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Son niñas no esposas: El fin del matrimonio infantil y las uniones tempranas

El matrimonio es una institución a la que, culturalmente, se le ha dado un valor significativo.

Por: Laura Camila Cárdenas Cuervo y Danny Cecilia Prieto Solano. 6.º semestre

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Hace algunos siglos era considerado como una unión acordada entre familias que brindaba estabilidad y estatus social; con el tiempo se ha convertido en un acto de amor entre dos personas que desean compartir sus vidas.

Sin embargo, hay prácticas como el matrimonio infantil que amenazan la vida y el bienestar de niños, niñas y adolescentes en el mundo. Las uniones tempranas o matrimonios forzados contraídos por una persona menor de edad constituyen una problemática que viola los derechos fundamentales de la niñez y la adolescencia. Esta práctica es perjudicial porque trae consigo consecuencias a largo plazo que perpetúan la desigualdad de género y la pobreza, reducen las posibilidades de acceder a la educación y al empleo, y pone en riesgo la salud física y mental de mujeres y hombres.


En un informe sobre matrimonio infantil y uniones tempranas en Colombia del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señala que en 2018 en América Latina y el Caribe, una de cada cuatro mujeres jóvenes contrajo matrimonio por primera vez o estuvo en una unión temprana antes de los 18 años, situación que no ha cambiado en los últimos 25 años. Colombia ocupa el puesto 20 en el mundo en cuanto a niñas y adolescentes casadas o unidas antes de los 15 años y el puesto 11 en América Latina y el Caribe en cuanto a jóvenes casadas o unidas antes de los 18 años, por debajo de países como Nicaragua, Honduras, y Cuba, y por encima de México, Ecuador y Perú.

Los matrimonios y uniones infantiles, tempranos y forzados (MUITF) tienen un impacto social en niñas, niños y adolescentes del país. Este es un fenómeno que afecta principalmente a niñas y adolescentes mujeres, que se ven inmersas en múltiples factores como la violencia de género.

Según la encuesta integrada de hogares (GEIH) de 2009 en el país, el 0,7% de niñas entre 10 y 14 años estuvieron en algún tipo de unión forzada, mientras que en los niños la cifra fue del 0,1%. Esta situación se mantuvo e incluso aumentó con el tiempo; en 2018, las niñas menores de 15 años en uniones tempranas representaron el 1,8%, y los niños un 1,6%. No obstante, en 2019 se evidenció una reducción significativa en los porcentajes del matrimonio infantil frente al año anterior. En este año solo el 0,3% de las niñas y el 0,0% de los niños estaba en esta situación. La reducción para ambos géneros fue del 3,1%, con una disminución de 1,5 puntos en niñas y 1,6 puntos en niños.

Los jóvenes también se ven afectados por esta práctica, ya que las brechas sociales en determinados contextos varían según sus necesidades. Es decir, las niñas, niños y adolescentes entre 15 y 18 años son vulnerables de estar inmersos en un MUITF. En 2018, el 4,8% de mujeres y el 2,0% de hombres menores de 18 años contrajeron matrimonio, lo que evidencia una amplia diferencia entre los dos sexos. Para 2019, el 88,0% de las menores entre 15 y 18 años estaban en unión libre, una de las prácticas más recurrentes en Colombia.

Las zonas rurales del territorio son las más vulnerables; de acuerdo con el informe Situación de las Mujeres Rurales en Colombia del DANE, en 2022 el 7,8% de las niñas y adolescentes entre 10 y 18 años estaban casadas o unidas en estas áreas, sin embargo, aunque muchas no estaban casadas, sí vivían en pareja desde hacía dos años o más, en comparación con el 2,9% en zonas urbanas y el 4,1% en la totalidad del país.

El matrimonio infantil y las uniones tempranas también están presentes y tiene prevalencia en los grupos étnicos. De acuerdo con el censo Nacional de Población y Vivienda (CNPV) de 2018, en el grupo de edad de 10 a 14 años, el 3,8% de las niñas y el 3,2% de los niños que se identificaron como indígenas han estado en una unión libre; para las mujeres y adolescentes de 15 a 19 años los porcentajes aumentaron al 23,8% en contraste con el 8,2% en hombres adolescentes.


Por otra parte, para niñas y niños que se identificaron como Afrodescendiente, Raizal, Palenquera/o, Negra/o, el 2,5% de las niñas y el 2,1% de los niños estuvieron en un matrimonio forzado. Para las edades entre 15 y 19 años, el 18,2% corresponde a mujeres adolescentes y el 6,2% a adolescentes hombres.


