Por: Gabriela Amariles, Yesica Junca, María Camila Linares y Brayan Vásquez
“Si no estás dispuesta a darlo todo, mejor ni lo intentes”, fue la frase que el entrenador de Paula Andrea Gaitán le dijo al pisar el gimnasio por primera vez. Esas palabras, repetidas una y otra vez, se quedaron grabas en su mente y se convirtieron en una orden tácita para transformar su cuerpo y su vida.
A los 27 años, con el cabello oscuro y los ojos reflejando tristeza marcada por las exigencias de los estándares sociales, Paula decidió enfrentarse a un reto constante: cambiar su cuerpo para encajar en las expectativas; sin embargo, esa búsqueda la llevó a ignorar riesgos ocultos que cambiarían el rumbo de su vida.
El consejo del entrenador era claro: consumir huevos crudos en los batidos para aprovechar mejor su proteína. Lo que Paula no sabía era que con cada vaso también ingería un peligro invisible: la salmonella. Después de varios días consumiendo estos batidos, comenzó a experimentar síntomas alarmantes: dolores abdominales, fiebre y debilidad extrema.
“El malestar era insoportable, una sensación en el estómago bastante incomoda que me impedía continuar con mi rutina diaria”, recuerda Paula. Lo que parecía una solución para acelerar sus resultados físicos terminó siendo una amenaza para su salud. La infección la llevó a perder peso, fuerza y todo el progreso logrado, dejándola postrada en cama.
Una amenaza silenciosa
La salmonella es una bacteria que vive en los intestinos de animales y humanos, y puede transmitirse a través de alimentos contaminados como carne, huevos, y lácteos son pasteurizar. Según la Dra. Stacey Rizza, especialista en enfermedades infecciosas, explica que la contaminación ocurre cuando esos alimentos: “no se manipulan correctamente o si han estado en contacto con superficies contaminadas”. Además, el contacto con reptiles y aves, que pueden portar la bacteria sin mostrar síntomas, representa otro factor de riesgo.
El Dr. Pritish K. Tosh agrega que los síntomas suelen aparecer entre 6 y 72 horas después de la exposición e incluyen fiebre, diarrea, náuseas y calambres abdominales. En casos severos la infección puede propagarse al torrente sanguíneo y causar complicaciones graves, especialmente en personas vulnerables como niños, adultos mayores o personas con sistemas inmunológicos debilitados.
Ambos especialistas coinciden en que la salmonelosis es prevenible mediante prácticas aseguras de manipulación de alimentos. En este sentido, la Dra Rizza señala que se debe evitar el consumo de huevos crudos, lavar los ingredientes de manera adecuada y mantener una higiene estricta en la cocina son claves para reducir el riesgo.
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“Recuerdo el día que decidí entrar al gimnasio. Escuchaba recomendaciones de todo el mundo, también de Instagram y TikTok. Me decían qué consumir y qué evitar, pero nunca me hablaron de los riesgos”, comparte Paula. Lo que comenzó como un intento por cambiar su cuerpo terminó siendo una lección sobre el alto precio de la perfección.
Tras meses de lucha contra la salmonella, Paula decidió replantear sus objetivos. Frente al espejo dejó de buscar la aprobación de los demás y comenzó a enfocarse en su salud. Hoy sigue una vida balanceada, con buena nutrición y ejercicio, pero sin la presión de estándares ajenos.
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