Por: Daniel Felipe Otálvaro Ramírez
A propósito de las reflexiones que se vienen planteando de cómo será el mundo después del coronavirus, los optimistas apuntan a que la hermandad, la solidaridad, la empatía y el desarrollo sostenible, serán los pilares para el verdadero cambio social, incluso agregan que las reformas laborales soportadas en el teletrabajo serán los modelos ejemplares para la productividad.
Pero la realidad es otra en Colombia, como todos los países no estábamos preparados para hacer frente a una pandemia, el Covid-19 le pasó factura al cartel de la hemofilia, al del sida, al del cáncer, al de los pacientes fantasmas y a todos aquellos funcionarios que se enriquecieron saqueando el fondo público, porque son ellos los culpables que el servicio de salud público se encuentre en un estado deplorable, tanto así que los médicos recurren a bolsas plásticas para garantizar su seguridad. ¡Son unos miserables!
Ante la calamidad y el estado de emergencia, las denuncias hechas por el procurador Carrillo, contrastan con la hermandad y la solidaridad; los contratistas con la complicidad de funcionarios públicos se dan un banquete de corrupción, departamentos como Meta, Atlántico, Cesar, Huila, San Andrés y Arauca, así como en un hospital de Cúcuta y dos municipios de Cundinamarca, son los primeros en presentar irregularidades en el manejo de dinero y distribución de productos de primera necesidad, estos corruptos desalmados que solo piensan en sacar ventaja económica de cualquier transacción bancaria, le están quitando la comida a colombianos en condiciones de
vulnerabilidad, por lo menos usen la poca decencia que les queda, pero no seamos ilusos, que se podía esperar si acá se roban hasta lo de los refrigerios escolares.
Hablar de anomalías en estas situaciones se nos ha vuelto común, lo escuchamos cuando se dañó la máquina que arrojaba los resultados de la prueba, en los sistemas de seguridad, en las líneas telefónicas para solicitar información y ahora último en la base de datos del Gobierno Nacional en el Ingreso solidario, ¿Quién explica la existencia de los errores en los números de cédulas, en los nombres irreales y que además se cuelen cédulas que ha sido dadas de baja por fallecimiento de hace 11 y 15 años?. Inaudito.
Lo que da un aliento esperanzador es que acá también hay otra gente, la que no ostenta un salario de millones, sino la que promueve el valor humano a través de la empatía, las que no salen en redes sociales entregando mercados para ganar likes o shares, que en cambio madrugan para servir a los demás, las mismas que crean un comedor comunitario en cualquier garaje, que también le temen al virus pero lo enfrentan a diario, esos serán los líderes después del coronavirus, en un país que estará flagelado, endeudado y consciente del daño que los saqueadores políticos le han causado por años. Lo que nos espera son reformas salariales, de sistema de salud y de pronto en un nuevo modelo de desarrollo económico sin una alta dependencia de los hidrocarburos.
Posdata: Según la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, las llamadas de auxilio de las víctimas de maltrato intrafamiliar a las líneas de emergencia durante los días de aislamiento crecieron 103 por ciento.