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[Crítica] Anora: audaz, fascinante y sagaz comedia que nunca desentona

Las relaciones humanas y los conflictos de cada persona con su vida, cómo se adapta a ella y todo eso que queda en el proceso por dentro de cada uno, es el tema de una sorprendente película llena de humor negro y buenas actuaciones que la hace resaltar.

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La ganadora de la Palma de Oro en el prestigioso Festival de Cine de Cannes, Anora, llega al país en el marco del BIFF, con una historia del mismo director que hizo una joya The Florida Project (2017), que vale la pena ver antes para apreciar mejor el ritmo y el interesante desarrollo de los personajes de este director, que se encamina a ser uno de los directores más destacados de su generación.

Con estas historias el cine ha representado muchas veces a una mujer que busca una oportunidad para que pase algo extraordinario en la vida. En este caso es evidente la cercanía a películas como Pretty Woman (1990) donde una prostituta, en un cuento de hadas, se casa con un millonario y son felices para siempre.

También está la maravillosa Leaving las Vegas (1995) en donde Ben Sanderson (Nicolas Cage), se quita la vida lentamente tomando licor hasta morir, pero antes Sera (Elisabeth Shue) se enamora de proceso del autodestrucción, una de las historias de amor más desgarradoras del cine.

El director Sean Baker, dirige una película que, a mi parecer, tiene cosas destacables de estas películas, porque retoma sus factores emocionales que imprime hábilmente en sus personajes, adecuándose a los imaginarios actuales (y de siempre), evocando una sociedad llena de emociones efímeras.

La película presenta a Ani (Mikey Madison), una joven prostituta de Brooklyn, que tiene la oportunidad de vivir una historia de Cenicienta cuando conoce a un oligarca ruso de apellido Zakharov y se casan. Cuando la noticia llega a Rusia, su cuento de hadas se ve amenazado porque sus suegros parten hacia Nueva York para intentar anular el matrimonio.

A diferencia de películas con temáticas parecidas, Anora, desde el primer segundo, construye el personaje de Ani, mostrando desde su trabajo como prostituta, un paralelo de las relaciones tradicionales en donde el intercambio de bienes y servicios está presente.

La diferencia es que ella desarrolló este trueque en toda una noche y una persona común puede hacerlo en toda una vida.

Gracias a esto, los imaginarios del feminismo se revelan mientras el arco del personaje se desarrolla, adaptándose a los cambios, pues el primer acto de la película es un cuento de hadas posmoderno lleno de los pilares de la felicidad virtual como recursos ilimitados para comprar excesos y con ellos la búsqueda incesante de sensaciones.

Baker nunca hace que el drama se apodere de la trama, y el ritmo casi por completo lo construye con humor negro al mejor estilo de Snatch: cerdos y diamantes (2000), pero nunca acude a la violencia como activador.

Uno de los puntos fuertes de Anora es cómo sus personajes son capaces de relacionarse entre sí y el director es consciente de eso, tomándose su tiempo, pero sin perder el eje argumental desde la ilusión de ser algo distinto de parte de Ani, siendo esta su principal motivación.

Por momentos, Mikey Madison se pone la película en sus hombros, pero esto es con toda la intención del director, ya que es clave que ella misma deconstruya su realidad hasta influir en su alrededor.

Personajes como el de Garnick (Vache Tovmasyan) solo pretende distensionar la historia y es evidente, pero es la conexión para con otros personajes como Igor (Yuri Aleksándrovich Borísov) una de las grandes virtudes de Sean Baker, ya que logra acoplar el peso de cada personaje para impulsar el último punto de giro.

Anora es una película con personajes sólidos, con una historia sencilla, pero eficiente en su narrativa, con mensajes tan profundos como actuales, con un final que puede parecer sencillo pero elaborado, entregando al espectador una entretenida película y muy buenas actuaciones que de seguro van a valer muchas nominaciones en reconocidos premios.

Lo que más me gusto de la cinta, es la manera como Baker pone sobre la mesa temas como el machismo, la masculinidad, la posición que la sociedad encasilla a la mujer y como esta cambia desde puestos de privilegio, teniendo que arroyar a su igual masculino para ser mejor y cuestionarse cómo una sociedad construida bajo muchos parámetros desde hace décadas, estereotipa a un hombre respetuoso como idiota y a una mujer por querer algo como “perra”.

Esto, culminando de la manera más cruda, sin ideales impuestos por cuentos de hadas, ni mentiras llenas de colores. Solo un reflejo de la sociedad de la que hacemos parte y reforzamos a diario.

La cinta recuerda que existe una verdad tan cruda como la realidad de cada uno, y esta nos construye en cada momento, afectando todo lo que tenemos cerca. Por favor, disfruten de una de las mejores películas del año.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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