¿Qué podemos esperar en un mundo tan marcado por la guerra y la violencia? Seguimos teniendo en los ojos las terribles imágenes que nos llegan desde la atormentada Ucrania, pero con demasiada frecuencia no recordamos otros conflictos olvidados, en otros focos de violencia, los muchos “pedazos” de la Tercera Guerra Mundial que desgraciadamente estamos viviendo.
Hoy es Pascua, hoy para nosotros los cristianos resucita el Príncipe de la Paz, ese Jesús de Nazaret que, al entrar en el Cenáculo donde estaban reunidos sus apóstoles, temerosos aún de verle morir en la cruz, les dice: “¡La paz esté con ustedes!”.
Que la paz esté con ustedes es el deseo que intercambiamos en este día. Para decir verdaderamente “no” a la guerra y a la violencia, no basta con hacer callar las armas y detener a los agresores. Es necesario desarraigar las raíces de las guerras y la violencia, que son el resentimiento, la envidia, la codicia. Me gusta que en estos días haya medios de comunicación, como su semanario, que decidan dar espacio y voz a los operadores de paz. Porque hay que tener el valor de “desarmar” los corazones, de “desmilitarizarlos”, de quitarles el veneno y el resentimiento.
Y también hay que tener el valor de decir “no” al rearme al que desgraciadamente estamos asistiendo, porque la verdadera paz no puede nacer del miedo. Es necesario lo que hace sesenta años san Juan XXIII, en su encíclica Pacem in terris, llamaba el “desarme integral”: el criterio de la ausencia de guerra que se basa en el equilibrio de los armamentos debe ser sustituido por el principio de que la verdadera paz sólo se puede construir en la confianza mutua.
Entiendo que para algunos estas palabras pueden sonar utópicas, especialmente en este momento. Pero no es utopía, es sano realismo: sólo deteniendo la carrera a los armamentos, que detrae recursos para luchar contra el hambre y la sed y para garantizar asistencia médica a quienes carecen de ella, podremos evitar la autodestrucción de nuestra humanidad.
Por eso, junto con mis deseos de una Feliz Pascua, repito, con palabras del Nazareno Resucitado: “¡La paz esté con ustedes!”
Fuente: Vaticano News