Desde una perspectiva geográfica, los departamentos con las tasas más altas de matrimonios infantiles y uniones tempranas se concentran en diversas regiones del país. En niñas entre 10 y 14 años, las zonas más afectadas son Vichada (5,3%), Amanzanas (4,3%), Chocó (4,2%) y Guajira (3,9%). En el caso de los niños de edades similares, los departamentos son los mismos, pero los porcentajes varían ligeramente: Vichada (4,2%), Amazonas (3,9%), Guajira (3,8%) y Chocó (3,7%).

En cuanto a las mujeres adolescentes entre 15 y 19 años, las regiones con más predominancia son nuevamente Vichada (29,8%), Magdalena (24,5%), Arauca (24,0%), Cesar (23,8%) y Guajira (23,2%). Sin embargo, los departamentos con mayor incidencia en hombres adolescentes de este rango de edad cambian, Atlántico (23,2%), Bogotá (22,8%), Bolívar (22,6%), Boyacá (22,3%) y Caldas (21,9%). Los índices de matrimonio infantil y uniones tempranas aumentan significativamente durante la adolescencia en comparación con la niñez: en mujeres esta diferencia alcanza un 107.6%, mientras que en hombres es del 97.2%.


Guajira es de los departamentos más afectados por la práctica del MIUTF, pues las comunidades Wayuu funcionan bajo sus propias normas sociales, es por eso por lo que las niñas que habitan en esta región al cumplir 10 años, o al haberse desarrollado, son aptas para contraer matrimonio. En muchas ocasiones las niñas Wayuu son obligadas a casarse con hombres que duplican su edad; en otras ocasiones son vistas como un objeto que sirve como dote e intercambio por 20, 30, 50, o, incluso, 100 chivos.

Nota publicada por El Espectador sobre el matrimonio infantil, relata la historia de Adriana Pushaina Epinayu, una mujer que se casó a los 14 años y se convirtió en madre a los 17. Fue víctima de violencia, maltrato y machismo. Menciona que gracias al Movimiento Feminista de Niñas y Mujeres Wayuu, del cual ahora es parte, logró transformar su realidad, empoderarse y adquirir más herramientas para valerse por sí misma. Aunque en su momento decidió casarse a edad temprana, resalta que lo vivido en su matrimonio evidencia cómo se normaliza la violencia de género y enfatiza en que el matrimonio infantil es un abuso contra los menores.

Las consecuencias psicológicas que trae consigo el matrimonio infantil marcan el crecimiento y el desarrollo psicosocial de niñas, niños y adolescentes. El imaginario social que permea la sociedad indica que la niñez acaba a los 14 años o menos, lo que posibilita la naturalización de estereotipos sobre las mujeres y los hombres. La transición de niña a mujer hace que las adolescentes adquieran una responsabilidad de vida adulta, reforzando su papel en espacios relacionados con labores del hogar, maternidad y matrimonio. Así mismo, los adolescentes hombres fortalecen sus roles de liderazgo, fuerza y masculinidad.


Jesica Fierro, psicóloga clínica especialista en niñez, adolescencia y familia afirma que algunas de las implicaciones psicológicas del matrimonio infantil en niños, niñas y adolescentes pueden variar, e incluyen pérdida de autonomía en la toma de decisiones, deterioro de la autoestima y la generación de traumas a largo plazo como ansiedad, estrés postraumático y dificultades para relacionarse en su entorno social. Además, los menores pueden verse forzados a asumir responsabilidades que no corresponden con su edad.

Esta práctica no solo supone las implicaciones psicológicas ya mencionadas, también influye en el desarrollo emocional y mental de los menores de edad, por tratarse de decisiones que provienen de patrones culturales, económicos y sociales que no están bajo su control, y que además de que pueden influir en la formación de su identidad, se convierten en un obstáculo en el entorno académico y pueden provocar traumas emocionales como depresión que muchas veces se manifiesta a través del cuerpo.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) registra que entre el 2019 y el 2022 se abrieron 451 procesos administrativos de restablecimiento de derechos a favor de niñas, niños y adolescentes debido a uniones o matrimonios tempranos. El entonces subdirector de la entidad, Andrés Camelo, señaló que en 2022 se implementaron programas y estrategias enfocadas a la prevención del matrimonio infantil y destacó cinco retos clave para prevenir estos sucesos: el fortalecimiento y acompañamiento territorial, la articulación con comunidades étnicas, el robustecimiento del sistema de información, la ampliación de recursos para la concienciación y la continuidad en la no admisión de los matrimonios infantiles, con el fin de deconstruir imaginarios que legitiman estas prácticas.


