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[Opinión] ¿Tiene sentido asumir el riesgo de la destrucción planetaria?

Mientras persistan políticas económicas inmediatistas, guerras económicas y se mantenga en el poder la "avarocracia", difícilmente se romperá ese círculo de destrucción planetaria.

Las condiciones están dadas para preguntarse, hasta dónde la ambición sin medida y la estupidez humana por el poder, justifica el riesgo de agotar la vida tal como la conocemos en nuestra nave espacial que hemos llamado Tierra.

Pandemias, cambios climáticos drásticos, incendios incontrolables de selvas en todo el mundo y guerras comerciales que arruinan a la mayor parte de las economías nacionales con los resultados trágicos para comunidades, personas y migrantes, son las noticias de todos los días.

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En esta realidad ser grande o ser pequeño en los ecosistemas hacen diferencias muy grandes. Se pensaría que un sistema como el Amazonas se puede recuperar a los daños causados, pero en la realidad funciona como el efecto dominó, de manera tal que es probable que desaparezcan mucho más rápido de lo que se había previsto.

Un estudio publicado en la revista Nature Communications afirma que la velocidad del colapso es sorprendentemente desproporcionada para los grandes ecosistemas. “Lo que esto significa es que los ecosistemas más grandes que tenemos en el mundo probablemente colapsen mucho más rápido de lo que pensamos, en cuestión de décadas”, aseveró John Dearing, profesor de geografía física, quien hizo parte del equipo de investigación junto con científicos de la Universidad de Bangor en Gales y de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres.

Lo más complejo es determinar si el camino de retorno ya es imposible, y parece, según versiones científicas, esta muy cerca o ya lo cruzamos. El profesor John Dearing, concluye que “la mayoría de los puntos de no retorno se han evaluado en retrospectiva, hemos mirado hacia atrás y hemos dicho: ‘¡oh! parece que el punto de inflexión fue hace X años'”, cuando ya es irremediablemente tarde y solo podemos contemplar el desastre.

Ejemplos hay muchos. Cuando la industria de la pesca de bacalao en el noroeste del Atlántico se derrumbó en 1992, el gobierno canadiense impuso una suspensión de la actividad en las comunidades de Terranova y Labrador, las cuales durante 500 años habían dependido de la pesca. Como consecuencia, alrededor de 30 mil personas perdieron sus empleos. La población de la provincia se redujo en un 10% durante la siguiente década y la tasa de desempleo sigue siendo más alta que en el resto del país.

Por su parte la ONU advirtió que a medida que las tierras fértiles se convierten en desierto en el África Subsahariana, los enfrentamientos mortales entre agricultores y pastores se vuelven cada vez más comunes. Con ello las olas de migrantes cada vez serán mayores y la violencia aumentará en los países ricos, que de igual manera se resentirán en todo su sistema social y económico.

Hoy no es casual que las voces de los partidos nacionalistas y de derecha, de forma clara o solapada, lancen consignas de cerrar fronteras y no apoyar los procesos migratorios, el mundo, según parece, no es para todos.

Según Dearing la destrucción de la Amazonía deteriora el ciclo normal de lluvias de esta selva tropical y por tanto el ciclo del agua (y posiblemente para el ciclo mundial) y se afectará los sistemas de presión y climáticos a través del Atlántico Norte. La constante deforestación y los incendios que se han presentado en los últimos meses, seca el suelo y la cantidad de agua disminuye de forma dramática y es muy probable que esta selva se convierta en una sabana.

Destacan que las graves sequías de 2005, 2010, 2015 y 2016 “bien podrían representar los primeros parpadeos de este punto de inflexión ecológica”.

Dearing dijo que cuando ese punto de no retorno suceda, se liberará una gran cantidad de carbono que ahora se almacena en la selva tropical. A medida que los árboles se queman en incendios forestales o se pudren después de la deforestación, el carbono que mantenían vuelve a la atmósfera. “Cuando agregas tensiones adicionales como la contaminación, la deforestación, el pastoreo excesivo, el exceso de pesca, el hecho de que tengas esta tensión en el fondo, solo aumenta la posibilidad de que los sistemas realmente colapsen con bastante rapidez”

“Veremos que muchas especies se extinguirán”, declaró. “Algunas de ellas no serán esenciales para nuestra supervivencia, pero si eso significa que perdemos recursos genéticos, perdemos la posibilidad de nuevos productos farmacéuticos, entonces estamos perdiendo mucha de esa riqueza potencial que esos bosques nos dan”, insistió.

Mientras persistan políticas económicas inmediatistas, guerras económicas y se mantenga en el poder la “avarocracia”, difícilmente se romperá ese círculo de destrucción planetaria, que solo ve la riqueza y el poder hoy y no la miseria de mañana, que está a la vuelta.

Esta era denominada Antropoceno (con tanta tecnología), ¿podrá innovar para mitigar los problemas climáticos y geológicos? ¿Acaso tenemos ya esa clase de poder? Lo cierto es que ya no se puede detener este proceso de destrucción porque las políticas económicas no lo ven viable, solo hay que mantener la máquina de producción trabajando, las personas consumiendo hasta el punto, según Yuval Noah Harari, que seamos irrelevantes a un sistema de inteligencia artificial que todo lo domine.

Por ahora la destrucción de la floresta, de las fuentes hídricas en todo el planeta, el aumento de la contaminación ambiental en las ciudades y el consumo irracional que propone el sistema, serán las herramientas para la pauperización generalizada de la humanidad.

El sistema amazónico será el termómetro para demostrarnos, una vez más, que la vida puede prescindir del Hommo Sapiens, protagonista de la guerra contra la vida y el mismo planeta que le da cobijo desde que se erigió así mismo como el amo y señor de La Tierra.

| Nota del editor *

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