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El show debe continuar

En el marco del Paro Nacional que inició el pasado 28 de abril en Colombia, la Copa Libertadores se disputó sin ningún tipo de restricción. Este hecho fue rechazado por periodistas e hinchas del fútbol colombiano.

Por: Jhon Wilman Conde

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El pasado miércoles 12 de mayo en el estadio Romelio Martínez de la ciudad de Barranquilla, Junior y River Plate se enfrentaron por la cuarta fecha del grupo D de la CONMEBOL Libertadores 2021.

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Pese a los avisos previos y las convocatorias para plantones y movilizaciones en las inmediaciones del escenario deportivo, el conjunto local saltaría al terreno de juego con un módulo táctico 4-2-3-1: Sebastián Viera; Fabián Viafara, Daniel Rosero, Willer Ditta, Gabriel Fuentes; Larry Vásquez, Didier Moreno, Luis González, Jhon Pajoy, Freddy Hinestroza y Miguel Ángel Borja. Por su parte, el ‘Millonario’ de Argentina formó con un 3-4-3: Franco Armani; Robert Rojas, Jonathan Maidana, Paulo Díaz; Alex Vigo, Milton Casco, Leonardo Ponzio, Bruno Zuculini;  Agustín Fontana, Federico Girotti y Julián Álvarez.

Sobre las 7:00 p.m, el uruguayo Esteban Ostojich dio el pitazo inicial en medio de los gases lacrimógenos que se hacían ver en el panorama del terreno de juego, mientras de fondo se escuchaban los estruendos y disparos.

“Creo que ha sido el partido que menos he disfrutado del ‘Tiburón’”, dice Johan, un contador de 31 años, hincha de Junior de Barranquilla desde que tiene uso de razón. “Cuando juega Junior, Barranquilla es fiesta, más de lo normal. Ese día cuando vino River el ambiente era distinto. Había partido, sí, pero las prioridades eran otras”, cuenta cómo vivió la ciudad el juego de la fecha 4 del certamen continental.

Inició el compromiso y las cartas estaban puestas sobre la mesa, Junior atacaba en dirección norte-sur y buscaba la victoria que le acortaría la ventaja de puntos ante los dos primeros del grupo: Fluminense de Brasil y River.

Los dirigidos por Marcelo Gallardo en cambio llegaban con la opción de sellar su clasificación dos fechas antes de culminar la fase de grupos. “Llegábamos con la obligación de los tres puntos. Los cachacos (Independiente Santa Fe) no iban a vencer a Fluminense en Brasil, esos son muy malos (risas), por eso los eliminamos de la Liga”, dice Johan haciendo alusión a la obligación de la victoria que tenía su equipo esa noche y refiriéndose a un casi imposible triunfo del conjunto ‘Cardenal’ sobre los brasileros que se enfrentaban en simultáneo en el estadio Maracaná.

Corría el minuto 13 y en la transmisión del canal ESPN, el comentarista argentino Diego Latorre hizo su intervención con respecto a lo que ocurría a las afueras del Romelio. “Me parece irrespetuoso hablar de fútbol cuando están sucediendo hechos verdaderamente lamentables fuera de la cancha”, señaló el periodista.

En la cancha, Miguel Ángel Borja (en tres oportunidades) y Luis ‘Cariaco’ González buscaban la forma de abrir el marcador para Junior, sin embargo sus remates fueron controlados por el guardameta Franco Armani. Por el lado de River, Federico  Girotti tuvo la primera opción para su equipo al minuto 13 con un remate que pasó desviado por el palo izquierdo del arco custodiado por Sebastián Viera.

Sobre el minuto 19 y luego de una mala entrega de Julián Álvarez en el área del conjunto colombiano, Fabián Viafara, defensor central de los rojiblancos, despejó la pelota dejándola en los pies de su compañero González quien de inmediato se la pasó a Jhon Pajoy. El 26 avanzó unos cuantos metros con la esférica y asistió a su compañero Borja mientras este ganaba la espalda de los centrales de River quedando mano a mano con Armani. El 9 eludió al portero argentino y definió abajo al palo izquierdo.

Los hinchas de Junior y demás espectadores de este partido que seguían por la pantalla del canal ESPN esperaban una muestra de apoyo hacia el pueblo colombiano por parte del jugador que incluso ha hecho parte de la Selección Colombia. Sin embargo, Borja realizó un “bailesito” que acabó con la pequeña ilusión de los futboleros de un respaldo del deportista. Johan, señala que ha sido el gol que menos ha disfrutado de su equipo: “Cuando vi que arrancó el contragolpe dije ‘aquí fue, vamos’. Borja hizo el gol pero al ver su celebración me senté en el sillón y simplemente dije ‘gol’. Pensé que tendría algo más de empatía con su pueblo, ese que lo vio nacer”.

