Por: Laura Benavides
La fundación Tiempo de Juego fue creada hace 14 años por Andrés Wiesner y en la actualidad es dirigida por Esteban Reyes. Esta fundación utiliza el juego como herramienta de transformación comunitaria, para promover las capacidades de la niñez y de los jóvenes para inspirarlos a ser agentes de cambio de las comunidades donde juegan un papel importante.
El trabajo de Tiempo de Juego ha resultado tan valioso, que en otras regiones del país han intentado replicar su modelo en el marco del posconflicto a fin de generar espacios de convivencia a través del deporte y del arte. En este ámbito la fundación trabaja en llave con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) en el proyecto Juguémosle a la Paz que fuera fundado en noviembre de 2015, año cuando el Gobierno Nacional de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) dieron a conocer los acuerdos de paz.
El proyecto tiene como iniciativa integrar a desmovilizados de la guerrilla y de los grupos paramilitares como gestores y administradores del modelo de la fundación.
Una vez los desmovilizados han terminado su proceso con la ACR tienen la responsabilidad de capacitarse para replicar el modelo de Tiempo de Juego en zonas vulnerables, a fin de fomentar la convivencia y para prevenir nuevos reclutamientos o abusos hacia las comunidades.
La violencia en Colombia ha dejado millones de víctimas, que particularmente ha impactado al campesinado, y a las comunidades indígenas y afrodescendientes. Al desplazamiento forzado se suman asesinatos, violaciones, desapariciones y reclutamientos forzosos.
En este contexto doloroso la fundación ha visto una oportunidad, puesto que su iniciativa tiene como uno de sus objetivos estratégicos integrar a los desmovilizados de todos los bandos en contienda para brindarles una mano amiga como gestores y administradores del modelo de gestión de la fundación.
Mediante el fútbol la fundación propende por un nuevo futuro, que permita olvidar los malos tiempos, perdonar los errores del pasado y crear nuevas esperanzas desde el campo de juego. Es una nueva familia de 11 jugadores que a la hora de pisar el campo de juego sueñan con alcanzar sus metas. La fundación tiene 2 sedes en Bogotá: una en el barrio Cazucá del municipio de Soacha y otra en el centro occidente de la capital, donde adelantan proyectos con niños, jóvenes y adultos.