Escucha nuestras emisoras: 🔊 AUDIO EN VIVO |

Escucha nuestras emisoras: 🔈 BOGOTÁ 1430 AM | 🔈 CUNDINAMARCA 1580 AM | 🔈 TOLIMA 870 AM | 🔈 SOACHA | 🔈 NEIVA | 🔈 SOLO MÚSICA

[Opinión] Avanzar en la acción: el motor del cambio en tiempos inciertos.

... el progreso suele ser un proceso largo, lleno de altibajos, errores y aprendizajes. Pero es precisamente en esta imperfección en la que radica su valor.

Por: Carlos Andrés Vidal Martínez


En el vasto panorama de las sociedades contemporáneas, en las que la incertidumbre y la complejidad se entrelazan, el acto de avanzar en la acción emerge como un principio ineludible para afrontar los retos que nos presenta el mundo. No se trata simplemente de moverse hacia adelante, sino de hacerlo con intención, reflexión y un propósito claro. Vivimos en un contexto que exige decisiones rápidas, adaptabilidad constante y una visión amplia que contemple no solo el presente, sino también las generaciones futuras.

- Patrocinado -

El concepto de avanzar en la acción implica, en primera instancia, un compromiso con el cambio. Esta responsabilidad no siempre es cómoda, ni sencillo, pero resulta imprescindible. Es una elección consciente, de no quedarse atrapado en el inmovilismo, en las excusas o en el miedo al fracaso. Es reconocer que la inercia es, muchas veces, el mayor enemigo del progreso, ya que perpetúa las desigualdades y alimenta la pasividad. Frente a esto, la acción se convierte en una herramienta transformadora, capaz de desafiar las normas establecidas y construir alternativas más justas y equitativas.

Sin embargo, avanzar en la acción no puede reducirse a un simple hacer por hacer. Requiere un equilibrio delicado entre la impulsividad y la planificación estratégica. Es un llamado a actuar con propósito, entendiendo que cada decisión y cada movimiento tienen consecuencias, tanto positivas como negativas. En este sentido, reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones es tan importante como la acción misma. ¿Cómo afectan nuestras decisiones a otros? ¿Qué tipo de mundo estamos construyendo con cada paso que damos? Estas preguntas invitan a pensar de manera crítica y ética, asumiendo la responsabilidad que conlleva ser agentes de cambio.

La resistencia al cambio, por otro lado, es un obstáculo común que enfrentamos al intentar avanzar en la acción. Esta resistencia puede manifestarse de múltiples formas: miedo, escepticismo, falta de recursos o incluso una comodidad malsana con el statu quo. Es fácil quedarse en la zona de confort, justificando la inacción con argumentos que apelan a la prudencia o al temor a lo desconocido. Sin embargo, la historia nos enseña que los grandes avances de la humanidad han surgido precisamente de momentos de incertidumbre, cuando los individuos y las comunidades decidieron actuar pese a las adversidades.

El avance en la acción también tiene una dimensión colectiva que no podemos ignorar. Aunque la voluntad individual es un factor clave, muchas veces nuestras acciones adquieren un significado mayor cuando se alinean con un propósito común. En este sentido, trabajar en colaboración con otros no solo amplifica el impacto, sino que también nos permite aprender, crecer y adaptarnos de maneras que serían imposibles en aislamiento. La construcción de redes de apoyo y la búsqueda de objetivos compartidos son esenciales para enfrentar los desafíos globales que exigen respuestas coordinadas, como la crisis climática, las desigualdades sociales o las pandemias.

Es importante mencionar que avanzar en la acción no siempre garantiza resultados inmediatos ni perfectos. De hecho, el progreso suele ser un proceso largo, lleno de altibajos, errores y aprendizajes. Pero es precisamente en esta imperfección en la que radica su valor. Cada paso, por pequeño que parezca, contribuye a un cambio mayor. Cada intento fallido es una oportunidad para reajustar estrategias, para aprender algo nuevo y para fortalecerse. La resiliencia, entendida como la capacidad de seguir adelante a pesar de las dificultades, se convierte así en una cualidad indispensable para quienes eligen avanzar en la acción.

En un nivel más profundo, este acto de avanzar está estrechamente relacionado con nuestra capacidad de imaginar futuros diferentes. La imaginación, a menudo subestimada, es una herramienta poderosa que nos permite visualizar posibilidades más allá de lo que conocemos. Es el primer paso para construir realidades alternativas y para desafiar las narrativas dominantes que nos dicen que las cosas deben permanecer como están. Sin imaginación, la acción corre el riesgo de convertirse en un mero cumplimiento de rutinas, en lugar de ser un vehículo para la transformación.

Por supuesto, avanzar en la acción también requiere valentía. Vivimos en un mundo donde tomar una posición o actuar de manera diferente puede ser arriesgado. La presión social, las críticas y los fracasos potenciales son factores que muchas veces nos detienen. Sin embargo, es en estos momentos cuando la valentía se vuelve crucial. No se trata de una valentía heroica ni grandiosa, sino de una que se manifiesta en los pequeños actos cotidianos, en la constancia y en la determinación de seguir adelante incluso cuando el camino es incierto.

El rol de la educación en este proceso no puede ser subestimado. Educar para la acción significa fomentar habilidades como el pensamiento crítico, la empatía, la creatividad y la capacidad de trabajar en equipo. Significa también enseñar que la acción no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar objetivos más grandes. La educación tiene el potencial de empoderar a las personas, ayudándoles a reconocer su capacidad para influir en el mundo y dándoles las herramientas necesarias para hacerlo de manera efectiva y ética.

En última instancia, avanzar en la acción es un acto de esperanza. Es creer que el cambio es posible, incluso cuando las circunstancias parecen desalentadoras. Es un recordatorio de que, aunque no podemos controlar todos los factores que afectan nuestras vidas, sí podemos tomar decisiones que nos acerquen a nuestros objetivos. Esta esperanza no es ingenua ni pasiva, sino activa y comprometida. Es una esperanza que nos impulsa a levantarnos cada día con la convicción de que nuestras acciones, por pequeñas que sean, tienen el poder de marcar la diferencia.

En un mundo que a menudo parece atrapado en ciclos de conflicto, crisis y desesperanza, avanzar en la acción es un acto revolucionario. Es una declaración de que no aceptamos la realidad tal como es, sino que estamos dispuestos a trabajar por algo mejor. Es un llamado a la responsabilidad, a la creatividad y a la solidaridad. Porque, al final del día, avanzar en la acción no es solo una elección personal, sino un compromiso con la humanidad y con el futuro.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

Otros contenidos

Contenidos populares