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Pasajeros en la vía. Narrativa de crímenes y su capacidad para viajar por las esquinas de la realidad

Pescar sucesos en las periferias de un país que ronda el absurdo a niveles enloquecidos. En el cajón del anecdotario hay historias delirantes.

Por: Gustavo Campo Menco. UNIMINUTO RADIO Tolima.

La narrativa de crímenes no inventa al monstruo. El monstruo siempre ha estado ahí. Y tan está ahí, que desde que existe este género literario, los temas son recurrentes: cuentos y novelas sobre la presencia del tráfico ilegal de todo tipo de mercancías, y sobre personas y organizaciones determinando la presencia de la vida cotidiana, y todo esto, traducido en la degradación de lo criminal.

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Esos son hechos y la literatura no tiene cómo confrontarlo, cuando más, testificarlo. Pero siempre nos quedamos cortos en la competencia: literatura versus realidad. No hay manera de llegar a las profundidades del horror.

En el libro Lo peor del horror, del escritor mexicano Eduardo Monteverde, hay en el prólogo un comentario de otro escritor, Paco Ignacio Taibo II, que dice: “Mi amigo Justo Vasco tratando de encontrar una lógica en toda esta conversación de las grandes ciudades en trampas del mal, dijo, citando creo al autor ruso Leónidas Andreiev: “Lo peor del horror es que no hay horror”. La barbarie que nos circunda se disuelve en lo cotidiano, por reiteración, abuso de cabeza periodística, reportaje superficial de la televisión. Forma parte de la melaza rosa-roja-negra que nos rodea. A los más, de vez en cuando el accidente se aproxima, toca a un amigo, a un conocido, a uno mismo y ya no es monotonía informativa, es la real realidad dejándote sin aliento.”

El horror se transforma en lo peor, cuando alguien decide volverlo cotidiano. Y al ser cotidiano, desaparece. Y entonces se vuelve normal, se convierte en hábito, costumbre, entorno. Y así la cosa, parece que lo único que queda frente a esa cotidianidad es la literatura, porque tiene una forma de supresión más profunda que el periodismo. Esto sucede en la medida en que la literatura puede ir por debajo de todo eso. Como en la teoría del iceberg, en donde la punta que asoma en el agua es apenas una octava parte del resto que va en el fondo. Se entiende entonces que ese iceberg sería lo que llamamos realidad, donde la punta visible es lo cotidiano, y lo que va en el fondo, es esa otra parte de la realidad que la literatura puede narrar, por la vía de fabularla, inventarla y construirla en su ejercicio imaginativo.

Por otro lado, la literatura puede trabajar en el terreno de lo subjetivo, lo cual indica que hay un nivel de profundidad en la literatura, que el resto de los mecanismos informativos a los que tenemos acceso no alcanza a desarrollar.

Si algo está caracterizando nuestra sociedad, es la velocidad con la que nos relatan un hecho en las noticias y empezamos a ver los baches en la información. Pero no es por el trabajo de periodistas, quienes, en la mayoría de las veces, se juegan la vida. Es por algo más que tiene que ver con la industria de la información. Esto puede ampliarse con un ejemplo.

En la revista Semana, de circulación nacional en Colombia, en 2017 publicaron un artículo en la edición web del 6 de octubre, titulado “¿Qué hay detrás de la masacre de campesinos en Tumaco?” (https://www.semana.com/nacion/articulo/masacre-de-campesinos-en-tumaco-que-se-sabe/543050). La publicación aparece 24 horas después del suceso. Narra los hechos. Dice que el día anterior, 5 de octubre, 10:00 am, cerca de la vereda El Tandil, en el departamento de Nariño, más de mil campesinos protestaban para impedir una operación policial de erradicación de matas de coca y hubo un enfrentamiento donde resultaron varias víctimas.

Allí las versiones se contraponen. La Policía dice que, en medio de la protesta, delincuentes infiltrados en la protesta, detonaron minas y atacaron con cilindros explosivos. Los campesinos dicen que cuando intentaban hacer un cerco humanitario que impidiera el avance del operativo, la Fuerza pública empezó a disparar. Y el artículo plantea un interrogante, quién disparó primero, y por ello hay una investigación en curso. Hay otras versiones que involucran al ESMAD quienes lanzaron gases lacrimógenos, ante lo cual los campesinos respondieron devolviendo los recipientes de los gases, y fue allí donde la Policía respondió con fuego al creer que los atacaban. Los campesinos aseguran que ellos nunca dispararon.

