Por: David Alejandro Vargas Arévalo.
Valentina Garzón es una estudiante universitaria en Bogotá que sufrió episodios constantes de depresión y ansiedad, que ha podido sobrellevar con ayuda profesional psicológica para evitar uno de los desenlaces más comunes en adultos y jóvenes en nuestro país: el suicidio.
“Yo inicié un proceso con psicólogo debido a que había pasado por muchos episodios en mi vida que me ahogaban con emociones negativas; siempre andaba con frustración, estrés, incertidumbre, porque las cosas a veces no salían bien, o simplemente tenía miedo de ser juzgada o que no me entendieran”. Lo que Valentina sentía en su día a día y quizá, lo que muchas personas sienten producto de episodios depresivos y de ansiedad intensos, eran las mismas sensaciones que invaden la salud mental de millones de personas en Colombia y el mundo.
Si bien Valentina pudo conseguir ayuda profesional, muchas otras personas en el país no tienen o corren con la misma suerte. “Yo conocí a mi psicólogo gracias a una persona muy allegada a mí, que desde hace muchos años también tiene terapia psicológica, y al enterarse que yo también estaba buscando ayuda profesional me recomendó con su psicólogo. Si no hubiera sido por esa persona, realmente no había podido llegar a un profesional, de pronto por miedo o inseguridad, o incluso el hecho de saber si en verdad me ayudaría”.
A diferencia de Valentina, bastantes personas sufren esta misma problemática, pero no logran conseguir ayuda profesional o simplemente no encuentran apoyo de ninguna manera, por lo que tienden a empeorar y su situación afecta cada vez más su propia vida, al punto de ponerla en riesgo en más de una ocasión.
“Antes de dar con mi psicólogo tenía un día a día complicado porque vivía de manera constante con esas emociones negativas, además de que pasaban situaciones personales que no ayudaban en nada a sentirme mejor mentalmente, por lo que era muy difícil tener una salud mental estable, que me diera las ganas de continuar con mis actividades diarias y de sentirme una mejor persona todos los días, porque realmente sucedía lo contrario”, agrega Valentina.
Esta y muchas otras historias de vida dan pinceladas de lo que apenas se percibe sobre el impacto de esta enfermedad en Colombia. Según ELSEVIER, Revista Colombiana de Psiquiatría, destaca que la presencia de ideación suicida, y de planes e intentos de suicidios son mayores en adultos de dos grandes grupos etarios; el primero de 18 a 44 años y el segundo de 45 o más.
Aunque valentina no era la única en padecer esta enfermedad, tuvo que hacer algo al respecto para no llegar a tomar decisiones que afectaran su integridad física e incluso su vida. “Al principio fue complicado porque tenía la inseguridad de contarle al psicólogo todos los problemas que estaba teniendo; me sentía perdida, tenía incertidumbre, incluso dudé mucho si realmente era una buena idea contratar al psicólogo, por lo que fue una etapa complicada, pero al fin y al cabo fue lo que más me impulsó a iniciar mi terapia”.
Valentina aún sigue en el proceso, y aunque no ha sido fácil para ella, esto la ha ayudado a cuidar de su salud mental y seguir luchando contra esta enfermedad, que posiblemente afecta a personas dentro de nuestros entornos inmediatos. “Hasta el día de hoy sigo viendo a mi psicólogo porque, aunque ha sido un proceso largo, me ha ayudado bastante, he progresado lento pero seguro, por lo que no he visto la necesidad de dejar esta terapia, porque a fin de cuentas esto es lo que lo hace más fuerte a uno cuando realmente lo necesita”.
Los efectos de esta enfermedad no suelen manifestarse de un día para otro, y, sin embargo, hay cifras alarmantes que en muchos casos no son de conocimiento por las familias o allegados a esas personas, lo que retrasa o imposibilita el hecho de apoyar y tomarse enserio estos casos. Según La Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 703.000 personas se quitan la vida en promedio al año en el mundo. Como lo explica la misma OMS, el 77% de los suicidios ocurren en países de medianos y bajos ingresos.
En la página del Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS), se indica cómo estas cifras tienden a incrementar luego de la contingencia mundial por la pandemia a raíz de los trastornos que dejó, además de los que ya tenían ciertas personas. La subdirectora de enfermedades no trasmisibles del Ministerio Nubia Esperanza Bautista, señaló en su momento: “Hay diversos factores de riesgo que pueden ser intervenidos con acciones específicas que abarcan la promoción de la salud mental, la prevención y atención a los problemas y trastornos mentales, involucrando a diferentes sectores e instituciones y a la sociedad civil, que permita evitar así los desenlaces fatales”.
Valentina es un claro ejemplo para las personas que aún no han tomado acción en cuanto a la posibilidad de buscar ayuda profesional que, aunque aún no es tan visible en nuestro entorno, puede generar grandes cambios y salvar vidas.
“Si alguien estuviera pasando por la misma situación que yo viví en el pasado, le diría que no está mal pedir ayuda, todos la merecemos en algún momento de la vida, también no está mal sentir vulnerabilidad en ocasiones, porque realmente somos seres humanos y lo sentimos en algún momento de nuestras existencias. Además, el apoyo que un profesional te puede dar es muy fuerte y puede marcar la diferencia para que uno se pueda sentir mejor, poder levantarse todos los días con más determinación y con más valor para seguir adelante, así la vida ponga situaciones complicadas en el camino; el secreto consiste en pedir ayuda cuando realmente se necesita y no esperar a que las cosas negativas te consuman hasta el punto de volverlo algo irreversible”.