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La capital de las palomas

Vía 

Por Karen Lizeth Morera y Jennifer Guerrero

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Las palomas son el símbolo de la paz y, por ende, un animal inofensivo. Pero para aquellas personas que las tienen de forma permanente en el balcón de su ventana o sobre sus techos escuchando sus murmullos y aguantando las manchas de sus abundantes excrementos, son una plaga que atenta contra su comodidad y salud.

Bogotá es la ciudad más poblada de Colombia. Además de ser la capital del país, sufre sus propios problemas de pobreza y recibe a población desplazada de los demás territorios. Sumado a eso, desde hace varios años, Bogotá ha presentado un problema tanto ambiental como sociocultural. La proliferación de palomas ha crecido considerablemente los últimos 10 años, causando debates al interior de la administración distrital sobre la posibilidad de crear normatividad dirigida a la gente que las alimenta o vende comida para aves.

Esta necesidad tiene origen en la cantidad de palomas en la ciudad. Según un estudio realizado por la Universidad de la Salle, alrededor de 500 mil aves están instaladas en Bogotá, las cuales transportan virus, bacterias y enfermedades que pueden ser letales para personas con bajas defensas como las portadoras de VIH o que sufren de diabetes, cáncer, entre otras enfermedades.

Sin embargo, este debate ha causado gran indignación e inconformidad entre los vendedores ambulantes de maíz, pues es su único ingreso para poder sobrevivir en la capital. Esto se suma a un factor sociocultural, pues alimentar a las palomas es una de las actividades culturales y familiares más frecuentes en la ciudad.

En un día festivo, se pueden reunir más de dos mil palomas en la Plaza de Bolívar. Eso afirma Gloria, una señora de 60 años de edad, baja en estatura y con algunas arrugas cubiertas por sus gafas. Ella hace parte de las decenas de vendedores de grano para alimentar a las palomas.

Gloria trabaja en la Plaza de Bolívar desde hace más de 10 años; normalmente, trabaja desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Su mercancía la guarda en bolsas de basura, y además de vender los granos, ayuda para que las palomas posen para las fotos y se pongan en las manos de sus clientes, pues las familias ven este acto como algo cultural.

Juan Carlos, otro vendedor de maíz, lleva la mayor parte de su vida trabajando como maicero en la plaza. Su mamá y toda su familia han trabajado allí por más de 30 años, actividad que representa el único ingreso para su familia. Juan Carlos tiene 25 años, no terminó el bachillerato y se moviliza todos los días desde su hogar, ubicado en el 20 de Julio, hasta la Plaza de Bolívar. Así como Gloria y Juan Carlos, existen decenas de maiceros que no aprueban la propuesta de prohibirles la venta de su producto.

Las palomas se reproducen rápidamente. A los 10 días de aparearse con el macho, la hembra pone dos huevos que, a las cuatro semanas de nacidos, salen de su nido para aparearse y seguir reproduciéndose. Según la Secretaría de Salud, estos animales pueden transportar múltiples enfermedades como la Salmonelosis, la Criptococosis y la Psitacosis, relacionadas con infecciones pulmonares y con problemas digestivos. Cuando llueve, las palomas aprovechan para lavarse y acicalarse debajo de sus alas, recogiendo incontables virus del asfalto.

Pero existe una posibilidad que puede, de algún modo, beneficiar ambas partes. La Administración Distrital dio a conocer una estrategia de control que apunta a frenar su proliferación, en la que trabajan entidades como el Instituto Distrital de Patrimonio (IDCP) y las Secretarías de Salud y Ambiente. Todas recomiendan un plan integral que incluye medidas anticonceptivas, control de nidos e instalación de palomares. Esto beneficiaría a todos; los vendedores ambulantes de grano no perderían su trabajo y se preservaría la población de palomas sin erradicarlas de un momento a otro.

No obstante, aún queda abierta la polémica del impacto ambiental que causa el excremento de estos animales, pues es tóxico y puede llegar a corroer materiales metálicos; tanto que, si la densidad de palomas es alta, puede acabar con zonas verdes.

| Nota del editor *

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