En el minuto 23, cuatro minutos después de la apertura del marcador, Ostojich detuvo el partido por presencia de humo en el terreno de juego. Los gases lacrimógenos que lanzaba la fuerza pública hacia los manifestantes cobraban factura a los jugadores de Junior y River. Sus vistas estaban obstruidas y ardían sus ojos, incluso llegando a los banquillos de suplentes donde se vieron afectados los cuerpos técnicos.

“El futbolista participa de la sociedad, no está ajeno. Es parte de la comunidad”, señaló el periodista argentino Diego Latorre, quien desde un principio se notó preocupado por las condiciones anti-naturales en las que se desarrollaba el partido.

“Cuando el partido se detuvo por lo de los gases, pensé que se iba a terminar o que lo iban a jugar al otro día”, señala Johan. “Era una vaina difícil la que se vivía. En las pantallas veíamos fútbol, pero a nuestro alrededor se escuchaban estruendos y lamentos de la gente que estaba en las calles”, dice el joven barranquillero que reside a unos kilómetros del escenario deportivo ubicado en la Avenida Olaya Herrera.

Minutos posteriores en el partido se presentaron algunas otras opciones de gol para ambos equipos. De esta forma el juez central decretaría el final de la primera parte donde Junior vencía por la mínima diferencia a River Plate. Durante el entretiempo, las redes sociales eran críticas frente a la situación.

Muchos usuarios recordaban la noche del 6 de noviembre de 1985, cuando se ejecutó la Toma del Palacio de Justicia en Bogotá y bajo el mandato de Belisario Betancur, por el canal nacional transmitían, de forma atípica, un Millonarios – Unión Magdalena correspondiente al octogonal final del fútbol colombiano.

La semejanza del sentimiento entre dicho suceso y la noche del 12 de mayo era la muestra clara de cómo al fútbol lo querían convertir en una “cortinilla de humo” para tapar los hechos que pasaban a unos cuantos kilómetros de los escenarios deportivos.

De igual forma y ante la fuerte ola de violencia que se vivía en las calles, la situación se asemejaba a la realización de la Copa del Mundo en Argentina en el año 1978 durante el mandato de Jorge Rafael Videla, luego de derrocar por medio de un golpe de Estado cívico-militar a la presidenta María Estela Martínez de Perón en el año de 1976.

Desapariciones, torturas y un sinnúmero de asesinatos sistemáticos ejecutados por medio del terrorismo de Estado fueron puntos en común que se hallaron entre ambos contextos. Misma forma en la que se realizaron los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 durante el periodo del Tercer Reich.

El propósito de los Gobiernos fue precisamente mostrar que todo iba bien para la realización de estos eventos deportivos, escatimando por completo el estallido social que ocurría fuera.

Inició el segundo tiempo en la accidentada y terrorífica noche que atravesaba Barranquilla. Junior saltó al terreno de juego con los mismos 11 inicialistas, por su parte River mostraba dos cambios: ingresaron Jorge Carrascal y Agustín Palavecino en reemplazo de Julián Álvarez y Alex Vigo, respectivamente.

En Brasil, el otro partido del  grupo, tenía como ganador parcial a Santa Fe sobre Fluminense, resultado que favorecía al equipo barranquillero. “Yo ya ni estaba interesado en el partido y eso que los cachacos estaban ganando en el Maracaná y eso nos colocaba cerca a la posibilidad de clasificar. Pero esa pequeña dicha duró poco porque se dejaron empatar al minuto”, dice Johan con respecto a la situación que se vivía.

Sobre los minutos 49 y 51, Pajoy y Edwin Cetré buscaron la forma de aumentar la cuenta pero sus remates pasaron desviados. Bruno Zuculini, por el lado de River, intentó el empate luego de un cabezazo al minuto 53 que rechazó al tiro de esquina el arquero Viera, los estruendos no cesaban. Johan, el contador barranquillero afirmó que no salió a marchar por cuestiones laborales y de salud.

“Las protestas este año estuvieron más difíciles. Yo no pude asistir porque el ‘camello’ estaba muy acumulado y encima de eso me da miedo que el bicho ese (COVID-19) me piqué. Pero es un descontento más que entendible el que se manifiesta no solo aquí en la costa sino en todo el país”.

Los minutos restantes del encuentro entre colombianos y argentinos fueron al trámite. Uno que otro acercamiento de ambas escuadras a los arcos rivales, en las caras de los jugadores más que deseo de ganar el partido, se notaban las ansias porque terminará lo más rápido posible.

La situación de orden público no sólo afectaba la ciudad de Barranquilla. Pereira también fue centro de alteraciones y uso desmedido de fuerza pública, de igual forma la capital de Risaralda se preparaba para albergar otro partido de la Copa Libertadores: Atlético Nacional y Nacional de Uruguay, esto con el motivo que el cuadro colombiano tuvo que buscar una sede alterna ya que la ciudad de Medellín tenía para ese entonces alerta roja en cuanto a salubridad.