La psicóloga Jesica Fierro enfatiza en que es importante hacer un seguimiento psicológico entre las víctimas de MUITF para ayudarles a entender la situación en la que están o estuvieron inmersos. Asegura que mediante la terapia psicológica es posible construir un ambiente más seguro donde se traten aspectos como manejo de la culpa, carga emocional, fortalecimiento de la autoestima y toma de decisiones. Resalta que concienciar y prevenir sobre los riesgos de las uniones tempranas es un compromiso social. Agrega que una forma de mitigar este fenómeno es a través de campañas psicoeducativas en comunidades donde la práctica sigue siendo persistente, la implementación de talleres de sensibilización para padres de familia, niños, niñas y adolescentes, y lo más importante, fortalecer la psicoeducación dentro de los derechos y deberes en las zonas donde hay mayor resistencia.

En la actualidad el 23% de niñas y adolescentes se casan o se unen antes de los 18 años. En zonas rurales al igual que en las comunidades indígenas, las prácticas del matrimonio infantil prevalecen entre el 30% y el 40%. Aunque en muchos países el matrimonio infantil está prohibido, en Colombia según el Artículo 117 del Código Civil establece que los menores de edad pueden casarse con el permiso de sus padres legítimos o naturales. Eso significa que esta problemática aún no prohíbe las uniones tempranas entre niños, niñas y adolescentes menores de 18 años sin ninguna justificación específica.

La UNICEF, Girls Not Brides, Save the Children, UNFPA, entre otras, son organizaciones que a lo largo del tiempo han estado comprometidas con la erradicación del matrimonio infantil y trabajan en el mundo junto con gobiernos y comunidades para garantizar que la niñez y la adolescencia tengan la oportunidad de desarrollarse sin ser sometidas a estas prácticas.

Al Congreso de Colombia se ha presentado ocho veces el Proyecto de Ley 155/23C-164/23C, más conocido como, Ley Son niñas No esposas, iniciativa liderada por las representantes a la Cámara Jennifer Pedraza y Alexandra Vásquez. Después de varios tropiezos, la propuesta legislativa fue aprobada luego de cuatro debates en la Cámara de Representantes y en el Senado, el pasado 13 de noviembre de 2024 fue aprobada, hecho que le da fin al matrimonio infantil y las uniones tempranas en Colombia.

El Proyecto de Ley Son niñas no esposas cuenta con dos enfoques. Por un lado, busca promover la prevención e implementar campañas pedagógicas a través de políticas públicas, como el Programa Nacional de Proyectos de Vida para infancias y adolescencias, con el fin de crear espacios libres y autónomos. Por otro lado, plantea cambios de legislación en el Artículo 117 del Código Civil el cual quedará redactado de la siguiente manera: CAPACIDAD PARA CONTRAER MATRIMONIO. Tendrán capacidad para contraer matrimonio sólo los mayores de 18 años. Además, se aprueba la nulidad del matrimonio cuando se haya contraído con un menor de edad. Esta ley es un gran paso para reducir los índices de desigualdad, violencia sexual y maltrato.

La ley está a la espera de ser sancionada por el presidente Gustavo Petro. Este es un evento histórico para Colombia porque permite reconocer los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes; fortalecer el marco legal instituciona; invertir en sistemas de protección y derechos; abordar las causas estructurales de esta forma de violencia; e involucrar a la niñez y a adolescentes en la toma de decisiones sobre políticas públicas que afectan sus vidas. La senadora y ponente del proyecto de ley, Clara López, asegura que: “la aprobación de esta iniciativa, que prohíbe el matrimonio infantil, es un gran avance porque va acompañado de una política pública robusta, en el que el mayor reto es cultural, porque estos matrimonios lo que están haciendo es quitarles unas enormes posibilidades a las niñas de educarse”.

Así mismo, la senadora indígena Martha Peralta Epiayú afirmó: “Con esta ley queremos que la educación pedagógica vaya encaminada no solo a las zonas urbanas, sino a las comunidades rurales y étnicas, llegando a sus colegios y escuelas para que nuestras culturas empiecen a entender que hay que proteger primero los derechos de los niños y de las niñas”.

| Nota del editor *

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