Por: Brayan Stiven Vásquez Corredor, Integrante del semillero laboratorio Sound Terra
Según el Instituto Distrital de las Artes (IDARTES), el evento contó con la participación de 320 músicos y 181 bailarines que, con su entrega, transformaron el parque en una pista de baile a cielo abierto.
Artistas de la talla de Tito Nieves, Rey Ruiz y la legendaria Orquesta Original de Manzanillo iluminaron el escenario trayendo consigo el sabor y la historia de la salsa. Los asistentes, desde los más veteranos salseros hasta las nuevas generaciones, se sumaron a esta fiesta, bailando con la pasión que ha caracterizado a este género por décadas.
El lema El otro barrio de la salsafue un homenaje a los orígenes humildes y auténticos de este género musical, recordando que fue en los barrios de América Latina donde la salsa nació, creció y se consolidó como una de las expresiones culturales más influyentes del continente.
El festival destacó cómo la salsa sigue siendo una herramienta poderosa para la resistencia cultural, la identidad y la celebración de la vida en comunidad, conectando a millones de personas a través de generaciones y fronteras.
María Claudia Parias, directora de IDARTES destacó la importancia de esta edición especial: “Salsa al Parque es un espacio de convergencia cultural mediante el cual celebramos y compartimos las diversas manifestaciones de este género que nacen en los barrios. Este año contamos con la participación de destacados artistas locales, nacionales e internacionales, colectivos de danza y apasionados coleccionistas de discos”, que reafirma el papel del festival como puente entre la música y las historias de los barrios.
Este año, además de la música y el baile, Salsa al Parque ofreció nuevas iniciativas que integraron el arte y la responsabilidad ambiental. La propuesta Adopta un Frailejón, liderada por la organización internacional Cumbres Blancas, invitó a los asistentes a comprometerse con la protección de los ecosistemas de alta montaña, demostrando que el festival busca resaltar la cultura musical, y fomentar la conciencia ambiental.
Con una rica historia que celebra el barrio como cuna de la salsa, la 25ª edición de Salsa al Parque fue un reflejo del espíritu de Bogotá, ciudad que, al ritmo de la música, sigue conectando el pasado, presente y futuro de su identidad cultural.
Notas que navegan por el arroyo del tiempo
Foto: Brayan Vásquez
Salsa al Parquenació en 1997como una iniciativa para consolidar la salsa como un pilar fundamental de la agenda cultural de Bogotá. En principio, este evento gratuito se planteó como una plataforma para darles visibilidad a los artistas locales que, con mucho talento, pero con pocos espacios, buscaban un lugar en la escena musical. Desde su primera edición en el Parque Simón Bolívar, el festival fue recibido con entusiasmo por una ciudad que tenía conexión profunda con la salsa.
En las primeras ediciones, el foco estuvo puesto en artistas locales, que conectaron con nuevas audiencias y fortalecieron una escena musical que, aunque vibrante, carecía de mayor proyección nacional e internacional. Desde entonces fue un trampolín para que muchas agrupaciones bogotanas comenzaran a consolidarse.
Con el paso de los años, el festival creció de manera exponencial en tamaño y en alcance. De ser un evento centrado en la escena local, comenzó a atraer a artistas de otras partes del país y de toda América Latina, fortaleciendo los lazos entre Bogotá y las raíces de este género.
El festival ha sabido reinventarse con el tiempo, respondiendo a los cambios culturales y sociales. Desde 2000, ha incorporado una diversidad de actividades que van más allá del concierto central, que incluyen espacios educativos y de formación en torno a la música y la danza, talleres de salsa, conversatorios sobre la historia del género, clases magistrales con grandes músicos y espacios para la integración familiar.
Vivir la salsa más allá de la música
Foto: Brayan Vásquez
De los aspectos más destacados de Salsa al Parque es su capacidad para combinar lo musical con lo cultural y lo social. Para esto, el festival ha desarrollado el concepto del ZAE o Sistema de Apoyo al Emprendimiento, que incluye varias zonas dedicadas a enriquecer la experiencia de los asistentes.
Los números respaldan el éxito del ZAE. La Zona de Arte y Emprendimiento generó ganancias por más de 32 millones de pesos para los emprendedores locales, y el programa Libro al Viento entregó más de 3.540 ejemplares durante el evento, según boletín de prensa de IDARTES.
Este escenario se convirtió en un escaparate para artesanos, emprendedores y pequeños negocios locales, con una amplia variedad de productos inspirados en la salsa y la cultura latina. Esta iniciativa les permitió a los asistentes adquirir productos únicos, y contribuyó a dinamizar la economía local.
“Queremos que el festival sea percibido como un espacio amplio donde se encuentren las diferentes expresiones de la salsa”,afirmó Paola Valdivieso, curadora de esta edición. Y así fue. Además de los reconocidos artistas nacionales e internacionales, el festival contó con la participación de talentos locales como Kabala Ensamble, El Santos, Mar Caribe y La Radio Bembé, que demostraron la riqueza y diversidad de la escena salsera bogotana.
La oferta del ZAE fue más allá. La Zona de Cultura ofreció talleres de baile, charlas sobre la historia de la salsa y exposiciones artísticas, un espacio de aprendizaje y disfrute para los amantes de este género. Además, la Zona de Discos y Vinilos fue un paraíso para los coleccionistas, que pudieron encontrar auténticos tesoros musicales como clásicos de la salsa y rarezas de vinilo, encuentros que además de adquirir discos, les permitió conversar con otros aficionados, intercambiar historias y recuerdos sobre sus artistas y temas favoritos.
Salsa al Parque 2024 fue más que un concierto: fue una fiesta de la cultura, un escaparate para el talento local y un espacio de encuentro para la comunidad. Con su enfoque en la diversidad y la inclusión, el festival reafirmó su posición como uno de los eventos más importantes de la ciudad.