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“La misericordia de Dios estuvo rodeándome todo el tiempo para salir adelante”: Marcela Ulloa

La comunicadora vivió una de las experiencias más difíciles de su vida al resultar contagiada por el COVID-19 teniendo 6 meses de embarazo. Le tocó soportar en tres ocasiones el soporte ventilatorio, es decir, tres intubaciones, mes y medio en la Unidad de Cuidados Intensivos y una cesárea de emergencia para salvar la vida de su pequeña hija.

“De la mano de Dios todo se puede”

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La situación comenzó en el mes de mayo, un día después del Día de la Madre cuando Marcela empezó a sentir algunos síntomas como fatiga y dificultad para respirar, “Todo empezó, porque la nana de mi hija empezó con síntomas como cansancio, fatiga. Al fin de semana siguiente mi hija mayor empezó con los síntomas y luego yo, eso fue después del día de la madre, empecé con malestar y ahogo. Aguanté cuatro días pero entré en pavor y luego de tener la saturación en 75 llego a la Clínica Country y se dan cuenta que tengo en proceso un coágulo de sangre en el pulmón derecho y tienen que intervenir de inmediato”.

La periodista aseguró que este virus del COVID-19 es implacable a la hora de llegar al cuerpo y contagiarse, esto porque ella menciona que durante varios meses tomó todas las medidas de bioseguridad pero el virus tocó la puerta de su casa y entró, “Yo no había salido de la casa en los 6 meses de embarazo, trataba de evitar cualquier contacto externo cuidando el embarazo, desafortunadamente por la falta de precaución y también mea culpa no haber pedido el uso del tapabocas internamente acá en la casa, la única persona que ingresaba a mi hogar era la nana de mi hija. Ustedes no se imaginan lo que se vive en cuidados intensivos, yo no salgo, no tomo, no fumo, y el virus llegó hasta acá, nadie está exento. El virus sí existe, yo lo toqué y estuve al borde de la muerte, le digo a la gente ¡cuídese! sino se quieren a ustedes al menos a sus seres queridos sí”.

Estando ya en la clínica, aislada, sin con quién hablar, Marcela asegura que cualquier conversación que una enfermera o un médico tenía con ella por corta que fuera de tiempo, era un aliciente, un empujón de ánimo para seguir luchando por su vida y la de María Gabriela que estaba en su vientre con casi siete meses de gestación. Siendo este momento el más difícil de su estancia en la clínica, ya que la niña tenía que nacer estando Marcela sedada y así fue, convirtiéndose en un milagro de vida en medio de esta pandemia.

“Cuando ingreso me entuban unos 7 días, me extuban y resulta que empiezo a desaturar por el mismo embarazo, mi cuerpo no dio y tienen que volverme a entubar y en media de esa entubación se dan cuenta que hay un sufrimiento fetal de María Gabriela y toman la decisión de intervenir el embarazo por medio de cesárea. Quedé inconsciente, anestesiada y lo único que recuerdo es que mi esposo en una de esas despertares me dijo: “mi amor van a tener que intervenir, hoy nace nuestra hija”, eso es lo que recuerdo en el lapso entre la primera y la segunda entubación. La niña nace por cesárea y estaba en cuidados intensivos neonatales y no había la posibilidad de conocerla. En ese último ‘choque’, en el último ahogo, sentí morir tenía la respiración bloqueada, entro en shock y me mandan a una tercera intubación”.

Uno de los primeros recuerdos que narra Marcela Ulloa de su experiencia durante el tiempo que estuvo intubada fue que siempre sintió una compañía a su lado, nunca supo quién era, pero ella misma menciona que ese apoyo la ayudaba a respirar y sacar fuerzas en tan difícil momento, “A mi lado derecho siempre sentía todo el tiempo la presencia de alguien en el sofá que tenía al lado, yo levantaba la cabeza en medio de la intubación y sentía que alguien respiraba a mi lado, lo escuchaba. Mientras que estuve consiente siempre tuve la sensación que alguien me acompañaba, no tengo otra palabra sino ¡Dios!; pensaba que era un médico descansando pero no veía nada, la misericordia de Dios estuvo rodeándome todo el tiempo para salir adelante. Yo agradecía cualquier minuto que me regalaban, por medio de una tabla escribía, para comunicarme y les hacía conversaciones, preguntaba por los otros pacientes y como seguía la situación, eso era vida para mi, era oxigeno para mi. Uno agradece cualquier momento, sobre todo las enfermeras, eso fue como un manantial de vida en ese momento”.

Marcela cuenta que además de la compañía de Dios que siempre estuvo ahí con ella, su esposo fue un bastión fundamental para salir adelante, ya que tenía que hacerse cargo de su hija mayor (5 años), el trabajo, la casa, ir a la clínica todos los días, etc…

“Siempre con el miedo a recaer, dije: ¡no, en esta oportunidad es la vencida, voy a salir adelante!, paso al segundo piso a cuidados intermedios, me voy recuperando y por fin me dan salida a mi casa. Ya cuando llego acá mi niña de 5 años me estaba esperando en la puerta con un ramo de flores y mi familia… ocho días después me entregaron a María Gabriela que también salió victoriosa y eso fue una emoción muy grande. Mi esposo, un hombre admirable, yo no sé si en la posición de él hubiera aguantado tanto, dividirse entre tres mujeres, dos de ellas en cuidados intensivos tuvo que dejar a un lado su trabajo y dedicarse netamente a nosotras, él fue el que me dio toda la fortaleza”.

Finalmente, Marcela le envió un mensaje a todas las personas para que no se descuiden en las medidas preventivas ni se confíen, “Lo único que les pido es que se sigan cuidando y no bajen la guardia, por el amor de nuestras familias sigamos cuidándonos, si no es por ustedes háganlo por sus seres queridos y vacúnense”. Y destacó la gran labor que viene cumpliendo todo el personal de la salud al enfrentarse al virus todos los días de frente y cuidando y sacando adelante a cada uno de los pacientes que resultan contagiados.

Aquí puede ver y escuchar el diálogo que sostuvimos con la periodista Marcela Ulloa en Panorama de UNIMINUTO Radio:

| Nota del editor *

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