Un total de 5.587 civiles murieron o resultaron heridos en 93 ataques suicidas, 650 lanzamientos de cohetes, 1.675 explosiones de minas y 844 asesinatos perpetrados por los talibanes, afirma este documento.
“La apresurada retirada de Estados Unidos de Afganistán alentó a los talibanes a considerar la opción militar como una solución, y la inteligencia regional trató de persuadir a los talibanes para que reavivaran el fuego”, lamentó un alto cargo del ministerio al presentar el informe.
También los muyahidines, según el ministerio, sufrieron bajas considerables en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad: al menos 24.609 muertos, heridos o detenidos en estos cuatro meses.
La cifra de víctimas civiles que las autoridades afganas achacan a los talibanes es superior a las 5.183 (1.659 muertos y 3.524 heridos) que la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (Unama) documentó entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2021.
En su informe más reciente, divulgado el 26 de julio, la Unama subrayó que la cifra de civiles muertos y heridos en Afganistán se disparó un 47 por ciento en relación con el primer semestre de 2020 y revirtió la tendencia a la baja registrada en los últimos cuatro años.
Según la Unama, el 39 por ciento de estas víctimas son atribuibles a los ataques de los talibanes; el 23 por ciento, a las Fuerzas de Seguridad Nacional de Afganistán; el 16 por ciento, a los elementos antigubernamentales no identificados; el 11 por ciento, al fuego cruzado e incidentes similares; y el 9 por ciento, a los combatientes de ISIL-KP, la franquicia local de la organización terrorista Estado Islámico que, al igual que el Movimiento Talibán, está proscrita en Rusia.