Dos días después de la masacre, el 7 de octubre, el diario El País, de Cali, publica en web un reporte titulado “Medicina Legal identificó las víctimas de la masacre de Tumaco” (https://www.elpais.com.co/judicial/medicina-legal-identifico-las-victimas-de-la-masacre-de-tumaco.html). La noticia menciona a seis víctimas, con nombres y edad. El análisis de los cuerpos presenta lesiones por proyectiles. El informe lo complementan expertos en balística, quienes determinan que los disparos tienen trayectorias de larga distancia.

Una semana después, el caso de los 6 campesinos asesinados en Tumaco se disolvió en el aire. Entró al universo de la nada. Cayó en el abandono de la desinformación.

El 23 de diciembre, dos meses y medio después del suceso, el diario El Tiempo, de Bogotá, publica en web un reporte de la investigación que siguió al caso, con el titular: “Dos oficiales de Ejército y Policía, a responder por masacre en Tumaco” (https://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/cargos-a-dos-oficiales-por-masacre-de-tumaco-164636). El reporte precisa que los oficiales serán imputados con: “los delitos de homicidio agravado y homicidio agravado tentado en calidad de autores, por posición de garantes”. Y en el artículo también definen la figura jurídica en mención: “La posición de garantes se refiere al deber jurídico que tienen los comandantes, miembros de la Fuerza Pública, de salvaguardar la integridad y vida del ciudadano que está bajo su protección, en el entendido de hacer lo posible para que no se produzca un hecho evitable.” Así dice en el artículo.

Y de los campesinos masacrados, ¿qué más se sabe?, ¿quiénes eran? No se trata de nombres en una lista. Eso solo los convierte en cifras. Eran personas. Vivieron. Y de la masacre, ¿por qué fue?, ¿qué sucede en esa zona del país, que desencadena una masacre así? Toda esa información se diluye y se pierde.

Y en todo esto, ¿dónde y cómo se conecta la literatura? Recordemos la teoría del iceberg, esa donde el fondo esconde ocho veces más de lo que está en la superficie. Aquí la literatura irrumpe con la profundidad de la sumersión, y se expande con la ampliación del espacio de lo subjetivo. Así las cosas, desde los reportes policiales nos llegan las puntas de iceberg que el trabajo periodístico convierte en noticias. Aquí van algunos sucesos recopilados entre octubre y noviembre del 2021 en Tolima.

15 de octubre. Planadas, Tolima. “Personal del Gaula de la Policía Tolima e Inteligencia, con apoyo del Ejército Nacional, Fiscalía General de la Nación y la Fuerza Aérea Colombiana, logró la materialización y captura de seis (6) presuntos integrantes de la Red de Apoyo Estructura Residual GAO-r ‘Comisión Nueva Marquetalia’ frente ‘Alfonso Cano’, entre ellos un sujeto conocido como ‘Barbas’ o ‘Esteban’, presunto cabecilla principal de este grupo al margen de la ley, capturado junto a cinco personas más, conocidas como ‘John Burras’, ‘Muelas’, ‘Chiqui’, ‘Duber’ y ‘Cora’, a los cuales les figuraba órdenes de captura vigente por el delito de concierto para delinquir agravado, extorsión y desplazamiento forzado.

Esta estructura vendría extorsionando a gran cantidad de los gremios caficultores y comerciantes en general del sur del Tolima, a quienes les realizaban exigencias económicas que oscilan entre los $10.000.000 hasta $20.000.000 por víctima.”

