Por: Daniel Rojas Chia
Historia de un matrimonio (Marriage Story) es una película escrita y dirigida por Noah Baumbach, que reafirma su trabajo en la búsqueda de historias que desarrollen personajes a fondo y creen actuaciones maravillosas, de esta manera ha logrado también maravillosas películas como The Meyerowitz Stories de 2017, en donde un talentoso Ben Stiller, Dustin Hoffman y una siempre impecable Emma Thompson, dan lugar a una gran película que casi pasa desapercibida por la crítica, ya que fue una de las primeras películas producidas por Netflix para su propia plataforma.
La película producida y distribuida por Netflix es protagonizada por Scarlett Johansson (Nicole), Adam Driver (Charlie), y un puñado de actores que entregan su veteranía y talento como Laura Dern, Alan Alda, Ray Liotta, Azhy Robertson, Julie Hagerty y Merritt Wever al servicio de cada plano, de cada secuencia elaborada con gran versatilidad; llevando la historia con la intención visual correcta, entre una paleta de colores opacos y planos, con muchos vacíos intencionales en la pantalla que enmarcan las situaciones de sus protagonistas y proporcionan planos secuencias brillantes que exigen a sus actores un peso dramático intenso, saliendo bien librados, ya que logran conservar los planos con toda la atención posible por parte del espectador.
Nicole (Scarlett Johansson) es una actriz con una prometedora carrera en el cine que decidió quedarse en el teatro neoyorquino para trabajar en la compañía teatral de su marido Charlie (Adam Driver), un reconocido director de teatro que se encuentra en pleno auge, pero que en ese mismo momento, tiene que lidiar con que se está divorciando. Con una química innegable por parte de los personajes y un hijo en común, la historia de amor de esta pareja se romperá a pedazos, encontrándose con todo un proceso legal hasta tener que recurrir a los abogados y tribunales para intentar conciliar una vida en común, llena de heridas abiertas.
Marriage Story nos cuenta la historia de una ruptura matrimonial y, principalmente, que un proceso de divorcio no significa una completa separación o un completo olvido, ya que la relación se desarrolla de manera difícil y solo se sostiene gracias a lo único que tienen en común, su hijo.
Los silencios, tan protagonistas en este tipo de encuentros humanos, se hacen presentes como un personaje más en la pantalla, la melancólica química que Johansen y Driver construyeron en la historia y, que en un plano secuencia, los dos son parte de una hermosa fotografía; fotografía que además es impecable en toda la cinta.
En lo que a mí parecer, es el punto cumbre de la cinta, donde los los personajes se encuentran en el apartamento de Charlie en los Angeles y es la única vez que pueden hablar dentro del desgastante proceso de divorcio, se resaltan las paredes vacías y los planos llenos de ese vacío proporcionando una atmósfera más que correcta para llevar a cabo lo que parece convertirse en una secuencia icónica del cine para este género.
Los dos personajes principales se apropian completamente de la pantalla sacando a flote su rabia y su frustración del uno con el otro, entre reclamos e insultos y en un clímax de ira donde muestran sus razones, Charlie cae rendido a su tristeza esperando ser salvado de nuevo, pero ya es demasiado tarde para eso en una habitación vacía llena de desilusión.
Otro gran momento en la cinta es donde la falta de emoción y esa poca expresividad envuelta en una melancolía seca, y de cierta manera controlada, es la del bar donde Charlie se encuentra con sus amigos, y de repente en frente de todo su equipo de trabajo y amigos, canta La canción ‘Being Alive’, que pertenece al musical ‘Company’, estrenado en 1970 en Broadway. Está canción es más que indicada, ya que fue escrita y compuesta por Stephen Sondheim, conocido por haber compuesto musicales como ‘Sweeney Todd’ e ‘Into The Woods’, muy famosos y multipremiados.
El musical ‘Company’ de donde fue extraída esta canción, relata la historia de Robert, un hombre que acaba de cumplir los 35 y vive rodeado de amigos casados mientras que él sigue siendo incapaz de comprometerse a una relación estable, muy propicia para el perfil del personaje de Charlie que es director de teatro. Un detalle lleno de encanto por parte del guionista y director Noah Baumbach.
Desde la historia de esta pareja se construyen emociones diversas con algo de humor, proponiendo ciertas etapas de las rupturas por parte del guionista.
Las emociones que el director intenta proponer en la pantalla y tratan sobre como ese “amor” se transforma dentro la misma relación, desde ese encuentro del amor propio que produce una transformación interna, hasta lo que determina una decisión de terminar con una relación. Gracias a esto, el director termina por introducirnos en la construcción de las relaciones, y como estas, en ocasiones, sufren un penoso pero necesario cambio para reencontrarse con sí mismo.
En la cinta también se muestra como cambian las emociones, desde amor hasta la resignación y la re significación, es decir: Nicole nunca dejo de amar a Charlie, pero ese amor y admiración cambió, y esa transición es uno de los ejes argumentativos de la película, culminando simbólicamente cuando amarra su zapato demostrando su cariño y su cuidado.
Antes de esa escena final, el director nos acomoda brillantemente en el inicio de la película cuando Charlie, luego de darse cuenta que ya no era parte de un lugar, cuando se encuentra con ese espacio de recuerdos familiares representados por fotografías en la casa de la mamá de Nicole, acepta finalmente que ya no hace parte de ese algo. En esa misma secuencia su hijo comienza a leer la carta que Nicole escribió sobre él en el inicio de la película, logrando a mi parecer, una de las escenas mas melancólicas y tristes que he visto en el cine para culminar una historia que nos muestra como el amor se transforma, hiere, daña y cura a la vez.
Debemos resaltar como el historia refleja la búsqueda de cada personaje que a su modo se da cuenta como una persona se pierde en la otra, bajo la estela de una familia y el intrincado reto de criar y de alguna manera, mantener una familia unida por la necesidad de un hijo o el respeto y el amor por el otro, que siempre será parte importante por lo que represento en su vida.
Al mismo tiempo, podemos resaltar el contundente final de la película, donde ese cariño o amor visceral se transforma en cuidado y en reconocimiento por el otro, pero queda claro que definitivamente ya no va a estar allí siempre porque todo cambia y todo se transforma. y se ve reflejado también en como en una de las escenas finales de la película cuando finalmente están celebrando halloween juntos, él esta disfrazado de fantasma y el resto de sus familiares estas disfrazados de los 4 Beatles en el submarino amarillo pero el cual no hace parte, describiendo visualmente una triste pero divertida manera de verse a si mismo.
Una película franca y sincera, sin ser pretenciosa y gracias a ello, construye una narrativa visual cercana y siempre bien equilibrada, con una historia sencilla que va tomando complejidad gracias a sus personajes y sus impecables interpretaciones, hacen todavía más bella la impactante fotografía y el adecuado uso de los colores opacos para construir una atmósfera adecuada que da cuenta de la separación de los personajes mientras avanza la película, y la hace más cercana al espectador.
Todos los actores de la película hacen lo que se necesita hacer para no desequilibrar en ningún momento el peso dramático de los protagonistas, reconociendo una maravillosa dirección por parte de Noah Baumbach que hasta este momento muestra su experiencia en este tipo de historias y culminándola hasta este momento, como un seguro candidato a los premios Oscar como uno de los mejores directores del año.