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De caridades y teletonterías

Puede llegar a ser mas valioso enseñar a sus hijos a no hacerles bullying a las personas con discapacidad que donar $100.000 pesos.

Por: Erika Natalia Hueso

Empecemos hablando sobre lo que es la famosa Teletón: es un evento multipantalla de 27 horas de duración que tiene como objetivo el funcionamiento y mantenimiento de unos centros de rehabilitación para personas con discapacidad ubicados en Cartagena, Barranquilla, Soacha y Manizales. ¿Pero cómo se financia teletón? Es posible gracias a lo que recauda la organización.  Según los porcentajes, el 75% del total del recaudo corresponde a la ciudadanía y el 25% restante proviene de las empresas. Funciona de la siguiente manera: tiene como aliados a los canales privados Caracol, RCN y Canal Uno que aportan un espacio de 27 horas consecutivas de televisión en una serie de espectáculos donde presentan personas con discapacidad contando sus historias de vida mientras que famosos, presentadores, cantantes, actores y personas influyentes en la sociedad convencen a la población para realizar sus donaciones con el fin de brindarles ayuda a las personas con discapacidad.

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Pero qué tan necesario es hacer ver a la sociedad que son solidarios si realizan sus donaciones y que si no lo hacen no están ayudando y no se están solidarizando con la población vulnerable. ¿Por qué mejor estos medios de comunicación, canales privados, famosos, presentadores y la sociedad no nos preocupamos más por hacer que se cumplan sus derechos?  ¿o es que estos famosos que se encargan de hacer visible a la Teletón alguna vez han hablado sobre los derechos que tienen las personas con discapacidad? No, porque a ellos les conviene más victimizarlos y presentarlos como merecedores de lástima y caridad y es ahí donde se pierde el significado de lo que en realidad es la conciencia social; no los presentan como personas que tienen derechos que el Estado debe garantizarles.

En una página web que habla sobre la discriminación y la disminución de prejuicios en la sociedad (https://www.cdc.gov/ncbddd/spanish/disabilityandhealth/disability-barriers.html) vi algo que me pareció importante, aunque, la persona que lo dijo prefiere mantenerse en anonimato, y que manifestó: “Es más valioso que en vez de donarle 100.000 pesos a Teletón, una mamá les enseñe a sus hijos a no hacerles bullying a las personas con discapacidad o a no mirarlas como si fueran ‘raras’. Como yo lo entiendo no se trata solo de una donación, esto se trata de un cambio social estructural.

Entonces por qué no mejor actuamos en comunidad exigiendo que sea el Estado el primer responsable en garantizar los derechos de las personas con discapacidad, brindándoles, junto con diferentes entidades, oportunidades de trabajo, becas, mejores condiciones de vida y demás, porque de lo contrario sería posible pensar que se está infringiendo el artículo ocho de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de las Naciones Unidas que exige luchar contra los estereotipos, los prejuicios y las prácticas nocivas respecto de mujeres, hombres, niños y adolescentes con discapacidad.

¿Qué estamos esperando para quitarnos esta venda de los ojos, ese miedo de no exigir por nuestros derechos? ¿De dónde nace esa creencia tan arraigada en nuestra sociedad según la cual los ciudadanos y ciudadanas de grupos históricamente marginados deben creer en la caridad como solución ante un país donde la inclusión es una palabra incómoda?

La lástima es uno de los sentimientos que más incapacita y que no nos permite ver más allá de la discapacidad y de nuestros prejuicios, de tal manera que perdemos la oportunidad de conocer al ser humano, de distinguir y valorar su potencial; nos estamos privando de reconocer la diversidad humana y esa diferencia que nos enseña y nos enriquece.

| Nota del editor *

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