El presidente Duque es como Jalisco, nunca pierde y cuando pierde arrebata.
Le cuesta trabajo a nuestro mandatario aceptar las dos derrotas que sufrió la semana pasada: el hundimiento de las objeciones a la JEP por parte de la Corte Constitucional, y la libertad de Jesús Santrich, por la Corte Suprema de Justicia.
Duque sigue insistiendo en que no lo han derrotado y continuará con su propósito de hacer ajustes a la Ley Estatutaria de la JEP para darle a Colombia, según él, una paz con legalidad, lo que en lenguaje corriente significa “hacer trizas los acuerdos” como lo prometió su partido.
Lo que el presidente y sus asesores no han logrado entender (no sé si por terquedad, o puro cálculo político, o falta de verdaderos juristas que le hagan ver que las objeciones a la JEP), es que le trae a su gobierno un desgaste político innecesario y la polarización del país. Después de la debacle convocó un pacto por la Unidad Nacional y dejó por fuera a los partidos de oposición, es decir, el pacto nació muerto.
Para el colombiano de a pie, el país está más polarizado que nunca, pues desde que se posesionó este gobierno lo único que ha hecho es dividir y utilizar el espejo retrovisor, no se le ve un norte.
Voces muy autorizas de diferentes sectores del país, académicos, juristas y empresarios, le aconsejaron en su momento que no objetara la Ley de la JEP, que la firmara, puesto que ya había sido aprobada por el Congreso y ratificada por la Corte Constitucional. Pero no escuchó y prefirió complacer al presidente eterno y hoy estamos de regreso a la patria boba.
¿Quién dijo miedo?
Los voceros más radicales del uribismo, como la senadora Paloma Valencia y Ernesto Macías, presidente del Senado, proponen una asamblea constituyente para superar, según ellos, la crisis institucional que vive el país. ¿Cuál crisis? sí las Cortes están funcionando y el Congreso también.
El hecho que el legislativo no le haya aprobado todo el paquete de proyectos que el gobierno presentó, no significa que no funcione, obedece, más bien a la falta de liderazgo de sus ministros, la mayoría técnicos sin experiencia política y poco liderazgo. Y en un gobierno corporativista como este en el que cada ministro representa un gremio, así se dificulta la gobernanza.
La estrategia del Centro Democrático es refundar la patria, hacerle creer a los colombianos que estamos ante una crisis institucional y para salir de ella es necesario convocar una constituyente para reformar la justicia, hacer una sola Corte que le sea más favorable al gobierno, pero en el fondo lo que buscan es reformar el famoso “articulito” (197) de la Constitución del 91, para que el presidente eterno regrese al poder y no tenga que gobernar en cuerpo ajeno.
Así que, en el actual momento político no es necesario una constituyente, se necesita, más bien, un verdadero acuerdo político con todos los partidos, incluidos los de oposición.
