo.
El estadounidense Chad Stahelski dirige por cuarta vez la dirección de esta saga a fin de culminar la historia del asesino más implacable del cine, que regresa para desafiar por última vez a la Alta Mesa durante casi tres horas.
Estas películas no brillan por su trama, sus intrincadas narraciones o sus personajes complejos y demasiado construidos. La línea narrativa de la cinta es similar, se trata de John Wick, La Alta Mesa y la importancia de los perros en su vida y la memoria de su esposa.
La película desarrolla un concepto que en ocasiones satura y se convierte en algo monótono y repetitivo, pero cuando la acción como espectáculo focaliza la trama y se encarga de darle un ritmo, acompañado de desenfrenadas imágenes construidas con toda la intención de entretener, John Wick 4 logra que afirme personalmente: ¡Al carajo el argumento!
Es una obra maestra del cine de acción que termina de consolidar un personaje que ya es un ícono del género, que entre puños, pistolas y cuchillos logra entretener a granel sin decaer en una avalancha de imágenes que pueden parecer excesivas, pero que gracias a la presencia en pantalla del actor nacido en el Líbano, no desentona en ninguna de sus largas y elaboradas secuencias de acción.
Las armas, los personajes que siempre lo acompañaron en su búsqueda, los perros y su tradicional traje de kevlar y corbata, hacen de John Wick un personaje inconfundible, y que sin duda deja una impronta para el cine. También es admirable el estilo que Derek Kolstad creó escribiendo esta historia con la rítmica dirección en la acción de su director Chad Stahelski.
Las cámaras en planos secuencias que casi no utilizan cortes, hacen que la acción sea más orgánica y mucho menos coreografiada, que se asemejan al ritmo de un video juego, pasando de pantalla a pantalla con retos cada vez mayores. La destreza del director no termina allí, pues entrega secuencias impresionantes que alejan la cámara del piso para mostrar el entorno, en demostración de coordinación y acción pura que no deja ningún detalle al azar.
Las armas que complementan las escenas son propicias para sumarle al espectáculo y al despliegue físico de los involucrados, en especial a su protagonista, que con pericia hace buen uso de armas cortantes y de fuego para continuar.
John Wick 4 es una conclusión épica a este camino que no necesitó complicarse con tramas intrincadas, que con una narración lineal entretiene, angustia y permite sentir el dolor ajeno que sale constantemente de la pantalla. Además, de ver la ultima película del difunto Lance Reddick. Una película obligada para los amantes del género de acción, para acompañar a Jonathan Wick a encontrar su redención.