Por: Isabel O’Donoghue, periodista y escritora*
La palabra cáncer es muy fuerte y tiene connotaciones negativas porque generalmente se asocia directamente con la muerte. Desafortunadamente, no existen manuales que muestren cómo sobrellevar un diagnóstico de cáncer. La mayoría de las personas que son diagnosticadas con esta enfermedad se concentran en su tratamiento y, una vez curadas, el trauma de haber enfrentado el cáncer es tan grande que “cierran el libro” y de inmediato empiezan uno nuevo, con miras a vivir la vida con mayor intensidad. A la palabra cáncer siempre le tuve miedo. De niña no me gustaba pertenecer a ese símbolo del zodíaco. Sin embargo, la vida asigna a cada persona una especie de cuota de enfermedades con las que uno tiene que lidiar, gusten o no, y uno tiene que sacar fuerzas de donde no las tenga para salir adelante. A mí me tocó lidiar con el cáncer de mama. Como lo expresó la Princesa de Gales, Kate Middleton, en su alocución, el diagnóstico de cáncer es recibido con gran sorpresa y toma tiempo digerir la noticia. Haciendo eco a las palabras de Su Alteza Real, también quiero decirles a las personas que están enfrentando esta enfermedad que no pierdan la fe ni la esperanza. En este artículo me gustaría compartir brevemente algunas de las cosas que yo tuve en cuenta mientras lidiaba con el diagnóstico y tratamiento.
Mantenerse positivo: El cáncer llega sin permiso y perturba no solamente su vida sino la de la familia. Ante un diagnóstico de cáncer, las emociones de la persona suben y bajan como una montaña rusa. El pensar que al final todo saldrá bien permite llenarse de la energía suficiente para cuando los ánimos se bajen. Al mismo tiempo, el pensamiento positivo fortalece las defensas que son necesarias para que el cuerpo pueda responder al tratamiento de forma más eficaz. Pensar positivamente permite tranquilizarse y vislumbrar luces al final del túnel. Estar positivo también facilita la comunicación con los miembros de la familia, que están tan preocupados como uno y genera un ambiente familiar más relajante.
Rodearse de buenas amistades: Las personas que prestan el hombro para llorar son importantes porque permiten desfogar las emociones negativas. Una buena amistad no solamente llora con uno, sino que también sabe escuchar prudentemente y le hace caer en cuenta a uno de cosas que uno no es capaz de ver. Mis amigas me llamaban frecuentemente para hablar de asuntos de la vida cotidiana y me invitaban a salir para que me distrajera. Esto me sirvió muchísimo para darme cuenta de que con cáncer o sin cáncer la vida continuaba. Yo tenía que seguir viviendo, afrontando la nueva realidad.
Mantener la noticia en privado: Hablar de un diagnóstico de cáncer es difícil tanto para la persona que lo padece como para la persona que se entera de la noticia. Hay que tener en cuenta que el enfermo tiene que lidiar con sus propias emociones y también con las emociones de los demás, así que es mejor mantener la noticia dentro de un grupo pequeño de amigos y familiares. Sin pensarlo, la gente puede hacer comentarios imprudentes y decir cosas que hacen daño. Personalmente, tuve que mantener la noticia en privado porque cuando la compartía, yo sentía que la gente me miraba con lástima y algunos se ponían a llorar, entonces me sentía como si me estuvieran enterrando viva. Esto no me ayudaba para nada, por el contrario, me producía mucha preocupación.
Hablar de la enfermedad y del tratamiento solamente con el personal médico: Cada tipo de cáncer es único y el tratamiento depende de diversas circunstancias. El único versado en el tema es el oncólogo y este especialista analiza la información médica que tiene disponible y con base en esto toma las mejores decisiones. Teniendo en cuenta esto, pedir consejos a personas que desconocen sus circunstancias puede causar confusión. El cáncer genera incertidumbre, así que a veces es bueno saber de personas que se han curado y del tratamiento que han seguido, sin embargo, otras veces este tipo de información no puede resultar útil. Pedir información aquí y allá aumenta la ansiedad y causa confusión porque cada persona habla desde su propia experiencia y esas circunstancias pueden ser diferentes a las que usted esté experimentando.
Ocuparse: En lugar de atormentarse, hay que ocuparse y hacer cosas productivas. Esto le ayudará a sentirse que es una persona valiosa y útil. Preocuparse no va a cambiar la realidad, por el contrario, va a quitar energía y esa se va a necesitar para sobrellevar el tratamiento. Después de la operación, los procesos de radioterapia y quimioterapia son fuertes y desgastantes, así que hay que canalizar la energía de manera adecuada. En lo posible, hay que mantenerse ocupado ya sea trabajando en una empresa, por su cuenta o haciendo tareas en casa. A mí me sirvió mucho continuar trabajando. Seguir la misma rutina me ayudó a mantener los pies sobre la tierra y a centrar mis pensamientos en lo cotidiano. Al estar ocupada no tenía tiempo para especular sobre el futuro, que de hecho es incierto no solamente para los enfermos de cáncer sino para todo el mundo.
