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‘Terreno para la vida’ o ‘Vivir del terreno’: el ejemplo de dos barrios de Bogotá que se hicieron grandes de maneras distintas

En este artículo se aborda el proceso de formación y organización barrial en Bogotá a través de dos casos de estudio: el barrio Potosí y El Edén Sector II para destacar la importancia de que la institucionalidad estatal entienda las lógicas por las cuales la gente apropia un terreno para mitigar el asentamiento informal.

Por: Juan David Cuesta Velásquez

“La institucionalidad, el Estado, debe entender las lógicas por las cuáles la gente apropia un terreno. Desde allí es desde dónde se puede empezar a mitigar el asentamiento informal”, dice María Elena Botero, investigadora de Alianza EFI en la Universidad del Rosario quien desde hace un tiempo indaga sobre las maneras en las que se ha dado la configuración barrial de Bogotá.

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Botero, quien es autora del artículo “Changes in new and old informal urban settlements in Bogota: Logic of need and logic of the market: Two case studies” y sobre el cual nos basaremos para hacer unas cuantas reflexiones, describe el referente histórico del barrio Potosí, ubicado hacia el límite urbano sur de la localidad de Ciudad Bolívar. Según su indagación, la formación de este se dio por las luchas y la organización comunitaria de los primeros ocupantes de los predios donde hoy se encuentra el barrio urbanizado. Esos primeros ocupantes se asentaron en dichos terrenos debido a varios fenómenos y dinámicas de la sociedad colombiana en auge en la década de los 80 como el desplazamiento y el conflicto armado. 

Información sobre Potosí.

Así nació Potosí

Después de algunos años de lucha y disputa con las autoridades de la ciudad consiguió el estatus de barrio logrando la posesión de sus lotes o terrenos para garantizar el derecho a la vivienda. De allí, empezó el desarrollo urbanístico del sector, llevando con el paso del tiempo la cobertura de servicios públicos domiciliarios, servicios sociales y equipamiento de infraestructura vial, transporte, colegios y parques entre otros.  

La organización social de Potosí logró una “urbanización de bajos salarios” que permitió a sus pobladores ir construyendo en sus lotes su patrimonio material para vivir, sus casas. La acción social y las luchas de los habitantes del barrio son también un referente para la reconstrucción, reparación y cohesión social desde lo cultural. El barrio en sí mismo se ha convertido en un eje económico y cultural de la localidad que sirve a sus habitantes y a los de sus barrios vecinos. 

Pero toda esta historia ha tenido otras implicaciones. Las luchas de Potosí han sido replicadas en otras zonas de Bogotá, con sus variaciones. Sin embargo, estas primeras acciones de organización comunitaria repercutieron en las mismas normas que regulan la urbanización y el ordenamiento territorial de la ciudad. Es aquí donde podemos mencionar al barrio El Edén Sector II; también ubicado en la parte alta de la localidad de Ciudad Bolívar. 

Información sobre El Edén.

Así nació El Edén

El barrio es más joven y no nació con las mismas trabas que tuvo el Potosí en su momento. Las tierras cercanas a los márgenes de la ciudad, de propiedad pública o privada, fueron invadidas ilegalmente por sujetos conocidos como los “tierreros”. Esos sujetos se apropiaron de dichas tierras y, en contrarreloj, lotearon los predios y se aprovecharon de la necesidad de vivienda de quienes hoy habitan El Edén Sector II, a ellos les vendieron lotes con falsas promesas de desarrollo local y beneficios a futuro por la posesión de la tierra. 

Pero ahí no termina todo. Como vimos en el caso de Potosí, su asentamiento y posterior formalización como barrio fue una lucha por la necesidad de una vivienda digna, de un patrimonio que pudieran construir sus propietarios para subsanar aquellos suplicios que dejaron el desplazamiento forzoso masivo y el conflicto armado por el cual se vieron obligados a poblar esas tierras. 