25 de octubre. Ibagué, Tolima. “En horas de la noche se informó al sistema integrado de emergencias y seguridad 123, un posible caso de riña en el Mega Parque del barrio Nazaret, por lo que se trasladó de manera inmediata el cuadrante 13 perteneciente al CAI Salado al lugar de los hechos. Los uniformados llegan al lugar y se evidencia un posible caso de violencia intrafamiliar por lo que intentan realizar una mediación policial, sin embargo, un ciudadano involucrado en el hecho se comporta de manera agresiva con el cuadrante. Al intentar trasladar a este sujeto para procedimiento policial, personas del sector agreden a los funcionarios de la Policía ocasionándoles múltiples lesiones con objetos contundentes. “

31 de octubre. Ibagué, Tolima. “En la manzana F del barrio Primavera Venecia, capturan a dos individuos de 26 y 27 años, por ser los presuntos responsables de lesionar a un funcionario de la Policía Nacional con un arma cortopunzante. Las capturas se llevaron a cabo, cuando personal del Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes fue agredido al atender el llamado de la comunidad por una riña múltiple que se estaba presentando en el sector con armas cortopunzantes y traumáticas.”

07 de noviembre. Guamo, Tolima. “Personal de los cuadrantes se encontraban realizando planes y controles diferenciales por el barrio centro del municipio en mención, cuando fueron alertados mediante voces de auxilio sobre un presunto caso de estafa presentado sobre la carrera 9 calle 10 de esta población, lugar donde al parecer un sujeto de 54 años, mediante la presunta modalidad de paquete chileno habría realizado el cambiazo de dinero en total $12.000.000 a mujer que se encontraba en el lugar. Es así como de inmediato y en una rápida reacción policial, es interceptado y capturado la persona, a quien se le halló el dinero en mención, así mismo se le encontró 01 paquete de papel con billetes de moneda venezolana y recortes de papel periódico con dimensiones similares antes en mención.

Cabe anotar que el hoy capturado contaba con 12 anotaciones judiciales, de las cuales 07 de estas eran por el delito de hurto calificado y agravado en el departamento de Magdalena, también en Ibagué, Medellín, Pereira, Villavicencio y Neiva; por otra parte, 04 más por el delito de estafa en la ciudad de Bogotá, Neiva, Cali y Bucaramanga, así mismo 01 anotación por fabricación, tráfico o porte de armas de fuego o municiones en Popayán, Cauca.”

8 de noviembre. Ibagué, Tolima. “En el barrio La Estación, pierde la vida una mujer de 35 años, a raíz de varias lesiones generadas con un arma blanca, por un hombre de 52 años. Los hechos ocurren, al parecer, por un tema de intolerancia social. Cuando las dos personas se desplazaban por este sector, cercano al Distrito 1 de la Policía Metropolitana de Ibagué, tienen una discusión y el sujeto la ataca.

Por voces de auxilio llegan al lugar unidades de Policía del modelo nacional de vigilancia comunitaria por cuadrantes, además de unidades desplegadas en este sector, reducen al agresor y le hallan el arma. Mientras tanto, otros policías prestan los primeros auxilios a la víctima y la trasladan a un centro médico cercano donde pierde la vida. Dentro de las hipótesis que se manejan, al parecer, lo que genera la riña es por un tema de un puesto informal que tenían en la calle 15 con carrera 3.”

Son solo algunos casos. Y aquí cabe reflexionar que cuando el ejercicio de contar la realidad se hace cercano, también hay riesgos. Los del síndrome de Estocolmo; ese en donde la víctima de secuestro crea afectos con su secuestrador. Es el riesgo de que, si se profundiza en la materia del crimen, es posible que las formas más repugnantes del comportamiento humano, a alguien le resulten interesantes y atractivas para argumento de cuentos, novelas, series televisivas y películas.

Entonces es posible pensar que la realidad tiene una condición extraña, algo que podría llamarse rareza de la realidad. Y con ello, un aspecto que interesa cada vez más de la narrativa de crímenes, en especial de la novela policíaca, y es la capacidad para viajar por las esquinas de la realidad. Esa es la rareza. No va a los centros, no va al hecho central. Eso sería ir a lo obvio. Lo que atrae de la novela policiaca es la cualidad de dar la vuelta al suceso. Y con ello, lograr la posibilidad de pescar sucesos en las periferias de un país que ronda el absurdo a niveles enloquecidos.

En el cajón del anecdotario hay historias que resultarían verdaderamente delirantes. En una serie de entregas siguientes, se expondrán algunos casos.

| Nota del editor *

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