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¿Es saludable congelar alimentos?

Te damos claves para evitar el desperdicio y alargar la vida de la comida.

Por: Margarita García- Revista Misión

Se te ha ido la mano cocinando lentejas o estaban de oferta las fresas y compraste tres cajas. ¿Qué hacer con los alimentos frescos o cocinados que nos sobran? ¿Podemos congelarlos todos? ¿Y cómo los descongelamos para que no pierdan propiedades?

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Con la orientación de Nerea Segura, del Comité Asesor del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas, te damos claves para evitar el desperdicio y alargar la vida de la comida.

Volver a congelar

¡Nunca! A menos que se trate de un producto crudo y luego se cocine a alta temperatura. Solo en este caso se podría volver a congelar.

Huevos y lácteos

Se puede congelar el huevo sin la cáscara y, por ejemplo, tapado con papel film. La yema es lo que peor se regenera. Los lácteos solo se pueden congelar si son de calidad, sin patógenos y sin alteraciones. La mantequilla y el queso, incluido el queso fresco (aunque pierde cualidades organolépticas), también pueden congelarse.

Frutas y verduras 

Con­gelar frutas en casa hará que sufran ruptura de fibras y que al descongelarlas pierdan sabor y se deformen. Sin embargo, las verduras serán igual de saludables, si son frescas ultracongeladas. Si sufren procesado previo en su composición (añadirles sal, frituras, triturados, etc.), no hablamos del mismo alimento. Lo ideal siempre será fruta y verduras frescas. Si no es posible, comprarlas congeladas es una opción saludable.

Sobras de comida

Lo ideal es congelarlas justo después de haberlas cocinado, es decir, calculamos lo que vamos a comer y, al momento, enfriamos el resto en la parte alta de la nevera (para que no caliente el resto de alimentos del frigorífico) y, luego, lo pasamos directo al congelador, tras extraerle el aire y cerrarlo herméticamente.

Alimentos sin preparar

Lo principal es que estén envasados sin aire, y en recipiente hermético. Deben limpiarse para evitar que se congelen con microorganismos: a las hortalizas y frutas hay que quitarles la tierra y los bichos; al pescado y a la carne, eviscerarlos.  Además, se ha de congelar lo antes posible para evitar romper la cadena del frío, a –18 °C o a temperaturas inferiores, ya que mejorará su preservación.

Arroz, legumbres, pasta

Para los diabéticos (y recomendable también para todos): se puede congelar el arroz, la pasta y las legumbres (amiláceos)… siempre que estén al dente, ya que, al descongelarlos y calentarlos de nuevo, se produce esa cocción final. Además, de no hacerlo así, el índice glucémico aumentaría y, por otro lado, la calidad organoléptica empeoraría.

Ultracongelado

El valor nutricional final del alimento ultracongelado (bien realizado) puede ser igual al del fresco (por ejemplo, en el caso de la verdura), ya que permite conservar sus propiedades iniciales, mantiene su estructura (que es ahí donde está la clave) y evita la proliferación de microorganismos, lo que aumenta su vida útil. Además, sortea la pérdida de nutrientes (siempre y cuando aprovechemos el agua de la descongelación) y mantiene sus cualidades organolépticas.  Y si el alimento está preparado para cocinarse, no necesita limpieza.

Descongelar

En el frigorífico, en el microondas o directamente en la cazuela. Nunca deben dejarse los alimentos a temperatura ambiente, en agua, etc., porque aumenta la proliferación bacteriana exponencialmente.

| Nota del editor *

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