Por: Andrés Camargo
Aun cuando se tenga una genética saludable, la forma en que se vive puede impactar la salud física y mental.
Investigadores del UK Biobank, un biobanco ubicado en el Reino Unido que
recopila datos genéticos, publicaron un estudio en la revista Nature donde
demostraron que factores como la falta de actividad física, la alimentación,
los niveles de estrés y el declive en la salud mental, afectan el envejecimiento
biológico de las células, aumentan el riesgo de enfermedades crónicas en
pulmones, corazón e hígado e incluso reducen la esperanza de vida.

¿Qué factores se tomaron en cuenta?
El estudio identificó y catalogo 25 elementos específicos afectan la salud y longevidad. Estos se dividen en factores no modificables (Como la etnia) y factores potencialmente modificables (como el estilo de vida y las condiciones socioeconómicas).
Entre los factores con mayor impacto negativo, están el uso del cigarrillo, la obesidad y vivir en viviendas alquiladas (en comparación con ser el propietario). También se identificaron factores que contribuyen a la disminución del riesgo de enfermedades y muerte prematura. Entre ellos, vivir con una pareja (en comparación a vivir solo o con otras personas que no sean parejas), tener un empleo estable o poseer un vehículo (lo que refleja estabilidad económica).

¿Qué tiene que ver la genética?
Los investigadores determinaron que los factores ambientales y del estilo de vida explican aproximadamente un 17% del riesgo de muerte, mientras que la predisposición genética menos del 2%. Sin embargo, en enfermedades específicas como condiciones cerebrales y algunos tipos de cáncer, la genética sigue siendo relevante.
El objetivo de Austin Argentieri y Cornelia M. Van Duijn, los principales investigadores a cargo de este proyecto, era demostrar mediante evidencia y datos cuantificables que, más allá de la predisposición y herencia genética, podemos mejorar nuestra calidad de vida a través de hábitos más saludables.
Este estudio resulta innovador al cambiar la perspectiva, redirigir la conversación a elementos que pueden ser modificados e invitar a desarrollar estrategias que transformen, cambien y mejoren los entornos y condiciones recurrentes de los habitantes. Cada día se detectan más enfermedades, condiciones y patologías respiratorias, cardiovasculares y/o linfáticas, cuyo desarrollo se puede rastrear hasta los efectos de la contaminación, la alimentación alta en químicos y procesados, los hábitos perjudiciales, entre otros.

En cuanto a las limitaciones del estudio, la investigación se basó en datos de casi medio millón de participantes residentes exclusivamente de Reino Unido, lo que significa que puede existir una disparidad en los resultados en otros países y territorios. La exposición a factores y elementos del entorno se midió únicamente en un punto y tiempo en específico, y las asociaciones a estos factores reflejaron una situación de causa y efecto, lo que puede significar que hubo elementos de exposición que no fueron considerados.
Si la investigación se puede replicar en regiones diversas, donde todos los factores influyentes tengan una presencia más marcada y sean más determinantes en la calidad de vida de la población, como por ejemplo Latinoamérica o África, se podrán obtener datos más representativos. Entender cuáles factores cotidianos y hábitos del estilo de vida nos pueden afectar y, a partir de ello, generar cambios con el fin de tener un ritmo de vida más saludable puede ayudar a los investigadores a expandir el alcance de este estudio.
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