La reserva Van Der Hammen es, sin duda, un tesoro ambiental para nuestra ciudad que ha sido visto y querido por nuestro alcalde mayor Enrique Peñalosa (desde su anterior mandato en el año 1999), para convertir ese “pulmón” de la capital de una zona de uso rural a uno suburbana.
El alegato de peso por parte del alcalde para modificar el trazo de la reserva es el de construir vías que permitan una mejor movilidad y garanticen un transporte público óptimo para la ciudad de Bogotá. Muchos medios aseguran que el interés corre más por parte de los constructores, los cuales desean favorecer su bolsillo, idea razonable; pues a fin de cuentas fueron ellos quienes financiaron la campaña de Peñalosa.
Ahora se espera la entrega de la propuesta para redelimitar la reserva a la CAR (Corporación Autónoma Regional), la cual, de ser avalada; tendría función de cumplimiento para el año 2018, igualmente se aguarda el pronunciamiento del Ministerio de Ambiente quien hará los ajustes correspondientes a este proyecto.
Se debe pensar cómo colaborar en el crecimiento de una Bogotá sostenible, la cual necesita extenderse para soportar la población de los años futuros sin que se perjudique el ecosistema de la sabana y los exteriores de la ciudad. Pensando en esto, lo mejor es habilitar ciertos suelos, siempre y cuando se protejan los humedales y bosques de la ciudad, concientizando a los habitantes de la importancia que estos realmente tienen.
La Van Der Hammen tiene un ecosistema clave para la ciudad, el cual se debe proteger con la expectativa inquietante de lo que el otro año se decida hacer con ella. Es importante conservar nuestra riqueza verde, siendo conscientes de que esta reserva conecta los principales ecosistemas de la sabana de Bogotá, y es por eso que es trabajo de todos el estar dispuesto a seguirle los pasos al proceso que se lleva acabo con nuestra reserva.