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Con plantas, música y libros: Así se le saca el quite a la tragedia de migrar

Santiago Trujillo Peñaranda llegó a Bucaramanga hace más de un año motivado por buscar una nueva vida, hoy gracias a la venta de plantas ha logrado establecerse y tener una vida digna.

Por: Silvia Juliana Parra García. Periódico 15. UNAB. Bucaramanga

Santiago Trujillo Peñaranda migró a Bucaramanga hace año y medio motivado por familiares y conocidos. La adaptación a esta nueva vida no ha sido fácil, pero una venta de plantas en uno de los parques más concurridos de la capital santandereana le ha devuelto las ganas de surgir.

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Santiago Trujillo Peñaranda es un joven venezolano proveniente del estado Táchira, que hace parte del millón 174 mil 743 migrantes que, según el más reciente comunicado (febrero) de Migración Colombia, residen en el país. Dice ser un apasionado por los libros, la música y los idiomas, y debido a las vueltas que le ha dado la vida, a las plantas, pues en ellas encontró una forma de subsistir económicamente en Bucaramanga, a la cual llegó escapando de la crisis humanitaria que vive su país, hace año y medio.

En Venezuela estudiaba idiomas, alcanzó a cursar cuatro semestres, pero debido a las protestas de 2017, las universidades entraron en cese de actividades. “La Universidad ya estaba funcionando mal, los profesores no estaban asistiendo a las clases y me di cuenta que estaba estancado, que no iba para ningún lado, no me iba a poder graduar, pues yo apenas iniciaba mi carrera. Fue entonces cuando decidí salir de mi país”, comenta Trujillo.

La decisión de dejar a parte de su familia, amigos y conocidos no fue fácil. Con la voz entrecortada recuerda este momento que hoy lo llevó a cambiar de entorno, cultura y de vida. Supuso que esto es un reto difícil para quien se va y un profundo dolor para quienes se quedan, pero, aun así, cree que no todo es malo, le busca lo positivo a las situaciones y asegura que esta nueva etapa de su vida, en la que se vio obligado a migrar, le ha traído cosas bonitas, aprendizajes y ha ayudado a su crecimiento como persona.

Acerca de cómo fue su experiencia al llegar a Bucaramanga, manifiesta que fue extraña, ya que se sentía muy desubicado, desde la manera en la que se tratan las personas, hasta cómo cada individuo interactúa con otro, pero que con el tiempo fue aprendiendo cómo eran la ciudad y las personas, y se sintió más cómodo.

La idea de abrir un negocio para la venta de plantas en uno de los parques más concurridos de Bucaramanga –San Pío, ubicado sobre la carrera 33 con calle 45– surgió por el gusto y conexión que tiene con la naturaleza, además, porque en Venezuela tenía contacto con varios viveros y en ellos aprendió sobre cultivos y cuidado. “La percepción de las personas hacía mi negocio es genial, la mayoría llega y se sienta a hablar acerca de las plantas, algunos son de la tercera edad y me comparten su conocimiento”, asegura entre risas y satisfacción, pues para él la interacción con la gente cuando se trata de plantas siempre es muy agradable.

Dice sentirse satisfecho con su labor, ya que su trabajo le permite organizar su tiempo. “Tengo claro que si a lo mejor trabajará para alguien tendría más dinero, pero me privaría de hacer las cosas que me gustan en mi tiempo libre, y ese no es mi ideal de vida”, comenta entre risas y al mismo tiempo recuerda la frase del expresidente de Uruguay, José Alberto Mujica: “Uno compra cosas con el dinero, sino con el tiempo que invirtió para conseguir ese dinero”, mensaje que, según él, pone en práctica todos los días mientras organiza su puesto de trabajo, se sienta a leer, toca la guitarra (otra de las grandes pasiones de su vida), canta o atiende a las personas que, motivadas por la belleza de las plantas, se acercan a comprar o a hablar con él.

Al hablar de su aporte a la sociedad a través de su negocio, asegura que lo más importante que da a las personas es la naturaleza representada en una planta, pues el fiel seguidor de la energía que proviene de ellas y del ambiente limpio y agradable que generan en los lugares que habitan. Trujillo piensa que “por medio de las plantas medicinales ayudo a mejorar aspectos de la salud de las personas, a mantener una cultura que data de hace más de un siglo y, sobre todo, a alejar a las personas de los medicamentos llenos de químicos que venden las grandes industrias”.

El término xenofobia (rechazo a los extranjeros) cambia la expresión de su rostro, lo pone rígido y su tono de voz se hace más grueso, quizás, porque la situación que vive él y sus compatriotas le genera impotencia y desesperación. “Las personas piensan que uno viene a competir con ellos, a quitarles sus empleos, a hacerle más difíciles las cosas, y lo que voy a decir va a sonar feo, pero creo que ese pensamiento tiene que ver con la ignorancia, porque quienes piensan de esa forma suelen ser personas con un bajo nivel de educación”, añade. A pesar de esto, no cree que los habitantes de Bucaramanga sean xenófobos, pues, aunque sí se ha sentido excluido por parte de algunas personas, son más quienes son amables, agradables y atentas con él.

Y en medio de todo lo que ha pasado y hecho, comenta que no pierde la esperanza de volver a su país cuando se encuentre mejor, retomar sus estudios y, por qué no, empezar a estudiar música, cumplir todas las metas que tenía trazadas antes de tener que salir de Venezuela y unir todas sus pasiones para seguir siendo como hasta ahora: una persona luchadora, feliz, agradable y dispuesta a ayudar a quien lo necesite.

| Nota del editor *

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