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Sueños que impulsan sueños

José Aldemar Ordóñez Romero a la edad de 44 años, es dueño y fundador de La Roca, una empresa de eventos y recreación de la ciudad de Bogotá, que debe su nombre por la admiración y firme creencia en Dios de Ordóñez, a quien considera parte fundamental de su vida y a quien le atribuye todos sus éxitos.

Por: María Alejandra Duque Albornoz

José Aldemar Ordóñez Romero a la edad de 44 años, es dueño y fundador de La Roca, una empresa de eventos y recreación de la ciudad de Bogotá, que debe su nombre por la admiración y firme creencia en Dios de Ordóñez, a quien considera parte fundamental de su vida y a quien le atribuye todos sus éxitos. La empresa lleva 26 años empleando y capacitando a jóvenes que desean desarrollar habilidades en el mundo de la recreación para obtener ingresos con la posibilidad de alternarla con otras actividades de su vida con este trabajo. Todo esto gracias al sueño que Aldemar lleva construyendo desde sus 18 años: quienes mejor lo conocen lo describen como una excelente persona, bondadoso, gran amigo y un buen jefe.

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José Aldemar Ordóñez, 22 años, Hijo: Mi papá me contó que empezó la empresa en un cuarto, en donde vendía los eventos que él mismo hacía, pero cuando se presentaba a trabajar iba como recreador y no como dueño de la empresa, que en ese entonces se llamaba Flintstone; me dice que hasta se cambiaba el nombre para que los clientes creyeran que era un empleado más del señor Aldemar y no el dueño de la empresa, que por entonces era muy pequeña. Decía que el dueño de Flintstone vivía en Argentina y los clientes decían: “Mándale saludos a Don Aldemar”. Luego mi papá conoció a mi mamá en uno de los eventos y la familia se hizo más grande cuando llegué yo, cuando la empresa estaba iniciando y vivíamos en una casa de dos pisos: el primer piso era un garaje en donde quedaban las oficinas, y en el segundo vivíamos nosotros: recuerdo que en ese entonces compramos el primer muñeco para los eventos que fue un Picapiedra.

Cuando yo era chiquito me llevó por primera vez a uno de los eventos: ese día me subí a un inflable y estaba saltando junto a un niño que accidentalmente me pegó y me reventó la nariz. Mi papá me dijo que eso le había dolido mucho y por eso decidió apartarme de temas que tuvieran que ver con su trabajo: él ha sido el tipo de papá que piensa en partirse el lomo para que su familia no pase trabajos y pueda disfrutar. Pienso que por eso mismo, cuando empezó la empresa, él no tenía mucho tiempo para nosotros.

Creo que mi papá es un buen esposo, y como padre es genial: nos ha inculcado la humildad, y me dice que no importa cuantas cosas pueda tener, porque aun así, el mundo da muchas vueltas. Me enseñó que debo hacer las cosas como si fueran para Dios y no para los hombres. Tengo muy presente que nunca me regaña, solo dice las palabras necesarias y con eso me jode. Le he dicho que me gustaría seguir con su legado porque él ha luchado mucho por todo esto.

Raúl Mora, 37 años, trabajador de la empresa Eventos la Roca: Yo lo conocí cuando trabajaba en la empresa vecina. Me causó curiosidad la primera vez que lo vi, pensé que era una persona muy seria, y la gente a mi alrededor me decía que nunca trabajara con él. Después de un tiempo conocí a Juan Sebastián Cuevas que trabajaba con Aldemar, que me recomendó para trabajar con ellos: desde que lo conocí me di cuenta de que es una persona distinta a lo que creía: es una persona bondadosa, siempre está dispuesto a ayudar a quien lo necesite, se preocupa por los problemas que uno tenga y nunca espera nada a cambio.

Cuando llegué a La Roca estaba mal económicamente, pero él fue una de las personas que me abrió las puertas y me dio la confianza necesaria para empezar a dirigir eventos grandes: me ayudó cuando lo necesité. Recuerdo bien un día que me vio achantado y me dijo: “Mijo, lo veo preocupado, cuénteme, ¿Qué tiene?”. Le conté un problema económico por el que estaba pasando y él me dijo: “No se preocupe, yo le voy a prestar”. Ese día me los prestó y cuando pude pagarle solo dijo: “Tranquilo, se los regalo”. Él es como un padre por todo lo que ha hecho por mi vida, me ha ayudado a crecer espiritualmente y como persona. A mí me motiva seguir trabajando con él por su calidad como ser humano; lo conozco hace 5 años y lo considero una persona excepcional: siempre está preguntándome, ¿Cómo estoy? o ¿Qué necesito? No creo tener más palabras para describir a un gran jefe y a una gran persona como Don Alde.

Juan Sebastián Cuevas, 26 años, Amigo y trabajador: Me acuerdo mucho que una vez cuando era nuevo en la empresa, Don Aldemar me pidió el favor de consignar un millón doscientos mil pesos. Me fui para el banco y me estafaron, de esa plata se perdieron cuatrocientos cincuenta mil pesos. Gracias a Dios, cuando hablé con él y le conté la verdad, él me dijo: “Tranquilo, no hay problema, solo respóndame por la plata, pero tranquilo, lo importante es que usted esté bien”. Cuatro meses después de lo sucedido me pidió el mismo favor. Metí esa plata en uno de los bolsillos del pantalón, recuerdo bien que tres casas antes de llegar al banco sonó mi celular y al sacarlo se me cayó la plata. Cuando fui a la empresa a dar la cara y a decir que se me había perdido, en esta ocasión él dudó de mí y yo intenté buscar pruebas para mostrar que no me había robado la plata, pero no sabía cómo hacerlo. Luego él fue hasta mi casa solo para disculparse, para agachar la cabeza y decir que lo perdonara por haberme juzgado: ahí me di cuenta de que es una persona con buen corazón. Desde ese incidente han pasado 4 años durante los que he trabajado en la empresa, y para mí, él hace parte de mi familia.

| Nota del editor *

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