Por: Juliana Rivera Guayán
Desde la búsqueda hasta la pasión, Rafael Alejandro Rubio es un actor colombiano de teatro, cine y televisión, además de formador y director en el ámbito de la televisión colombiana. Su camino hacia la actuación no fue convencional; fue una búsqueda llena de giros, dudas y, sobre todo, descubrimientos. Desde niño, Rafa Rubio sintió una inclinación por “ser otra persona,” aunque aún no tenía claro a qué quería dedicarse. Esto lo llevó a probar distintos caminos académicos, llegando a cursar seis carreras universitarias antes de encontrar su verdadera pasión.
Comenzó estudiando arquitectura en la Universidad Nacional, luego exploró programación de sistemas, idiomas y filosofía. Sin embargo, fue en la Casa de Teatro Nacional donde finalmente encontró la disciplina que lo llenaba: la actuación. “La actuación me dio una voz y una identidad que no había sentido en otro lugar”, comenta.
La magia de crear un personaje
Para Rubio, construir un personaje es un proceso profundo y creativo. “Todo empieza a partir de un texto,” explica. Su método implica leer cuidadosamente el libreto, analizar lo que otros personajes dicen sobre el suyo y buscar referencias en personajes de cine o teatro que puedan ayudarle a comprender mejor su papel. Una técnica que destaca es la “carpintería,” que consiste en asociar un animal con su personaje para interiorizar aún más sus gestos y comportamientos. Esta técnica le permite sumergirse en la esencia del personaje de una forma única y sensorial.
Rubio confiesa estar viviendo un sueño. Esta semana, por ejemplo, se encuentra grabando para la serie “Darío Gómez” de RCN y recientemente participó en la exitosa producción “La Reina del Flow.” Sin embargo, también advierte sobre los desafíos de su carrera: “En actuación puedes presentar 200 castings y solo conseguir uno,” comenta. A pesar de las constantes pruebas, la satisfacción de conseguir un papel que lo emocione es invaluable para él.
En el set, la presión es una constante. Rubio explica que muchos actores recurren a técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, para mantenerse centrados. Además de memorizar líneas, un actor debe controlar sus emociones, ya que estas pueden jugarle en contra en momentos críticos. “Es una lucha interna que uno aprende a gestionar con el tiempo,” dice.
El reto de desconectarse del personaje
Una de las experiencias más duras en su carrera fue cuando protagonizó una obra en la que interpretaba a un policía alcohólico. Tan inmerso estaba en el papel que, después de las funciones, se sentía triste y desorientado, terminando solo en un bar. Rubio confiesa que incluso su esposa notó un cambio en su ánimo, preocupada al verlo deprimido. Fue entonces cuando entendió que debía establecer límites claros entre él y su personaje. Desde entonces, ha aprendido a “desconectarse” después de cada actuación.
Ahora, su estrategia para equilibrar su vida incluye pasar tiempo con su novia, caminar para despejar la mente y orar para recuperar su paz interior. “La felicidad es algo que decido buscar cada día,” afirma Rafa.