Por: Daniel Peña
Con un fondo azul, una sudadera que tapa su cuerpo de 1,35 cm de altura, iluminado por más de 100.000 Leds y rodeado por sus competidores, así recibía Nelson la primera medalla de oro de las justas, que solo sería la cereza sobre el pastel. Con una sonrisa que se podía ver bajo su tapabocas y esa satisfacción de haber logrado sus metas, daba un beso y entonaba el himno y así se volvía el director de la orquesta colombiana en Japón. Pero solo él sabía lo que pasaba por su cabeza en ese momento.
¿Quién lo motivo para dedicarse a la natación y algún día ganar una medalla, como en esta ocasión?
Nelson Crispín: Ya son casi 15 años que empecé, acompañaba a mi hermano a un curso de la policía y allí estaba el entrenador William Jiménez, él ve mi discapacidad y me dice que vaya más seguido, que hay un nuevo grupo de deportistas para los paraolímpicos. Ahí empezó todo.
¿Cómo ha sido su proceso desde Rio, donde ganó tres medallas en diferentes modalidades?
N.C: Desde que terminó Rio, nos enfocamos en mejorar cada una de las pruebas, miramos los errores que tuvimos y trabajamos sobre ello. Llegó la pandemia, nos tocó entrenar en casa y después de permisos y mucho tiempo, nos dieron prioridad en Bucaramanga para entrenar y fue como mejore para esta ocasión.
En este punto de la entrevista está la clave del éxito de Nelson, como si fuera un tiburón Mako que, cuyo animal acuático alcanza a medir entre los 3.5 y 4 metros de longitud, de una contextura robusta, macizo y muy hidrodinámico convirtiéndolo en el animal marino más rápido del mundo. Así se veía y se sentía a Crispín, en la carrera que ganó y además rompió récord.
¿Fue fácil llegar hasta este momento?
N.C: No. Yo no sabía nada, le tenía miedo al agua y nunca había nadado. Con el profe y muchos entrenamientos, fue paso a paso que perdí el miedo, hasta usando flotadores y barras de flotación. Comenta entre risas.
¿Qué sintió cuando recibió la medalla y la vio colgada en su pecho?
N.C: Me sentí feliz, contento, muchos años trabajando por esta medalla y se me dio la oportunidad. Agradecido con todos, mi familia, los preparadores, todos.
Alzando las manos en forma de agradecimiento por los aplausos, en este momento exacto podemos insinuar un poco los pensamientos de Nelson y nos remontamos a su niñez. Nelson Crispín nacido en 1992 en Florida Blanca, tuvo una niñez como cualquier niño que sueña con ser bombero o futbolista, estudiando en el colegio Normal superior de Piedecuesta, uno de sus sueños era ser policía, pero por su condición era imposible cumplir ese anhelo; para poder entrar tuvo que hacer unas pruebas y una de ellas era en la piscina y allí fue donde empezó su amor por la natación, en ese momento conoció a William Jiménez quien es su actual entrenador.
Al principio no lo tomaba muy en serio, como todo niño; pero en ese momento de mi vida estaba en la etapa de la aceptación de mi discapacidad, entonces me refugié en el agua y me ayudó a salir del mundo de la baja autoestima, la natación me hizo sentirme feliz y bien conmigo mismo
Una de sus mayores virtudes es la disciplina, que ha construido a través de los años, con una rutina muy exigente que empieza de 6:00 a.m. a 8:00 a.m. y que termina en las tardes de 5:00 p.m. a 8:30 p.m. Para tener una carrera exitosa como deportista es importante tener esa química con la pasión y Crispín, es el claro ejemplo de esto.
Pero no todo ha sido felicidad para el medallista, a causa de su enfermedad, el Santandereano buscó varias soluciones para tratar de ganar un poco de estatura y una de ellas fue el baloncesto, pero no veía resultado, además era muy incómodo para él, tener que viajar en autobús para ir a sus entrenamientos, pues para subirse, tocar el timbre para bajarse y asistir solo, era sentir como lo observaban los demás, eran experiencias muy agotadoras para él.
La manera como Nelson cuenta estos momentos, hace sentir la misma sensación de cuando se es joven y un gran barro en la pubertad aparece en lo más puntudo de la nariz y se piensa que todo el mundo lo juzga y rechaza.
Recordando un poco a Michael Phelps, rompiendo récords en Rio 2016, siendo el mayor ganador de medallas de la competencia con 28 de ellas, más preseas de oro individual y más medallas de oro olímpicas masculinas en la historia de la competencia. Pero detrás de todo los récords y victorias del nadador, también hay una historia con dificultades, pues Michael sufre de TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad), una enfermedad que en su niñez no le permitió llevar una educación como sus demás compañeros de clase.
Todo lo anterior lleva a pensar que Nelson Crispín podría ser nuestro Michael Phelps, un hombre que siempre puso frente a los retos y llegó a hasta lo más alto en la historia de Colombia cargando con él, todas esas dificultades y llevándolas a lo más alto del podio.
Es increíble pensar que una persona con una condición tan difícil y notoria, logra superar sus dificultades y utilizarlas a su favor, cómo el mismo Nelson comenta con seriedad y frunciendo el ceño: “debemos proponernos metas que logremos sobrepasar”.
Para finalizar, Crispín lleva a pensar que, en un público que es despiadado, que olvida en un segundo sus ídolos, los arrastra por el piso, les niega una segunda oportunidad y desprestigia lo que han logrado; Podría tomarse como inicio de partida para restructurar el pensamiento sobre estos personajes que brotan en el país a diario.