
Por Alejandro López Arias
El Ministerio de Ambiente de Colombia reportó que, durante el 2018, 280 mil hectáreas de terreno boscoso, aproximadamente, fueron convertidas en áreas deforestadas.
Según Omar Clavijo, Especialista en derecho ambiental, Magister en medio ambiente y desarrollo y miembro del Observatorio de Conflictos Ambientales (OCA) de la Universidad Nacional, la obtención ilegal de terrenos en zonas como reservas, parques y cerros naturales también afecta a los ecosistemas. Dicho acaparamiento en la ciudad de Bogotá, por ejemplo, se debe a inconsistencias y vacíos legales de la Corporación Autónoma Regional (CAR) en los derechos de propiedad de los habitantes que residían en estas zonas en los años 70’s, lo que hace que en la actualidad existan aún propietarios antiguos y nuevos de ciertos terrenos allí presentes.
El acaparamiento en otras zonas del país se ha venido presentando por conflicto de intereses por parte de grupos al margen de la ley y grupos empresariales. Además, las zonas altamente deforestadas han traído consigo desplazamiento forzado, amenazas y asesinatos a quienes se niegan a dejar su territorio.
El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) aseguró que la región del Amazonas concentra el 43% de la deforestación del país, lo que es preocupante puesto que la tierra estaría siendo utilizada para actividades ilegales y dañinas para los ecosistemas presentes.
Actualmente en Colombia otras formas de deforestación son la ejecución de políticas inapropiadas de ocupación y utilización de los territorios, la ampliación de la frontera agrícola y ganadera que ha llevado a grandes extensiones a la praderización o pastalización; los cultivos de uso ilícito, los megaproyectos, el desarrollo de infraestructura vial, los incendios forestales y la extracción ilícita de minerales.