Por: Daniel Rojas Chía
Son incontables las películas que se refieren a exorcismos en el cine, teniendo como punto de partida El Exorcista, clásico de 1973 dirigido por William Friedkin el cual le dio la referencia a casi todo lo demás que se hizo sobre ese tema.
El director de cine alemán Daniel Stam, con una importante trayectoria en esta temática con películas como 13 pecados (2014), o El último exorcismo (2011), en esta ocasión presenta su más reciente trabajo Prey for the Devil, o La luz del Diablo, como se la llamó en América Latina.
La cinta cuenta la historia de la hermana Ann, (Jacqueline Byers), una inquieta joven de 25 años que cree haber encontrado en los exorcismos su vocación, actividad que no tiene permitida por ser mujer, y es por eso que está en desacuerdo con las tradiciones de la institución eclesial. Con el apoyo de un mentor, (Colin Salmon) un profesor que siente el don especial de Ann, le permite observar este ritual mientras entrenan a otros, pero la curiosidad de la hermana va más allá.
El deseo de demostrar su valentía le da una oportunidad cuando conoce a uno de los pacientes más perturbados de la escuela. Durante sus paranormales encuentros, la hermana Ann se encuentra cara a cara con una fuerza demoniaca que infesta la escuela y que tiene lazos misteriosos con su propio pasado.
Gracias a las numerosas películas alrededor de esta temática, ya se dan muchas características por hecho, desde la manera de mostrar los sobresaltos, hasta el modo en que los “demonios” se hacen presentes en la historia. Es por esto que una cinta de esta temática debería abordar una tensión más elaborada, como en El exorcismo de Emily Rose (2005) dirigida por Scott Derrickson, que, aunque logra sobresaltos, no sorprende.
Ann tiene un perfil interesante y desgarrador, que ayuda en ciertas partes de la historia a impulsar el ritmo de la película, que muchas veces decae por la excesiva propaganda católica de sus personajes, dejándole pocos caminos a la protagonista para transitar, en tanto que el conflicto se centra en un desenlace que se intuye con facilidad.
La historia pierde vigor, en mi opinión, cuando se desperdician recursos que se pudieron aprovechar de mejor manera, ya que este “demonio” transita en diferentes cuerpos y uno de los dos puntos de giro de la cinta se diluyen débilmente con la misma protagonista.
Aun así, la película tiene puntos notables por los efectos especiales y el maquillaje, con una subtrama interesante y temas que hubiera valido la pena profundizar más como la culpa, el reconocimiento del perdón y la propia aceptación.
Una cinta que tiene uno que otro sobresalto interesante y que por pasajes le ofrece acción al espectador, que proporciona una hora y treinta y tres minutos de un terror light para acompañar con palomitas y luego ir a la cama con tranquilidad en la noche.
