Por: Gabriel Felipe Guevara Julio, Semillero Soundterra.
Eran las 9:00 pm, y la gente estaba impaciente por ver a Saúl Hernández acompañado por Diego Herrera, Alfonso André, Marco Rentería y Rodrigo Baills. El escenario silbaba, gritaba y proclamaba la llegada de estos grandes músicos. Solo hicieron falta 10 minutos cuando el coliseo estremeció con Viento, canción con la que iniciaron su velada y la conmemoración de su álbum El Nervio Del Volcán. Amarrando al público, y deteniendo el tiempo, Caifanes tocó el nervio y el sentir de toda la asistencia en el escenario.
Después de interpretar Nubes y Para que no digas que no pienso en ti, Saúl Hernández, deleitó con su voz al público, y remató diciendo: “Caifanes a tus pies”, mientras reverenciaba a los presentes, fijándose en un cartel que decía: CAIFANES BOGOTÁ ETERNO RITUAL agradeciéndole a los primos del pueblo colombiano, y luego dijo que los gritos de alegría y los aplausos no eran para Caifanes sino para la raza.
Si pudiera describir el manejo que la banda tiene con su público, lo calificaría como conexión pura y genuina. Saúl, junto a su banda demuestra, que a pesar de ser uno de los hitos del Rock latinoamericano, su conexión y su amor por su público hacen de la agrupación lo que es, reverenciando y agradeciendo en cada oportunidad con sentimiento y entusiasmo a las personas, con la sencillez y humildad que evoca la voz espiritual de esta gran banda.
Ninguno de los integrantes queda atrás: Rodrigo Baills demostró su entusiasmo con una guitarra impecable, con una emoción que no defraudó las expectativas a lo largo de la noche, y sin una pisca de temor. Su figura se elevaba mientras tocaba Miedo, y sus riffs, acordes y solos demostraban que este gran artista quería dejarlo todo en el escenario. Diego Herrera, al que denomino como el loco y virtuoso músico de la noche, en algunos momentos llegaba a opacar a sus compañeros de escenario con las eufóricas notas que manaban de su saxofón y teclado, que conmovió al público al pedirle su ayuda para cantar el himno de Colombia acompañado de su saxofón. Este personaje demostró porqué es la columna de Caifanes, porque saca a relucir su esencia.
La velada estuvo llena de dedicaciones, homenajes, entre los cuales se encontraban el músico colombiano Chucho Merchán, y el actor y músico mexicano Juan Gabriel. Incluso hubo espacio para lecturas poéticas, cuando Saúl leyó un texto escrito como preámbulo de uno de sus nuevos sencillos titulado Inés, donde relata la historia de una chica: Inés vive cuando baila, canta, cuando se siente protegida, pero en la mañana vuelve a su abismo, que da a entender que hablar de temas que consideramos complicados, se vuelve más relevante.
Continuaron con una significativa dedicatoria para la ciudad a la que deleitaban con sus letras, que llegaba a los oídos de sus oyentes Detrás de los Cerros, canción que interpretaron en agradecimiento a los habitantes de Bogotá que llegaran entusiasmados a su concierto. “Detrás de los ceros estás tú, Bogotá”, fue la frase que conmovió e identificó al público de la ciudad con la canción.
Casi al final de esta gran velada, después de dejar a su audiencia absorta con Afuera, uno de los grandes temas de la banda, Caifanes realizó uno de sus homenajes más duros y conmovedores, un espacio dedicado a la memoria, vida y obra de Natalia Jiménez y Rodrigo Monsalve, defensores de derechos y ecologistas que fueron asesinados en 2019 en el Caribe Colombiano, un reclamo de justicia por este hecho. La madre de Natalia hizo presencia en el escenario, que se aferraba entre lágrimas y abrazos a los integrantes de la banda. Saúl resaltó la inseguridad y poca protección que han ofrecido a líderes y trabajadores sociales, injusticias de las que Natalia y Rodrigo fueron víctimas. La madre se acercó al micrófono, que entre los recuerdos de su hija que las lágrimas desencadenaban, pidió justicia por las familias, lo que motivó el apoyo del público con eufóricos gritos.
La noche finalizó con La negra Tomasa, que, aunque después de un largo concierto, las personas encontraron energías que movieron su cuerpo al ritmo de esta canción, que fuera el final del regreso de Caifanes a Bogotá.
Hay muchas cosas que hacen que un concierto se convierta en el espacio al que las personas acuden para experimentar y llenarse de pensares y sentires, un espacio donde afloran todo tipo de emociones. Algo que destaco de cada concierto, es la identidad que los marca, la identificación con nuestros pensamientos y sentires al escuchar algo que nos mueve el alma; ese riff que nos enamoró de alguna canción; esa batería que hace que nuestro cuerpo se mueva; esas palabras de aquella canción que hace que de nuestros ojos broten lágrimas de emoción; oír esa canción que nos evoca alegría, sonrisas, un amor, una tristeza y un dolor; es esta capacidad de introspección que nos brinda la música, algo tan poderoso que hace que con una sola tonada el piso se voltee y haga que hasta el cielo se caiga por nosotros.
Breve Dedicatoria.
tendría a lo mucho 10 años cuando me vino a la mente una canción que hablaba sobre dioses Ocultos. En ese momento solo le prestaba atención al ritmo, y mi madre asintió por mi buen gusto por la música, por esto, decidí seguir escuchando más de este grupo. Tiempo después llegó a mis oídos una de sus canciones, que en algunos versos evocaba la fuerza, resaltaba el amor y el sentir. Tenía un ritmo de guitarra que despierta mi emoción, que, combinado con la voz de Saúl, al escucharlo me recordaba: para que nadie te haga daño, de mis ojos corra emoción, que por mi rostro corran lágrimas mezcladas con emociones.
Este amor por la música, haber disfrutado este concierto, se lo debo a Laura, mi madre, el que escuchar a Caifanes en concierto me traiga tanta emoción se lo debo. Que al escuchar Ayer me dijo un ave, me evoca el recuerdo de una mujer fuerte que me ha enseñado que la distancia no es cansancio mientras hagamos las cosas con amor.
Te pienso, te amo, te siento, te extraño… Gracias.