Escucha nuestras emisoras: 🔊 AUDIO EN VIVO |

Escucha nuestras emisoras: 🔈 BOGOTÁ 1430 AM | 🔈 CUNDINAMARCA 1580 AM | 🔈 TOLIMA 870 AM | 🔈 SOACHA | 🔈 NEIVA | 🔈 SOLO MÚSICA

Alto del vino: historia de un patacón – segunda parte

Por: César Ramírez.

El lote aprieta, los primeros que son quienes levantan el ritmo no lo sienten tanto, la mitad por simple inercia ajusta los cambios y sube la velocidad y justo en ese momento es cuando se escucha el grito de guerra de un ciclista – ¡A tope! – A tope es morir en el latigazo, volverse a acomodar al ritmo y aguantar apretando todo lo que se pueda apretar para no perder la rueda. Lo más cruel es que todo pasa en cuestión de segundos, de 30 por hora a 45 por hora. Solo alguien que le gusta el dolor soporta una vaina así de exigente.

- Patrocinado -

El rigor de los 3.9 kilómetros de ascenso se sienten al instante para la gente que no está acostumbrada a ver paredes de pavimento, eso se ve colosal. Los primeros metros se sienten de inmediato en las piernas y uno empieza a llorar y echar madres. Realmente es una línea muy delgada entre el éxtasis y el sufrimiento que pocas veces uno puede describir en palabras.

– ¿Va bien? Me preguntan. Con babaza, sudando todo lo que me he comido en la semana y mocos en los aguantes y la cara, respondo a medio aliento.

– Sí, vamos bien. – Vamos bien, es una expresión tan bonita en ese momento por lo mismo, uno se está muriendo, no tiene ganas ni de pedalear, pero hay algo que no lo puedo expresar en palabras y que trasciende todos los dolores físicos y mentales.

Alguna vez escuché a unos ciclistas, cuando aún no me aventuraba en el deporte, que decían lo siguiente: – Los seres humanos son normales, la gran mayoría sabe montar bicicleta, nadar e incluso correr muy rápido.

Pero los seres humanos de acero son los que se ven cuando empiezan a subir la montaña, en ese momento un niño o niña se convierte en un super héroe, en ese momento se divide la frontera de los mortales y los que están hechos para cosas como ascender.

Recuerdo este relato porque estaba en un evento de ciclismo y estos dos personajes, con sus canas al aire, hablaban con una pasión formidable sobre el deporte más lindo del mundo, esa misma pasión que ellos reflejaban la he visto en las entrevistas que les han hecho a los grandes escarabajos de nuestra tierra.

Nairo Quintana con su hazaña en el Giro d’ Italia y posteriormente en la Vuelta a España; Egan Bernal con su categórico triunfo en Le Tour de France y sus antepasados como Lucho Herrera y tantos grandes hombres de acero que le han dado una alegría a este pueblo desde la distancia, es lo que me llevó a involucrarme en este comedero de mierda.

– A tope – Gritaron de nuevo. Ya vamos pasando la rotonda que desvía hacia Subachoque y nos dirigimos directo a un puerto que te pone a prueba física y psicológicamente, que te dice de una vez por todas si esto es para ti, que te ubica en una posición tan incómoda, que ese confort de la vida rutinaria se te va montaña abajo.

Acabo de pasar lo que se considera la mitad del puerto, una curva que tiene una pendiente agresiva, de esas que no te dejan respirar y que las piernas sufren. Esa casa blanca que uno medio alcanza a divisar es la agonía de la subida y me repito a mí mismo – ¡Primera vez! – y hay que llorar toda la subida. Si uno tiene tiempo para pensar en la subida ese es el lugar ideal para dejar todos esos males que lo acongojan.

Para qué sirve

– ¿Por qué llora? Me pregunta un amigo de la ruta. Y justo en ese momento uno es tan blando que sólo deja salir lo que lo atormenta.

– Parce aún la extraño, yo quiero estar con ella. Pero justo en este momento no podemos por cosas de la vida.

-Dígame ¿Qué hago? Este deporte es tan rudo, tan salvaje que cualquier experiencia por mala o buena que sea sale a flote de inmediato. Ese tiempo que mencionan de ascenso me brinda la posibilidad de pensar en todo eso. Cualquiera especularía que estar llorando por una ex en esa paridera es una locura, pero, esa misma locura es la que el sufrimiento de la montaña le ayuda a superar esas cosas.

La vida misma le va mostrando los caminos que uno debe tomar para superar cosas como estas. Si nos ponemos en detalle, la mayoría de las personas que montan bicicleta han superado las penas amorosas dándose leña en la montaña sufriendo en el ascenso, y ese es el éxtasis de la montaña.

Faltan 200 metros para culminar la hazaña, me distraje pensando en mi ex y eso me ayudó a superar el pedazo de la subida, levanto mi cabeza y a la distancia veo ciclistas detenidos, subo unos metros la mirada y veo en alto relieve y en letras grandes ALTO DEL VINO.

– Marica, hágale que ya va a llegar. Marica no afloje, marica, marica, marica…

Son las palabras de aliento de los compañeros que van a la par de uno. Es la voz misma de la camaradería, es una linda unión de palabras que conservan en sí el hecho de compartir aproximadamente una hora de ruta y que se funden en una alegría infinita. De corazón, uno no se haya, está entre la espada y la pared, se ve tan cerca, pero a la vez esta tan lejos la meta.

Ultima curva, eres tú fundido en la bicicleta, como una sola máquina ejerciendo toda la fuerza, destrozando cada metro que te queda y de repente se siente un silencio. Después de escuchar durante todo el camino el sonido unánime de la respiración, el corazón y el roce de la bicicleta, entra un silencio infinito.

De la nada se siente de nuevo el palpitar del corazón, se cruza el cartel. He llegado, he muerto y renacido en la misma hora no sé cuántas veces, me siento el rey de mi mundo, me doy golpes de pecho y por primera vez durante toda la ruta se me sale una sonrisa, un gran suspiro y cierro los ojos.

– Lo conseguí, llegué a mi primer alto con el corazón en las manos, pero llegué -.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: radio@uniminuto.edu

Otros contenidos

Contenidos populares