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[Opinión] Dejar aparecer: Una invitación a vivir desde el respeto y la autenticidad

La frase “dejar aparecer” también se conecta con el concepto de la biología del amor, otro de los fundamentos del pensamiento de Maturana.

Por: Carlos Andrés Vidal Martínez.

La reflexión de Humberto Maturana sobre el concepto de “dejar aparecer” nos lleva a pensar en cómo vivimos nuestras relaciones, procesos y convivencia con los otros y el mundo. Desde su enfoque como biólogo y filósofo, este concepto no es simplemente una idea, sino una postura ante la vida que cuestiona la manera en que interactuamos y construimos realidades colectivas. En una sociedad marcada por el control, la imposición de expectativas y el afán de resultados inmediatos, la invitación a “dejar aparecer” se siente radical. Este llamado no es pasividad, sino una apuesta por el respeto a los procesos naturales de las personas, las relaciones y los sistemas en los que participamos. Implica reconocer que no todo puede ni debe ser dirigido según nuestras expectativas, sino que muchas veces lo más valioso surge cuando permitimos que las cosas fluyan sin intentar controlarlo todo.

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Uno de los pilares fundamentales de esta idea, según Maturana, es el respeto por la legitimidad del otro. En palabras sencillas, se trata de reconocer al otro como un ser completo, digno de existir en su autenticidad, sin ser moldeado o juzgado bajo nuestras propias lentes. ¿Cómo se manifiesta esto en la práctica? En nuestras relaciones personales, significa escuchar activamente, dar espacio para que la otra persona se exprese y no apresurarse a responder o corregir. En el ámbito profesional, podría traducirse en liderazgos menos autoritarios y más colaborativos, donde se valore la creatividad y las aportaciones de cada miembro de un equipo. En una sociedad hipercompetitiva, donde constantemente se nos insta a destacar y a ser los mejores, es fácil caer en la tentación de mirar al otro como un medio para alcanzar nuestras metas o como un rival. Sin embargo, la postura de “dejar aparecer” implica transformar estas dinámicas para construir espacios de respeto y cooperación.

En este contexto, la frase “dejar aparecer” también se conecta con el concepto de la biología del amor, otro de los fundamentos del pensamiento de Maturana. Este enfoque enfatiza que las relaciones humanas solo pueden florecer cuando están basadas en la aceptación mutua, el cuidado y la conexión genuin[a. Dejar aparecer, entonces, no es otra cosa que una expresión de amor: un amor que reconoce y valida al otro en su singularidad.

El mundo contemporáneo está obsesionado con la idea de liderazgos fuertes, eficaces y transformadores. Pero ¿qué sucede cuando el liderazgo deja de ser una cuestión de control y poder, y se convierte en una cuestión de servicio y confianza? La reflexión de Maturana nos invita a repensar el rol del líder no como el que dicta el camino, sino como el que crea las condiciones para que otros puedan aparecer en toda su plenitud. Un líder que deja aparecer es aquel que no tiene miedo de delegar, que entiende que su rol no es centralizar la toma de decisiones, sino empoderar a su equipo para que cada uno aporte lo mejor de sí. Esto no implica una actitud pasiva, sino una activa construcción de espacios donde el respeto y la confianza sean la base. En un mundo donde las jerarquías suelen ser rígidas, este tipo de liderazgo desafía las normas establecidas y fomenta entornos de trabajo más inclusivos y colaborativos.

“Dejar aparecer” también tiene un profundo significado cuando lo aplicamos a los procesos de la vida misma. A menudo, nos sentimos tentados a controlar cada aspecto de nuestra existencia, a planificar cada paso y a buscar resultados inmediatos. Pero Maturana nos recuerda que la vida no es un proceso lineal, y que las mejores cosas suelen surgir cuando aprendemos a fluir con lo que ocurre, en lugar de resistirnos o intentar forzar las circunstancias. Este principio es particularmente relevante en un mundo que privilegia la productividad por encima del bienestar. Aprender a dejar aparecer significa aprender a soltar: a aceptar que no todo está bajo nuestro control, y que está bien que así sea. En lugar de verlo como una renuncia, podemos verlo como una liberación. Es un acto de confianza, tanto en uno mismo como en los demás, y también en la vida misma.

Otro aspecto fundamental de “dejar aparecer” es su potencial transformador. Cuando permitimos que las cosas surjan de manera natural, creamos espacios donde nuevas posibilidades pueden emerger. En las relaciones humanas, esto puede significar encontrar soluciones creativas a conflictos, desarrollar una mayor comprensión mutua o incluso descubrir talentos ocultos. En el ámbito social, puede significar generar comunidades más inclusivas y equitativas, donde todos se sientan valorados y escuchados. Es importante destacar que esta transformación no ocurre de manera automática. Requiere de una disposición activa para escuchar, observar y estar presentes. También requiere de paciencia, algo que a menudo es escaso en nuestra cultura de la gratificación instantánea. Pero los frutos de esta actitud son inmensos: relaciones más genuinas, entornos más armoniosos y una mayor conexión con nosotros mismos y con los demás.

Maturana no sólo nos invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos con los demás, sino también con nosotros mismos. ¿Cuántas veces nos exigimos ser de cierta manera, alcanzar ciertos estándares o cumplir con expectativas externas? ¿Cuántas veces sofocamos nuestras propias potencialidades por miedo al juicio o al fracaso? Dejar aparecer, en este sentido, también es un acto de amor propio. Es aprender a escucharnos, a respetar nuestros ritmos y a confiar en nuestra capacidad de crecer y transformarnos. No se trata de conformarse ni de evitar el esfuerzo, sino de reconocer que el verdadero crecimiento no ocurre por imposición, sino por un proceso interno que necesita tiempo y espacio.

Esta filosofía también tiene implicaciones profundas en cómo enfrentamos los desafíos y las incertidumbres. En lugar de verlos como enemigos a los que hay que vencer, podemos verlos como oportunidades para aprender, adaptarnos y descubrir nuevas posibilidades. Esta actitud no solo reduce el estrés y la ansiedad, sino que también nos permite vivir de manera más plena y significativa.

En última instancia, el llamado de Maturana a “dejar aparecer” no es solo una reflexión personal, sino una invitación a construir una sociedad más humana. Una sociedad donde el respeto, la cooperación y el amor sean los valores fundamentales. Una sociedad donde las personas puedan desarrollarse plenamente, sin miedo al juicio o a la exclusión. Una sociedad donde podamos convivir en armonía con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea. Esta visión puede parecer utópica en un mundo lleno de conflictos, desigualdades y divisiones. Pero cada pequeño acto de respeto, cada espacio que creamos para que alguien más pueda aparecer, es un paso hacia esa utopía. Y si todos asumimos esta actitud, no solo como un ideal, sino como una práctica diaria, podemos transformar nuestra realidad de maneras que ni siquiera podemos imaginar.

El concepto de “dejar aparecer”, como lo plantea Humberto Maturana, es una invitación a vivir de manera más consciente, más amorosa y más humana. Es un recordatorio de que no todo debe ser controlado, que las mejores cosas a menudo surgen cuando confiamos en los procesos y respetamos la autenticidad de los demás. Es, en última instancia, un llamado a construir relaciones y sociedades basadas en el respeto, la cooperación y el amor. En un mundo que constantemente nos empuja a hacer más, ser más y controlar más, “dejar aparecer” puede parecer un acto de rebeldía. Pero quizá, precisamente por eso, sea también un acto de profundo cambio y transformación.

| Nota del editor *

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