Por: Daniel Rojas Chía
Una metáfora social que se queda en una historia de amor humana Pixar regresa con una película de este prestigioso estudio de animación, creador de títulos memorables como Toy Story (1995), Los increíbles (2004), Buscando a Nemo (2003), o Ratatouille (2007), entre tantas.
El director estadounidense Peter Sohn se encarga de llevar a cabo esta romántica casualidad de todos estos elementos antropomórficos, en una historia donde Lewis, el personaje de agua, y Athie, el personaje fuego, encuentran las maneras de construir una relación contra toda adversidad, cuando ni siquiera tenían la posibilidad de tocarse por sus diferencias, sus familias y la sociedad. La historia transcurre en Ciudad Elemento donde
conviven habitantes de fuego, agua, tierra y aire.
Elementos involucra temas de importancia actual como los problemas raciales y la migración, pero dentro de Ciudad Elemento no se desarrollan por completo varias ideas que pudieron ser mejor explotadas, que lamentablemente se tocan de manera superficial paran centrarse en la historia de amor de los dos personajes principales.
La construcción visual de las calles y la interacción de sus personajes con este mundo, sin duda es atractiva, de la mano por la atención al detalle y al humor constante pero no excesivo, que construyen una historia donde el romanticismo toma la delantera, y la forma de cada elemento conlleva a que todos interactúen distinto con el mundo y entre ellos, una de las premisas de la película, y uno de los mayores obstáculos de los personajes principales.
Personajes como el de la familia de fuego, entregado y sacrificado por su familia, simboliza el éxodo de miles de personas alrededor del mundo por algo mejor lejos de casa. Su madre llena de misticismo y con una peculiar manera de interpretar las emociones, impulsa el personaje de Athie, pero sin salir de estándares, sin tomar riesgos.
Tenemos a Lewis que es agua, sensible como toda su familia y mejor acomodado dentro de su entorno social, con una vida de telenovela, en el marco de una historia de amor. Eso hace que se logre el cometido frente al desenlace final de la historia.
El nivel de la animación y el mundo creado alrededor de los personajes es digno de la calidad de Pixar, pero a nivel personal, la falta de arriesgar un poco con penetrándose con temas más álgidos, demuestra que esta casa matriz de la animación mundial, parece, quedó maltratada luego de la que, para mí, fue una maravillosa Lightyear (2022) que fue rechazada por razones ajenas a su calidad, que no fuera aceptada por el público en general y por la crítica, hizo que se limitaran a tocar temas sensibles con algo de profundidad.
Elementos capta la atención suficiente del público con una historia de amor en un mundo impresionante, que intenta ser atractiva, pero que termina siendo convencional. De igual manera logra momentos conmovedores hasta las lágrimas, involucrando a la familia como pilar de sus puntos de giro, sin lograr nada memorable.
Una cinta que puede disfrutar sin duda toda la familia y arrancar más de una lágrima. Una buena excusa para visitar las salas de cine.