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Nobel para la libertad de prensa y el valor de los periodistas

La periodista filipina María Ressa y el ruso Dmitry Muratov recibirán el Premio Nobel de la Paz 2021 por su lucha en defensa de la libertad de expresión y los derechos humanos en Filipinas y Rusia, anunció el Comité Nobel noruego, con sede en Oslo.

El perfil de los premiados.

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María Ressa, condenada por Calumnia en 2020

Nacida el 2 de octubre de 1963 en Manila, perdió a su padre cuando tenía solo un año y su madre emigró a Estados Unidos, dejándola junto a su hermana al cuidado de sus abuelos. Con diez años, su madre se la llevó a Nueva Jersey, donde se había casado con un italoamericano que le dio el apellido. Allí empezó a formarse y acabó en la Universidad de Princeton, donde estudió biología molecular, teatro y literatura. Con una beca Fulbright, regresó a mediados de los años 80 a Filipinas para cursar teatro político en la Universidad Diliman.

Tras trabajar en la cadena estatal de televisión PTV 4, fundó su propia productora en 1987 mientras dirigía la corresponsalía de la CNN en Manila hasta 1995. Durante los siguientes diez años, se trasladó con esta misma televisión a Yakarta y se especializó en temas de investigación y terrorismo. Además de dar clase en prestigiosas universidades y escribir en medios como The Wall Street Journal, ha publicado dos libros sobre el yihadismo en el Sudeste Asiático. En 2012 creó Rappler, que comenzó como un pequeño medio con una docena de periodistas y hoy cuenta con un centenar y es una de las páginas de noticias más seguidas y respetadas de Filipinas. Pero también es la más perseguida por el poder, como demuestran el acoso que sufre en los tribunales y este Nobel de la Paz para su fundadora.

El primer Nobel de Filipinas, ha denunciado una de las mayores vergüenzas de su país: el creciente autoritarismo que sufre bajo el mando del presidente Rodrigo Duterte y su salvaje guerra sucia contra la droga, que ha dejado más de 6.000 muertos en las calles desde julio de 2016.

Fundadora del popular portal de noticias Rappler, Ressa tras el anuncio del comité del Nobel en Oslo, que otorga a los ganadores un millón de dólares, confesó “ estoy en estado de shock” en una retransmisión en vivo de su propia página web.

Mientras aguarda la apelación contra su condena por ciberlibelo, que puede llevarla a la cárcel entre seis meses y seis años, la periodista filipina recibe con este galardón el más sólido apoyo internacional frente al acoso legal del Gobierno de Duterte. Junto a dicho caso y otro que fue sobreseído en agosto, Ressa se enfrenta a siete denuncias por sus informaciones críticas con el poder y, sobre todo, con la corrupción reinante en Filipinas.

Aunque la acusación por la que condenada en junio de 2000 fue interpuesta por el empresario Wilfredo Keng, detrás se aprecia la mano de Duterte, quien no ahorra esfuerzos por cerrarle su medio de comunicación. Muy seguido en Filipinas, pero atacado diariamente por un Ejército de troles en internet, Rappler tiene por delante también una denuncia por evasión de impuestos porque el Gobierno está haciendo todo lo posible por retirarle su licencia.

Pero Ressa, que tiene entre su equipo de abogados a Amal Clooney, esposa del famoso actor, sigue batallando no solo contra los desmanes de Duterte, sino también contra las informaciones falsas que inundan internet. Una cruzada que la ha llevado hasta la lista de Personas del Año de la revista Time en 2018 y a la Comisión por la Democracia de Reporteros Sin Fronteras.

Dmitry Muratov

Muratov fue en 1993 uno de los fundadores del periódico independiente Novaja Gazeta, “una importante fuente de información sobre aspectos censurables de la sociedad rusa que raras veces mencionan otros medios de comunicación”. El Comité Noruego recordó que desde el inicio del periódico seis de sus periodistas fueron asesinados.

Muratov, “ha defendido durante décadas la libertad de expresión en Rusia en condiciones cada vez más desafiantes”

El periódico que dirige «ha publicado artículos sobre temas que van desde la corrupción, la violencia policial y los arrestos ilegales hasta el uso de tropas rusas fuera del país», dijo la presidenta del jurado Berit-Reiss Andersen. Enfatizó que, en los casi 30 años de existencia del periódico, seis de sus periodistas fueron asesinados, incluida Anna Politkóvskaya, cuya muerte cumplió ayer jueves 15 años.

Pese a las numerosas amenazas de las que fue objeto, Muratov «defendió con tesón el derecho de los periodistas a cubrir temas críticos», señaló el Comité. El director de ‘Nóvaya Gazeta’ dijo esta mañana que el premio no ha sido merito suyo, sino en general de «los medios y colegas que murieron por la libertad de expresión: Anna Politkóvskaya, Yuri Shekochijin, Anastasía Babúrova y otros».

«Me causa hasta risa. No lo esperaba en absoluto. Vi una llamada en el móvil desde Noruega, pero pensé que había sido un error», aseguró Muratov. Según sus palabras, «todo lo que puedo decir es que nos toca a nosotros asumir el peso del premio, pero en realidad le corresponde al periodismo ruso en su conjunto, que ahora están tratando de reprimir. Intentaremos ayudar a los informadores que están siendo catalogados como agentes extranjeros y se están pudriendo y a los que están siendo expulsados del país». En el Kremlin, no obstante, se han congratulado del hecho de que el Nobel de la Paz haya recaído sobre el director de ‘Nóvaya Gazeta’. Muratov es el tercer ruso en recibir el Premio Nobel de la Paz. Antes de él, le fue impuesto al académico, Andréi Sájarov y al expresidente soviético, Mijaíl Gorbachov.

| Nota del editor *

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