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Sebastián Martínez López, el barista de 20 años que revoluciona el café de Colombia

Su historia apenas comienza, pero ya ha demostrado que cuando la pasión se encuentra con la disciplina, y cuando el talento se combina con la humildad, los resultados pueden ser tan sorprendentes como esos cafés que "no saben a café". Entrevista con el Campeón Nacional de Café Filtrados.

En el corazón de Circasia, Quindío, donde las montañas se visten del verde y rojo intenso de los cafetales, Sebastián Martínez López ha escrito una historia que parece sacada de una novela del mismísimo Gabo. Con apenas 20 años, este joven se ha convertido en el Campeón Nacional de Cafés Filtrados 2025, un título que lo convierte no solo en el embajador de una tradición centenaria, sino en el rostro de una nueva generación que está redefiniendo lo que significa ser colombiano en el mundo del café de especialidad.

La historia de Sebastián no comenzó con grandes sueños cafeteros. “Yo salí del colegio en el 2021 a los 16 años y yo no sabía qué hacer. No tenía una carrera para la universidad, no sabía qué hacer”, recuerda con sinceridad. Fue entonces cuando tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre: “Dije, bueno, voy a aprender a hacer café mientras decido qué hago”.

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Lo que comenzó como una pausa para encontrar su camino se transformó en una pasión que lo llevaría a competir al más alto nivel. En solo tres años desde que comenzó en el barismo, Sebastián logró lo que muchos persiguen durante décadas. Su triunfo no es solo personal; es el testimonio de que “en el café de especialidad hay muchas oportunidades laborales” y que la edad no es barrera para alcanzar la excelencia

Sebastián Martínez López. Foto: Instagram de Coffe Media

Disciplina de campeón

Detrás de cada taza que Sebastián prepara hay una rutina que roza la obsesión. Su entrenamiento es una sinfonía de precisión matemática: 4.2 kilogramos de café al mes solo en las rutinas básicas, que se extienden hasta 10 kilogramos mensuales considerando las validaciones y ajustes. “Hay que hacerlo una vez y otra vez y otra vez y otra vez, cientos de veces hasta que el día de la competencia sea tan natural”, explica con la convicción de quien entiende que la maestría requiere sacrificio.

Sus días comenzaban a las 5:00 de la mañana para entrenar, seguidos de una jornada laboral completa en la tienda “Artesano, consciente y saludable” en Circasia. “Muchas veces yo antes de ir a la final dije, no, yo no quiero ver esto. No voy a seguir porque tenía que madrugar, entrenar, después ir a mi lugar de trabajo, llegar cansado, hacer cosas por la noche”, confiesa. Pero su filosofía de vida es clara: “Si uno tiene un sueño, si uno tiene un objetivo, ya sea con las uñas, con lo que tenga al alcance, ir por él, porque solamente uno mismo puede alcanzar las metas que se propone”.

El arte de los cafés que “no saben a café”

En el mundo de Sebastián, los cafés trascienden la percepción tradicional. El café con el que conquistó el campeonato fue una mezcla de dos cafés: variedad Sudan Rume, proceso Black Honey yun Geisha proceso lavado, cultivado por Edwin Noreña en la finca Campo Hermoso. “Encantaron a los jueces con notas y sabores como romero y albahaca, con un olor a cocada, notas como a lulo, piña, manzanilla”, describe con el entusiasmo de un poeta hablando de su verso favorito.

“A veces digo que son cafés que no saben a café, pero son sorprendentes, muy, muy diferentes”, explica Sebastián, desafiando las concepciones tradicionales de lo que debe ser una taza de café. Estos granos especiales, procesados con técnicas innovadoras, representan la evolución de una industria que se atreve a experimentar mientras honra sus raíces.

Sebastián ante el grupo de jurados. Foto: Instagram de Coffe Media

Más que un barista será un embajador cultural

Para Sebastián, ganar el Campeonato Nacional de Cafés Filtrados significa mucho más que un reconocimiento personal. “Lo más importante que se consigue es la oportunidad de representar a Colombia ante el mundo“, afirma con orgullo. Su misión trasciende la preparación de café; se ha convertido en un embajador de un país que tiene “mucho más que ofrecer de lo que las noticias muestran, de lo que la televisión muestra”, asegura.

