Las carnicerías, esos establecimientos donde se comercializan diferentes tipos de carnes destinadas al consumo humano, ocupan un lugar importante en los comercios debido al papel que juega su producto en la cadena alimenticia y la canasta familiar.
Si bien el consumo de carne de res ha decrecido en los últimos años, (consumo percápita 2012 era de 20,7 kg por persona, en 2017 fue de 18.1kg), el sector se mantiene. En Colombia, de forma particular en la cultura bogotana, desde el siglo XIX (aparentemente) se generó la costumbre de referirse a estos lugares como “famas”. Es común escuchar entre las familias que un padre o madre le pida a su hijo que vaya a “la fama” a comprar la carne del almuerzo.
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Cuál es el origen del término
Algunos historiadores aseguran que la asociación del término, en el mencionado siglo, se da cuando en Bogotá sólo existían cuatro carnicerías, Carnicería de las Nieves, Carnicería de Santa Bárbara, Carnicería de San Victorino y Carnicería La Fama. La última era la más popular, porque proporcionaba precios más accesibles que los de sus competidores porque adquiría sus productos directamente del ganado de los campesinos (sin intermediarios). Entonces, frases como “mijo, vaya a la fama” hicieron que popularmente se relacionara dicho término con el establecimiento. Situación comparable con los “Kleenex”, marca de pañuelos desechables.
Otros atribuyen el nombre a expresiones como “crea fama y te fiarán la carne”, aunque esta opción no es tan popular, junto con otras posibilidades de que derive de palabras árabes o chibchas que significan carne.