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[Opinión] 9 de Septiembre, la gota que rebosó la copa

Las protestas que se llevaron a cabo anoche, son reflejo de la indignación, el dolor y la rabia, de todos los que se encuentran hastiados de la injusticia social, las masacres y el abuso del poder por parte de la policía.

Por: María Camila Rodríguez

Las jornadas de manifestación que se presentaron el día de ayer en Bogotá, dan cuenta de la indignación y el dolor que muchos sintieron con respecto al asesinato del abogado de 46 años Javier Ordóñez, a manos de dos policías, y del descontento y la inconformidad surgidas de las injusticias que en Colombia se convirtieron en el pan de cada día.

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El crimen de lesa humanidad perpetrado por los uniformados caldeó los ánimos. Esta fue la gota que rebosó la copa. Meses antes, el dolor constante en el que se sumían los corazones por las masacres que se presentaron casi a diario durante más de un mes, no dejaban de ser motivo para salir a reclamar por las vidas y la dignidad de las personas.

El panorama, sin embargo, no sólo estaba teñido de rojo por la sangre de las víctimas, el miedo, el dolor y la tristeza constante de las madres que habían perdido a sus hijos, pues a esto, se sumaba la respuesta indolente del Estado, encabezada por un primer mandatario, que ante la masacre de 9 jóvenes prometía estadios, como si el cemento fuese equivalente a la vida.

La lista de motivos parece no terminar. En plena pandemia el gobierno decidió promover una reforma laboral disfrazada de “beneficio”, a cambio de condiciones poco dignas y garantes de los derechos de los trabajadores. Además, se le asignaron 370 millones de dólares a Avianca, una empresa que ni siquiera está residenciada en nuestro país, mientras que pequeñas y medianas empresas cerraban por falta de recursos. Esto, sin contar el asesinato de líderes sociales en las zonas rurales que no cesa, el proyecto de renta básica que el gobierno no consideró, y la falta de apoyo para los estudiantes de las universidades públicas que exigían matrícula cero.

Las protestas que se llevaron a cabo anoche, son reflejo de la indignación, el dolor y la rabia, de todos los que se encuentran hastiados de la injusticia social, las masacres y el abuso del poder por parte de la policía, que se escudan en la comodidad de un discurso que apela por la responsabilidad individual de los actos que cometen, evadiendo el compromiso que existe con respecto a los casos que no son aislados, que suceden de forma sistemática con un modus operandi específico.

Por su parte, la localidad de Suba no fue la excepción, desde horas de la tarde, se sentía el furor en el barrio Compartir, frente al CAI de Fontanar. Los jóvenes llegaron con pancartas y silbatos como forma para expresar el enojo ante la injusticia. Se escuchaban las voces que clamaban para exigir respeto y garantías para la vida.

En la medida que la tarde avanzaba, los ánimos se caldeaban, y algunos de los manifestantes optaron por dejar la protesta pacífica para alzarse en acciones violentas. El CAI de Fontanar terminó con los vidrios rotos, algunos grafitis en sus paredes y una fogata en frente. Los policías no tuvieron más opción que refugiarse dentro del CAI ante el hecho, y luego, la manifestación continuó.

Ya eran aproximadamente las 6:00 de la tarde, la noche caía y pronto sería iluminada por el fuego. Los manifestantes se concentraron frente al CAI de La Gaitana, y esta vez la protesta rebasaría los límites, pronto, el sonido de las motos de la policía se hizo sentir, a la par, las voces de los jóvenes ofuscados, y en cuestión de unas horas, a un joven le habían disparado, y el CAI había sido incinerado. Los habitantes del barrio habían cerrado todos los locales de comercio, pronto los gases lacrimógenos inundaron el espacio, y algunas personas tuvieron que salir de sus casas para tomar aire.

Minutos más tarde, llegaron al lugar agentes del ESMAD, quienes armados hasta los dientes disparaban a diestra y siniestra gases lacrimógenos y otras armas. La turba se dispersó y gran cantidad de las personas que protestaban, afirmaban tener compañeros heridos, y que seguirían hacia otro barrio.

Luego de lo ocurrido, aún había algunos que insistían en continuar con las protestas. El ambiente se tornaba tenso, pues la mayoría, a pesar de su disposición y compromiso con la jornada, temían, pues ya había varios heridos a manos de la fuerza pública, como es de costumbre en estos eventos.

Y por más irónico que parezca, en pleno día de los derechos humanos en Colombia, 8 jóvenes fueron asesinados durante las protestas, y al menos 148 heridos entre civiles y policías, resultado de la violencia latente durante la manifestación. El repudio que siente el pueblo con respecto a la inequidad social, que se ha convertido en lo habitual en el país, ya no tiene lugar, no hay espacio para el silencio, ni más lágrimas para las víctimas, es hora de que el gobierno ofrezca soluciones reales a las necesidades que atañen a sus pobladores.

| Nota del editor *

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