“Colombia tiene para ofrecer cultura, tradición, gastronomía, entre el café”, enumera con pasión. Su sueño es claro y ambicioso: traer el primer trofeo Mundial de Cafés Filtrados a Colombia, demostrando que el país no solo produce excelentes cafés, sino que también tiene “excelentes baristas, excelentes catadores”.

El reconocimiento a los verdaderos héroes

Una de las características más admirables de Sebastián es su humildad y reconocimiento hacia quienes hacen posible su arte. “El reconocimiento más importante no es el que prepara, pero sin el caficultor nosotros no existiríamos“, reflexiona. Para él, los baristas son “los encargados de convertir esta materia prima que un caficultor genera y entregarla, conectarla al consumidor final”.

“Yo creo que también son las personas que se deberían laurear más en este ámbito, en estas competencias, ya que sin ellos no existimos nosotros”, añade.

Sebastián es consciente de los desafíos que enfrenta la industria cafetera colombiana. “En el país tenemos un problema de relevo generacional muy grande”, reconoce. Los jóvenes están migrando del campo a la ciudad, pero él confía en el trabajo de instituciones como la Federación Nacional de Cafeteros y Cafés de Colombia, que “están incentivando a que los jóvenes vuelvan al campo o que se queden en el campo”.

A través de programas de estudio, becas, ayudas para el sostenimiento de fincas, educación financiera y tecnología, estas instituciones están “haciendo una ardua labor” para preservar la tradición cafetera. Colombia es “uno de los únicos países que tiene este sistema donde aseguramos una compra, donde aseguramos una venta al campesino”.

El precio de la excelencia

La pasión por el café de especialidad tiene su costo. Una greca puede costar fácilmente entre 250 mil pesos y 1 millón de pesos colombianos, mientras que los métodos de preparación oscilan entre 100 mil y 200 mil pesos cada uno.

“El café de especialidad sí tiene futuro”, asegura, “pero también hay que diversificarse”. No se puede vivir solamente de competencias; es necesario “saber tostar, saber catar, ofrecer diferentes servicios”. Para él, el café es “una de las industrias en las que más se tiene que sacrificar al principio: tiempo, dinero, cansancio”.

¿Qué es un café filtrado?

Una de las reflexiones más hermosas de Sebastián es sobre cómo los métodos filtrados están presentes en la cotidianidad colombiana desde hace décadas. “Los coladores de tela que muchas familias tienen en los hogares, eso es un método filtrado”, explica. “Nosotros hemos tenido filtrados de muchísimos años, décadas, el ejemplo es el colador de la casa”.

Para él, no se necesita “un café súper especial del más alto puntaje; no, el mejor café del mundo es el que más le gusta con canela, con panela, con lo que usted le quiera colocar”. Esta filosofía conecta la sofisticación de las competencias internacionales with the warmth of family traditions.Archivo-de-audio50.pdf

¿Qué viene para Sebastián Martínez López?

Mientras se prepara para el Campeonato Mundial en Bélgica el próximo año, Sebastián continúa su labor diaria en la tienda “Artesano, Consciente y Saludable” en Circasia. A través de su Instagram (@sebastian_martinez_lopez), promueve el café “Contemporáneo”, con el cual está “recorriendo recursos para ir al mundial”.

Su consumo diario de café es épico: “En vez de hablar de cuántas tazas, más bien hablemos en litros, porque entrenando uno se puede llegar a tomar dos o tres litros o hasta más”. Afortunadamente, confiesa entre risas, “el café no me afecta tanto” para dormir.

En cada taza que prepara, Sebastián no solo filtra café; filtra sueños, tradiciones y el futuro de Colombia.

| Nota del editor *

Si usted tiene algo para decir sobre esta publicación, escriba un correo a: jorge.perez@uniminuto.edu

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