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“No hay nada que perder con la paz y en cambio sí todo con la guerra”

Así lo dijo el papa Pío XII, en la alocución que dirigió a lo líderes del mundo a tan sólo una semana del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y en el que advirtió que aunque “el peligro era inminente”, “aún quedaba tiempo” y concluyó asegurando: “No hay nada que perder con la paz y en cambio sí todo con la guerra.”

Durante la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pio XII luchó contra Hitler y ayudó a un número sustancial de perseguidos gracias al sistema de ayuda humanitaria que la Iglesia Católica puso en marcha. En 1939, escasos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el Papa Pío XII intentó, mediante un plan para preservar la paz, conseguir mediar entre unas potencias europeas que estaban ya al borde de la Guerra. Sus esfuerzos no dieron resultado.

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“Ante esta enorme tragedia, esta atrocidad, la indiferencia no es admisible y la memoria es un deber”. Es esta la afirmación que hizo ayer el Papa Francisco al final de la oración mariana del Ángelus en la víspera del 75 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau. El Papa también invitó a todos los fieles presentes, pero también a los que seguían la transmisión desde casa, a “hacer un momento de oración y de recogimiento, diciendo cada uno en su propio corazón: ¡nunca más, nunca más!”.

El 27 de enero de 1945, el Ejército Rojo entró en el campo de Auschwitz, liberando a más de 7.000 supervivientes. Desde mediados de 1942, los nazis habían deportado sistemáticamente a los judíos de toda Europa a seis grandes campos de exterminio: Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor y Treblinka.

Ese sábado las tropas soviéticas entraron con precaución en Auschwitz, y según el relato de Primo Levi, uno de los sobrevivientes más famosos, estaba en un hospital de campaña con fiebre escarlatina cuando llegaron los libertadores.

Aquellos hombres lanzaron “miradas sorprendentemente avergonzadas a los cuerpos amontonados, a los refugios destrozados y a los pocos que quedábamos vivos”. “No nos saludaron ni sonrieron; parecían angustiados no solo por compasión sino por… el sentimiento de culpa de que tal crimen hubiera existido”.

“Vimos gente demacrada, torturada y empobrecida”, dijo el soldado Ivan Martynushkin sobre la liberación del campo de exterminio. “Podríamos decir por sus ojos que estaban felices de ser salvados de aquel infierno”.

Cuando los nazis llegaron al poder en 1933, comenzaron a despojar a los judíos de todas sus propiedades, libertades y derechos recogidos por la ley.

Tras la invasión alemana de Polonia en 1939, los nazis comenzaron a deportar judíos desde Alemania y Austria hasta Polonia, donde crearon guetos para separarlos del resto de la población. En 1941, durante la invasión alemana de la Unión Soviética, los nazis comenzaron en serio con su campaña de exterminio.

En menos de cuatro años, los nazis asesinaron a al menos 1,1 millones de personas en Auschwitz. Los nazis se referían a su invasión como una guerra racial entre Alemania y el pueblo judío, así como con la población eslava y los gitanos.

A finales de 1941 habían matado a 500.000 personas, y en 1945 habían asesinado a unos dos millones de los que 1,3 millones eran judíos.

¿Cómo funcionaba Auschwitz?

Personas de toda Europa fueron hacinadas en trenes sin ventanas, baños, asientos ni comida para ser transportadas a Auschwitz. Allí eran clasificados entre quienes podían trabajar y quienes serían asesinados de inmediato.

Al último grupo se le ordenaba desnudarse y se los enviaba a las duchas para “despiojarse”, un eufemismo utilizado para las cámaras de gas.

Los guardias del llamado “Instituto de Higiene” arrojaban entonces gránulos de gas Zyklon-B en las cámaras selladas y esperaban a que la gente muriera. Demoraba unos 20 minutos. Los gruesos muros no podían ocultar los gritos de las personas asfixiándose en el interior.

Otros prisioneros conocidos como Sonderkommandos -generalmente judíos obligados a trabajar para los guardias y no ser asesinados- retiraban el cabello, los dientes, anteojos y extremidades artificiales de los cadáveres antes de arrastrarlos a las incineradoras. Las cenizas de los cuerpos eran enterradas o utilizadas como fertilizante.

Las pertenencias de las víctimas se llevaban entonces para ser clasificadas a una parte del campo conocida como “Canadá”, llamada así porque el país era visto como una tierra de abundancia.

¿Quiénes fueron las víctimas?

Los guardias de las SS intentaron ocultar sus crímenes cuando se aproximaron las tropas soviéticas. Intentaron destruir sus extensos registros de prisioneros, lo que dificulta cuantificar con exactitud el número de víctimas.

Desde entonces, estudios académicos coinciden en que cerca de 1,3 millones de personas llegaron a Auschwitz. Alrededor de 1,1 millones de ellos murieron allí.

Judíos de toda la Europa controlada por los nazis suponían la gran mayoría de las víctimas. Casi un millón de judíos fueron asesinados en Auschwitz. Un ejemplo específico fue la población judía de Hungría. En solo dos meses, entre mayo y julio de 1944, Hungría transportó a 437.000 judíos a este campo de concentración. Decenas de miles de judíos húngaros eran enviados a Auschwitz cada día. Tres de cada cuatro fueron asesinados a su llegada.

Unos 75.000 civiles polacos, 15.000 prisioneros de guerra soviéticos, 2.000 gitanos, así como homosexuales y prisioneros políticos fueron también ejecutados por el Estado alemán en el complejo de Auschwitz.

¿Qué pasó cuando Auschwitz fue liberado?

Las autoridades alemanas ordenaron detener los gaseos y destruir las cámaras de gas y los crematorios a finales de 1944, a medida que las tropas soviéticas avanzaban hacia el oeste.

La reserva de objetos de valor robados que se almacenaban en el sector de Canadá se envió a Alemania poco después.

Decididos a borrar la evidencia de sus crímenes, los nazis ordenaron a las decenas de miles de prisioneros que quedaban marchar hacia el oeste a otros campos de concentración, como Bergen-Belsen, Dachau y Sachsenhausen.

Los que estaban demasiado enfermos para caminar se quedaron atrás. Todos los que se retrasaron en la marcha fueron asesinados.

Las fuerzas soviéticas solo encontraron a unos pocos miles de sobrevivientes cuando entraron en el campo de concentración de Auschwitz el 27 de enero de 1945, además de cientos de miles de prendas de ropa y varias toneladas de cabello humano.

Los soldados recordaron años después cómo tuvieron que convencer a algunos sobrevivientes de que los nazis realmente se habían ido.

Elie Wiesel dijo durante un discurso para conmemorar el 50 aniversario de la liberación que los crímenes nazis en Auschwitz “produjeron una mutación a escala cósmica, que afecta los sueños y los esfuerzos del hombre”. “Después de Auschwitz, la condición humana ya no es la misma. Después de Auschwitz, nada volverá a ser lo mismo”.

Fuentes: Vaticano News -DW- BBC

| Nota del editor *

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