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Recibo un país destruido, Luiz Inácio Lula da Silva y los retos a enfrentar

“Hoy, nuestro mensaje para Brasil es de esperanza y reconstrucción. El gran edificio de derechos, soberanía y desarrollo que esta nación levantó a partir de 1988 ha sido sistemáticamente demolido en años recientes. Vamos a dirigir todos nuestros esfuerzos para reconstruir ese edificio de derechos y valores nacionales”.

“Asumo el compromiso de cuidar de todos los brasileños y brasileñas y de acabar con el hambre. Sacaré a la gente de las colas en las carnicerías para pedir huesos para comer. Lejos de cualquier nostalgia, nuestro legado será el espejo del futuro de lo que vamos a hacer por nuestro país”.

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“Asumo el compromiso de cuidar de todos los brasileños y brasileñas y de acabar con el hambre. Sacaré a la gente de las colas en las carnicerías para pedir huesos para comer. Lejos de cualquier nostalgia, nuestro legado será el espejo del futuro de lo que vamos a hacer por nuestro país”.

“Debemos

luchar con todas las fuerzas contra todo lo que hace tan desigual a Brasil. Debemos formar un frente amplio que involucre a toda la sociedad en la lucha contra la desigualdad. Es un tiempo de unión y reconstrucción de nuestro país. Hago un llamado para tener un país más justo y democrático. Pido a cada uno de ustedes que la alegría de hoy sea la materia prima de la lucha de mañana”.

“La democracia fue la gran victoriosa de nuestra elección, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados que se había visto. Enfrentamos las más violentas amenazas a la libertad del pueblo, la más abyecta campaña de odio elaborada para manipular al electorado. Sobre los vientos de democratización, decimos ‘dictadura nunca más’. Hoy debemos decir ‘democracia para siempre”.

“Ningún otro país tiene las condiciones para colocarse como una potencia ambiental, vamos a iniciar la transición energética y ecológica. Nuestra meta es lograr la emisión cero de gases de efecto invernadero y la deforestación cero de la Amazonia. Vamos a vivir sin cortar un árbol. Al mismo tiempo, vamos a denunciar todas las injusticias cometidas contra los pueblos indígenas”.

“Ningún otro país tiene las condiciones para colocarse como una potencia ambiental, vamos a iniciar la transición energética y ecológica. Nuestra meta es lograr la emisión cero de gases de efecto invernadero y la deforestación cero de la Amazonia. Vamos a vivir sin cortar un árbol. Al mismo tiempo, vamos a denunciar todas las injusticias cometidas contra los pueblos indígenas”.

“Vamos a impulsar un programa de Bolsa Familia global, más amplio y global, para sacar de la pobreza a millones de personas con hambre”.

“Vamos a dialogar en forma tripartita —Gobierno, centrales sindicales y empresarios— sobre una nueva legislación laboral. Garantizaremos la libertad de emprender, junto a la protección social. Es un gran desafío de estos tiempos”.

“Vamos a recomponer el presupuesto para la educación, vamos a invertir más en universidades, en escuelas técnicas, en la universalización del acceso a internet y en la ampliación de las guarderías y la educación de tiempo completo”.

“No toleraremos la violencia contra los pequeños, la deforestación y la degradación del medio ambiente, que tanto daño han hecho ya al país”

Los retos del nuevo gobierno de Lula

Desde lo político tendrá que lidiar con un país terriblemente polarizado y con un Congreso en contra.

El Partido de Bolsonaro tendrá la mayor bancada de diputados (99 de los 513 escaños) en el nuevo Congreso brasileño, considerado el más conservador desde que el país recuperó la democracia hace más de tres décadas: la derecha en su conjunto llenará la mitad de la cámara. Lula y su Partido de los Trabajadores (PT) buscarán mayorías con el resto de la izquierda y el centro en un Congreso fragmentado.

Otra tarea inmediata y por la cual medirán este nuevo gobierno es la reducción el hambre que pasan 33 millones de brasileños, cifra que representa el 15,5% de la población del país, una proporción bastante mayor al 9,5% de personas que pasaban hambre en Brasil durante el primer gobierno de Lula.

“Nuestro compromiso más urgente es acabar con el hambre otra vez”, De hecho, buena parte de quienes votaron por Lula esperan que repita el gran logro de su primer gobierno, cuando más de 30 millones de brasileños ascendieron a la clase media con programas sociales del Estado.

En el Brasil de Bolsonaro creció la pobreza 62,5 millones de personas en 2021, equivalentes a 29% de la población, de acuerdo a datos oficiales divulgados en diciembre. Revertir esta situación no va a ser fácil considerando la situación económica mundial donde el riesgo ya no es el juego, hay una guerra que afecta buena parte de la economía mundial, tensiones en Asia Pacífica y crisis ambiental galopante.

Un reto mayor es el económico, enmarcado en un sistema planetario en crisis. Lula prometió en su campaña la Bolsa Familia, que fue clave en su primer gobierno, y un aumento del salario mínimo.

El Congreso autorizó en diciembre gastos adicionales del gobierno por el equivalente a unos US$28.000 millones durante 2023 para financiar esos planes, así como unos US$4.400 millones extra para inversiones públicas.
Al igual que todas la economía deberá tener presente los niveles de inflación, la subida de las tasas de interés para contenerla recordando que la deuda pública equivale a un 77% del PIB. No será una situación fácil de solucionar.

De las herencias más terribles del gobierno anterior es la deforestación en la que han sumido a la Amazonía. El nuevo gobierno ha prometido cambiar la política ambiental del país para encaminarlo hacia la deforestación cero de sus biomas en 2030.

La tasa de deforestación amazónica durante el gobierno de Bolsonaro aumentó 59% respecto a los cuatro años previos, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales, la agencia pública brasileña que mide esta actividad por satélite.

Si bien la pérdida de árboles en la Amazonía se redujo 11% entre agosto de 2021 a julio de 2022, en ese período alcanzó 11.568 kilómetros cuadrados y fue el cuarto año seguido en que superó el umbral de 10.000 kilómetros cuadrados.

Muchas de esas tierras están bajo el control de la mafia, la minería ilegal, invasión a resguardos indígenas con todo lo que ello implica, y en general este deforestación solo ha traído miseria.

| Nota del editor *

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