Por: Julieth Daniela Guerrero Mafioli, Thomas Pineda Cuervo, Julián Esteban Sánchez, Yuliana Avilés
La radiación ultravioleta (UV) es un enemigo silencioso que acecha en lugares inesperados. Más allá de los rayos solares que asociamos con el cuidado de la piel, existen fuentes artificiales de esta radiación, presentes en actividades aparentemente inofensivas como el secado de uñas en salones de belleza.
Las lámparas UV utilizadas en estos procedimientos, aunque eficaces para acelerar el proceso, pueden convertirse en un riesgo significativo para la salud de la piel, exponiéndola a un daño acumulativo que puede tener graves consecuencias a largo plazo.
Lámparas UV: una fuente inadvertida de riesgo
Las lámparas UV utilizadas en los salones de belleza emiten rayos UVA, que penetran profundamente en la piel, alterando las células y promoviendo el envejecimiento prematuro. Con el tiempo, este daño acumulado puede aumentar el riesgo de cáncer de piel, uno de los más comunes a nivel mundial.
La Dra. Mariluz Peñaloza, médica especializada en Medicina Estética y Molecular, advierte sobre estos riesgos. “La radiación UV no solo proviene del sol, sino también de fuentes artificiales, y aunque son comunes, deben usarse con precaución”, señala la especialista.
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Un riesgo invisible en la medicina estética
La Dra. Peñaloza, con formación en Medicina General en la Universidad Nacional de Colombia y una especialización en Medicina Estética en España, destaca cómo las innovaciones en este campo pueden mejorar la salud integral de los pacientes. No obstante, alerta sobre la falta de conciencia acerca de los riesgos de la exposición prolongada a la radiación UV.
“La medicina estética busca mejorar el bienestar integral de los pacientes, pero siempre debe realizarse con precaución para evitar efectos adversos,” explica la doctora. Incluso tratamientos avanzados de regeneración celular pueden verse contrarrestados por el daño acumulado de los rayos UV.
Rayos UVA y UVB: ¿qué los hace peligrosos?
Los rayos UV se dividen en UVA y UVB. Los UVA, más peligrosos, penetran en la piel causando envejecimiento prematuro, mientras que los UVB son responsables de las quemaduras solares. Ambos tipos pueden causar daños graves a largo plazo, incluidos distintos tipos de cáncer de piel.
La especialista recalca: “El daño causado por los rayos UV no es inmediato, pero su acumulación puede tener consecuencias serias”.
Impacto en la salud: más allá de lo estético
Además de los daños visibles como el envejecimiento, la radiación UV impacta la salud celular. La exposición a lámparas de bronceado o a dispositivos de secado de esmaltes puede intensificar el daño. Medicamentos como algunos antibióticos o antioxidantes también aumentan la fotosensibilidad, provocando quemaduras severas.
Por fortuna, existen tratamientos para regenerar la piel dañada. La Dra. Peñaloza menciona el uso de plasma rico en plaquetas y sueros de medicina molecular, que ayudan a reparar el daño celular.
“La prevención es clave,” insiste. Recomienda aplicar protector solar cada tres horas y tener cuidado con productos que puedan disminuir su efectividad.
Un llamado a la acción
La radiación UV representa un peligro real con efectos duraderos. Aunque la medicina estética ofrece avances importantes, es esencial tomar medidas para minimizar los riesgos. Como consumidores, debemos proteger nuestra piel tanto de la exposición natural como de las fuentes artificiales, especialmente en entornos como salones de belleza.
La protección solar no es opcional: es fundamental para preservar nuestra salud a largo plazo.
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