Llegó el minuto 90 y el despropósito que se vivió en Barranquilla estaba por terminar, Junior estaba por conseguir tres puntos vitales. En Brasil, Fluminense había derrotado 2-1 a Santa Fe, resultado que obligaba sí o sí a los ‘Tiburones’ a conseguir el triunfo para seguir con aspiraciones de clasificar. Sin embargo, el conjunto argentino acabaría con esa pequeña ilusión.

Transitaba el minuto 91 de los 5 de adición por parte del árbitro uruguayo, River consiguió un tiro de esquina por el costado derecho. Fabricio Angileri fue el encargado de levantar la pelota y el chileno Paulo Díaz, en medio de los defensores rojiblancos, cabeceó el esférico ubicándolo en el palo izquierdo del arco custodiado por Sebastían Viera.

El agónico 1-1 fue el resultado final en una noche que en lugar de tener un partido de fútbol marcado por la fiesta y euforia de los aficionados (en especial del público barranquillero), tuvo como protagonistas los estruendos, los gases lacrimógenos y los gritos de lamento en las calles de Barranquilla. “El gol de River ni rabia me dio, y eso que nos complicó la clasificación. Tenía la cabeza en otro lado, en las calles.

Pensaba que era un afortunado porque estaba en mi casa disfrutando un partido de mi Junior mientras muchos jóvenes eran masacrados afuera”, relata Johan sobre cómo vivió el empate de su equipo y su reacción post-partido. Estos mismos hechos se registraron en el mismo escenario pero con diferentes protagonistas. Dos días después, América de Cali y Atlético Mineiro de Brasil tuvieron que disputar su compromiso de la fecha 4 del grupo H de Libertadores bajo el mismo contexto de lacrimógenos y disparos.

“A mí me gusta el fútbol, me parece que es un alivio y un escape para salir de la cotidianidad. Cuando juega Junior siempre trato de acomodar mis horarios, citas y reuniones familiares para que no se crucen con los partidos. Pero contra River fue muy raro, lo que he considerado tan importante durante toda mi vida pasó a un segundo plano”. Son las palabras de Johan, un seguidor ferviente del fútbol y su club, quien cuenta cómo vivió él la situación en la que se desarrolló un partido el pasado 12 de mayo del presente año.

“Ahora esperar que pasa con esa mondá de la Copa América. Por mí que no se juegue, pero acá, infortunadamente, vale más un torneo que la vida”, señala ante la ejecución del evento continental sudamericano que tendría sede en Colombia y Argentina.

Usar el fútbol como una desviación a una coyuntura social habla del poco sentido común y la carencia de ética que tienen los entes del futbol, en este caso la CONMEBOL. Siempre han vendido un discurso de “sana competencia” pero para ellos primó el afán de mostrar que existían condiciones para albergar un evento deportivo cuando en realidad las cosas estaban muy mal.

El partido entre Junior y River no resistió de un análisis futbolístico a fondo, es difícil hacerlo cuando el contexto de los deportistas es totalmente desnaturalizado y donde no se ofrecen garantías necesarias.

Así como lo señaló Marcelo Gallardo, director técnico del club argentino en la rueda de prensa: “No fue normal, ni la previa ni durante el partido. Se jugó en situaciones muy incomodas, con gases y estruendos, fue una situación anormal en todo el sentido. No podemos mirar para otro lado”.

No obstante y para infortunio del Gobierno y Alejandro Fernández, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, el continente entero fue testigo de la barbarie que se vive en Colombia y tomaron más fuerza los motivos por los cuales se promovía la no realización de estos eventos. La Copa América sería una desfachatez en medio de la delicada situación que se vive en el país, incluso la Liga BetPlay ha tenido que parar sus fases finales, sin embargo Dimayor ha estado buscando el modo de culminarla en otro país.

“El fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes”, muchos atribuyen esta frase a Jorge Valdano o Arrigo Sacchi, histórico director técnico del AC Milán de Italia. La autoría en este momento pasa a un segundo plano, pero es la frase que más representa el sentir de aficionados y barras futboleras que han dejado de lado lo más importante de sus vidas para centrar su batalla e inconformismo frente a una situación que encierra a todos los colombianos.

El show y el negocio continuaron, pero quedará para la historia que a las afueras de un partido oficial ocurrió un atropello sistemático en contra de la ciudadanía y los de cuello blanco “se hicieron los de las gafas”. Sin embargo, ese infortunado episodio fue impulso para desenmascarar las condiciones en las que se quería llevar a cabo la Copa América 2021, porque en definitiva: no estamos para fútbol.

| Nota del editor *

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