Ella es Isabel O’Donoghue: una ‘Mujer Imparable’ que inspira a través de su libro
Mantener una dieta sana: Afrontar tanto el diagnóstico como el tratamiento del cáncer es sumamente desgastante. Al enterarme del diagnóstico a mí se me quitaron las ganas de comer y la quimioterapia puede afectar el apetito. Mi oncólogo me aconsejó que revisara mi dieta y así lo hice, empecé a consumir alimentos ricos en antioxidantes y logré tener una dieta mucho más equilibrada. Al cuerpo hay que darle los nutrientes adecuados para que pueda funcionar de manera óptima. Además, hay que entrenar el gusto para que aprenda a disfrutar nuevos sabores y texturas.
Cuidar del aspecto personal: Enfrentarse al cáncer es demoledor y debilita a la persona tanto mental como físicamente. Casi siempre la persona pierde peso y si hay quimioterapia, generalmente se pierde el pelo, no solamente de la cabeza sino todo el bello del cuerpo. Bajo estas circunstancias, mirarse al espejo puede resultar desagradable y desalentador porque uno se ve disminuido. A mí me ayudó muchísimo maquillarme, combinar bien la ropa y usar un perfume delicioso. Salir a la calle arreglada mejoraba mi estado de ánimo.
Escribir: Lidiar con sentimientos encontrados tanto de esperanza como de incertidumbre es difícil porque unos días uno tiene buen ánimo mientras que otros no. Hablar con los demás sobre esto puede ser un reto porque uno no sabe cómo va a reaccionar la gente. Hay personas que escuchan, sin embargo, hay personas que evitan el tema y si estas personas son de la familia, uno puede sentirse ignorado y aún aislado. Los mejores aliados para mí fueron definitivamente el lápiz y el papel, ahí me podía desahogar sin reserva alguna. Escribir es reparador y limpia el alma. El papel lo aguanta todo y le guarda a uno los secretos para siempre.
Descansar: Al enterarme del diagnóstico no podía conciliar el sueño. Me preocupaban mis pequeños hijos y pensar en un porvenir incierto. Una amiga me regaló un aceite de lavanda para que pusiera unas gotas en la almohada. El olor fresco y delicioso me ayudaba a relajarme y esto a su vez me permitía dormir mejor. Tanto la quimioterapia como la radioterapia producen mucho cansancio y dormir bien ayuda a que el cuerpo se recupere. A mí me sirvió mucho tomar té de manzanilla, de lavanda y de valeriana, de hecho, hoy en día antes de acostarme siempre me tomo una infusión.
Orar: Mi mayor consejo para afrontar el cáncer es orar. La oración fortalece el alma y el espíritu. Orar hace que el peso de cargar con todo lo que conlleva la enfermedad se sienta más liviano. En las escrituras hay versículos que reconfortan, yo repasaba a diario estos dos: “El que confía en el Señor no quedará defraudado” y “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Yahvé tu Dios estará contigo en dondequiera que tú vayas”. Mantener la mirada puesta en Dios aumentaba mis fuerzas. Pensar que la compañía de Dios era incondicional fortalecía mi alma, sobre todo en los momentos en los que tenía que esperar por algunos resultados de exámenes médicos.
El tratamiento genera cambios físicos y mentales. Durante una temporada bastante larga me sentía lenta y a veces torpe para realizar algunas tareas. A través de la oración me di cuenta de que Su vara y Su callado me infundían aliento como lo bien lo dijo el salmista.
La página web Statista señala que uno de cada cinco habitantes del planeta padecerá de cáncer en algún momento de su vida. Se estima que más de 30 millones de personas se verán afectadas por esta enfermedad en el 2040, y 16 millones podrían perder la vida. Lo positivo de estas estadísticas es que en los próximos cinco años la inversión global en tratamiento y prevención oncológica crecerá en un 73%, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). De manera que el cáncer llegó para quedarse y tenemos que aprender a lidiar con este de la mejor manera posible.
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*Isabel O’Donoghue es Periodista de la Universidad Los Libertadores, Colombia y Magíster en Economía de la Universidad Pontificia Javeriana, Colombia. También tiene un Postgrado en Educación (PGCE) de la Universidad de Huddersfield, Inglaterra, así como un NPQLT acreditado por el Departamento de Educación del Reino Unido. Isabel ha trabajado como docente en dos universidades de Colombia en las áreas de Español y Economía. Actualmente trabaja como profesora de español en el Reino Unido. En 2019 obtuvo el primer lugar en el concurso de cuento ‘Experiencias de mi Patria’ en la categoría abierta, organizado por el Ayuntamiento de El Espino, con el título “Compartiendo con mi abuelo en El Espino”. Isabel es una apasionada de la escritura y en su tiempo libre le encanta salir a pasear y cenar con amigos en casa para disfrutar de su compañía. Isabel tiene un canal de YouTube https://www.youtube.com/@linguamigos así como un blog académico https://linguamigos.blogspot.com/