Por: Karol Melissa León Pérez
La renuncia masiva en la Revista Semana de hace unas cuantas horas ha causado infinidad de reacciones por seguidores fieles a este medio y colegas del periodismo. Quizá suene algo descabellado pensar que algo así se veía venir desde la salida de los Danieles y la frustración por parte de la revista al intentar reemplazar la tendencia que siempre atraía este dúo; sin embargo, es lógico irse por esta creencia, ya que no sólo es una realidad que se comenta en redes sino también es un hecho que ha marcado a todos los fieles lectores del buen periodismo.
Las renuncias a Semana hablan por sí solas. El “adiós” de los escritores como Antonio Caballero, Rodrigo Pardo, Alejandro Santos, María Jimena Duzán y demás colegas de Semana, fue un discurso mejor estructurado y recitado a través de un acto de renuncia, el cual tuvo un mayor impacto y atención a diferencia de que hubieran realizado un escrito impecable para anunciar su postura. El esfuerzo por seguir la corriente de ser honestos con su propia pasión es profundo, y muchos eligen expresarlo con sus palabras más profesionales, pero en algunas ocasiones (como en este caso) un hecho colectivo habla más que 11 periodistas juntos.
Estos días son grises para algunos; no obstante, quiero poner sobre la mesa la luz de esperanza que me generó un tweet de la cuenta oficial de los Danieles en Twitter, en el que mencionan la importancia de la devoción por este oficio, aún sin un salario como el que tenían, pero sí con una independencia que ahora caracteriza a los exempleados de Semana. La pregunta al final de este comentario va dirigido hacia la cuenta de María Jimena, una clara invitación para que esta mujer (y espero en un futuro a más colegas tan brillantes) pase a ser parte de los periodistas que se refugian en sus lectores con un periodismo que valga la pena leer.
¿Sonará muy fantasioso creer en el ideal de un nuevo equipo de escritores en pro del periodismo que necesita Colombia? Porque si es así, soy la primera fanática en la lista para ver este nuevo rumbo de la montaña rusa con estos pasajeros a bordo, quienes no sólo obtienen mi respeto sino también mi admiración, lo cual me inspira a hacer fila para la siguiente ronda el día de mañana.