Por: Valeria Buitrago Bohórquez
Según las características machistas y patriarcales de la sociedad en la que hemos crecido, se tiende a pensar que la mujer es la única que tiene que criar a los hijos, sin importar qué y todo lo que haga el padre, referente a la crianza, es visto como “ayuda”, mas no como obligación.
Se escucha comúnmente a personas decir: “mi esposo me ayuda con las tareas del hogar”, “yo ayudo a mi esposa con el cuidado de los niños”, asimismo, la gente lo romantiza y lo halaga. Lo que no se tiene en cuenta realmente, es que la figura paterna es tan importante como la materna y aunque en la mayoría de los casos se es más cercano a la madre, eso no quita que el padre se deba librar de sus responsabilidades; él debe estar presente porque ama, cuida y protege.
Según un estudio del departamento de psicología del Centro de Ciencias del Cerebro de la Universidad de Bar-llan, en Israel, existe una red neuronal dedicada a la crianza y esta misma responde a cambios en los roles parentales. Del mismo modo, existen hombres que son conscientes de que un bebé no se trae al mundo porque sí, y que a pesar que no son ellos los que gestan, en el transcurso de la vida desarrollan un lazo muy fuerte con el hijo desde que está en el vientre; por eso, entre más cercano sea el lazo, más fuerte y empático se vuelve.
Sin embargo, son más los casos de “ayuda” y no de responsabilidad, por eso en necesario empezar a cambiar esa visión errónea que se tiene de la figura materna y paterna, iniciando desde el hogar. Así se forjan mujeres liberadas, empoderadas y que conocen su valor; también, hombres sensatos y seguros de sí mismos, capaces de asumir su paternidad.