Por: Daniel Rojas Chía
Guy Ritchie regresa a lo que mejor sabe hacer, contarnos historias de gangsters.
Luego de dirigir una cinta que proponía las peripecias entre un tigre y un genio dentro de una lámpara, producida por el imponente imperio de Disney como lo fue Aladdin, (2019) completamente ajena al género que lo llevó a ser reconocido dentro de la industria del cine en Hollywood, este director ingles regresa al mejor estilo desde su segunda película “Lock, Stock and Two Smoking Barrels (1998).
Su cine, caracterizado por su humor negro y su violencia enmarcada por acentos irlandeses, regresa a su esencia con The Gentlemen, protagonizada por caras conocidas como la de Matthew McConaughey (Interestelar 2004) Charlie Hunnam (Papillon 2017) Colin Farrell (Seven Psychopaths 2012) y el Hugh Grant (Bridget Jones’s Diary 2001).
El ingenio del director se muestra nuevamente a su mejor estilo, embarcándonos en su particular forma y estilo de dirigir con grandes monólogos como eje central en la manera de construir la línea narrativa, añadiendo personajes de a poco, que le suman intensidad e incógnitas que asombran en la pantalla, que exigen al espectador a unir un rompecabezas que termina preparando grandes sorpresas con puntos de giro casi irónicos pero versátiles a la hora de saber qué pueda pasar.
Cabe resaltar el reparto tan bien logrado por parte de Ritchie (que además de dirigir, también escribe y produce) ya que le imprimen toda la estética de necesaria de gangsters profesionales y gangters en formación que siempre tiene en sus películas de este género, inyectándole un humor negro que casi siempre transita en esta contrariedad.
Personajes caricaturescos como el del Coach (Colin Farrell) le dan esa versatilidad a la historia para no perderse en lo que él mismo ya ha construido en su carrera, e imprimirle al mismo tiempo esas características violentamente graciosas, casi perversas. The Gentlemen nos lleva a ser testigos de una disputa entre poderes criminales, y a presenciar cómo unos nuevos jugadores intentan quedarse con el poder en la producción y venta de drogas.
Al conocer anteriores trabajos del ex esposo de Madona, nos damos cuenta que esta cinta es mucho más amable en su lenguaje y no contiene tantas malas palabras como nos tenía acostumbrados. La historia requería que no fuera así, ya que la transformación de Mickey Parsons (Matthew McConaughey) desde el bajo mundo hasta involucrarse con la familia real del Reino Unido, significaba una “socialización” diferente para cubrir los planes de su negocio y creaba una expectativa especial, luego de estar rodeado todo el tiempo de matones y jefes de la mafia.
Señalo este detalle porque nuevamente el ingenio del director se demostró al descontrolar al capo solo en una secuencia que termina no siendo verdad, nunca mostrando descontrol y haciendo de este un recurso de expectativa hacia el personaje, ya que como el mismo Mickey Parsons lo dice: “el rey de la selva”, nunca podría mostrar debilidad. Es así que entre las posibles traiciones y potenciales desenlaces se crea una historia posible que presenta Fletcher (Hugh Grant) un investigador privado codicioso que busca un amplio retiro y como testigo ocular, nos recrea una versión que puede ser cierta o falsa.
Es difícil no develar puntos de giro que no revelen al lector claves que no le permitan disfrutar completamente la cinta, aunque merecen atención personajes claves como la esposa de Mickey Parsons, Rosalind Pearson (Michelle Dockery) gran mujer de negocios, de carácter imponente que hasta en los peores momentos nunca mostró temor ni permitió ser intimidada.
La mano derecha del “capo”, Ray (Charlie Hunnam), haciendo parte de pequeñas historias dentro de la cinta que enredaban aún más la trama y de daban un impulso adicional a los puntos de giro.
Las sutiles críticas hacia los sistemas de prohibición del gobierno inglés hacia la legalización de quienes cultivan marihuana para fines lúdicos o droga medicinal, y un rechazo desde el mensaje de la película hacia la heroína o la aparición del rapero Bugzy Malone, hacen de esta cinta, otra buena y entretenida película de Guy Ritchie que no decepciona en sus casi dos horas de duración.