En el caso de El Edén Sector II la lógica no es la necesidad. Mas bien, la propiedad y posesión acelerada sobre los terrenos que encontraron los “tierreros” en la normatividad para la formación barrial, los llevó a unos cambios sustanciales en el crecimiento urbano de la ciudad. Asentamientos como El Edén pueden suplir la necesidad de vivienda, pero no es su fin único. Los “tierreros” no buscaron un terreno para la vida sino vivir del terreno del que se apropiaron. Vendieron los lotes de los cuales se adueñaron ya que, una vez hecho el proceso de formalización barrial se valorizó el uso del suelo y, aunque si bien se valorizó solo por el estatus de barrio, no hubo una intención de desarrollo urbanístico en común que atendiera las necesidades de organización social como el cubrimiento de servicios públicos domiciliarios (que es muy precario o casi nulo) ni de servicios sociales ni equipamiento. Una vez vendidos los lotes, los “tierreros” desaparecieron pues saben que su accionar es ilegal. Incluso, en muchos casos, quienes acceden a comprar los lotes al precio que fijan los “tierreros” saben o reconocen este accionar ilegal, pero ante esto priman sus necesidades o intereses personales. 

Otro punto a destacar es que, la ubicación del barrio, permeada por unas dinámicas de periferia y marginalidad socioeconómica también hizo que el uso de estos lotes no haya sido exclusivo para la vivienda, sino para la consolidación de negocios legales e ilegales que se mueven dentro de las mismas necesidades de sus pobladores. 

El meollo del asunto

Retomando a Botero, es importante mencionar un agravante de estas dinámicas de la “mercantilización del terreno”, y es que el crecimiento urbano formal ha sido acelerado, pero el informal lo es más. Estos “tierreros” han sabido aprovechar las debilidades normativas de la organización territorial y del uso de la fuerza al apropiarse ilegalmente de los terrenos que lotearon para seguir extendiendo los límites urbanos de la ciudad ocupando cada vez más nuevas extensiones de áreas forestales, rurales y/o de reserva solo por un beneficio económico para ellos. 

Habiendo explorado entonces la historia y la organización de ambos barrios, ¿Qué se puede concluir? Botero afirma que “con el tiempo han cambiado las dinámicas sociales, culturales, económicas y de urbanización. Los procesos organizacionales y de comunidad son mucho más sólidos en Potosí mientras que en El Edén existe una relación mucho más marcada con otras formas de informalidad”. 

Para la investigadora, gracias a su trabajo, es imperativo que el Estado entienda estas lógicas de la necesidad y del mercado para poder mitigar este fenómeno cada vez más grande a partir de políticas públicas que faciliten o permitan el acceso al suelo a partir de la cooperación comunitaria, llevando un control y veeduría sobre los procesos de crecimiento urbanístico y las dinámicas sociales en las cuales se enmarca la formación de estos nuevos barrios. 

Acá entonces dejamos la ventana abierta para usted como lector: ¿será que es un fenómeno propio de Bogotá o será que pasa de manera similar en otras ciudades?, ¿le interesa al Estado fortalecer las dinámicas sociales de esos sectores normalmente llamados periferias o invasiones? 

El debate es amplio y son muchas las acciones en materia de política pública para mitigar este fenómeno, pero por qué no pensar que El Edén Sector II en algún momento pueda ser un referente de organización comunitaria como Potosí para su localidad; por qué no pensar que la formalización de estos no solo implica que haya unas cuestiones legales sino de dignificación de la vida y de inclusión en las dinámicas de una ciudad que los enmarca en sus límites. 

La ciudad debe crear, fortalecer y mantener distintas estrategias para el desarrollo urbano, pero sobre todo social en el cual, si quepa decir, como frase de administración pública, una “Bogotá Mejor para Todos”. 

Sobre Alianza EFI

Este artículo hace parte del equipo de comunicación y divulgación científica del proyecto ‘Inclusión productiva y social: programas y políticas para la promoción de una economía formal – Alianza EFI’, el cual busca diagnosticar, examinar e intervenir factores y barreras que afectan la inclusión social y productiva de los agentes económicos.

Las instituciones y organizaciones que hacen parte de la Alianza EFI son: Universidad del Rosario, Universidad de Antioquia, Universidad del Valle, Universidad del Quindío, Universidad Autónoma Latinoamericana, Corporación Universitaria Minuto de Dios UNIMINUTO, Universidad de Ibagué, University of Oxford, Universitá Degli Studi Di Milano-Bicocca, Paris School of Economics, University of Pennsylvania, University of Illinois at Chicago, Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Asocajas, Asobancaria, Camacol, Fundación Avina, Fundación Capital y la Asociación de Mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca ASOM.

Para conocer más sobre la Alianza EFI visite la página web: www.alianzaefi.com

| Nota del editor *

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