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Un enemigo invisible acecha la Escuela Militar

En la capital, los cambios de clima eran bastante drásticos, en especial para el barranquillero; las madrugadas cuando salía a trotar con sus compañeros comenzaron a afectar su salud durante varios días.

Por: Yolima Andrea Cely Roa. 3.er semestre

En la mañana del 15 enero del 2024, Cristopher Blanco Vásquez, de 18 años, llegó de su tierra natal, Barranquilla, Atlántico, para cumplir el sueño de graduarse como oficial del Ejército Nacional en la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova, ubicada en Bogotá, Colombia. En este lugar cadetes de diferentes regiones del país se preparan con disciplina y fervor para su futuro como oficiales del ejército colombiano. Sin embargo, no sabían que un enemigo invisible se gestaba en las aulas y dormitorios de la institución.

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Cristopher Blanco inició sus clases sin novedad alguna como integrante del batallón No 1 y sentía una dicha inexplicable por hacer parte de esta institución. En la capital, los cambios de clima eran bastante drásticos, en especial para el barranquillero; las madrugadas cuando salía a trotar con sus compañeros comenzaron a afectar su salud durante varios días. A principios de febrero, algunos cadetes comenzaron a presentar síntomas de un resfriado común. Fiebre leve, tos y dolor de garganta fueron los primeros indicios de lo que se avecinaba. El personal médico de la Escuela Militar no sospechaba aún la gravedad de la situación.

A medida que avanzaba el tiempo, los casos de enfermedad respiratoria se multiplicaron. La preocupación creció entre los cadetes y sus familias. Las autoridades de la Escuela Militar inmediatamente implementaron medidas de control sanitario, como el uso obligatorio de tapabocas, el lavado correcto de manos y el aislamiento de los cadetes con síntomas. Pero Cristopher presentó una fiebre muy alta y una tos que persistía constantemente, hasta el punto de hacerle visitar el dispensario de la escuela varias veces donde lo monitoreaban seguidamente.

El joven Mesa uno de sus compañeros, nos cuenta que la noche del 2 de febrero: “Blanco persistía con síntomas de gripa bastante altos, nos realizaron la recogida como normalmente lo hacían a las 10:00 pm, pero, en horas de la madrugada del 3 de febrero, se levantó y se dirigió de nuevo a la unidad médica de la escuela”. Un grupo de socorristas militares lo atendieron y generaron un diagnóstico de baja saturación y una temperatura de 38 grados por lo que, posteriormente, se ordenó su traslado al Hospital Militar (HOSMIL) por “sintomatología respiratoria aguda”.

Por más de 12 horas, un grupo de médicos especialistas intentó nivelar su respiración, pero el esfuerzo fue en vano, y a las 10 de la noche del mismo día, tras conocerse el deceso del cadete Christopher Blanco, se alertó a todo el centro de educación militar, ya que otros cinco estudiantes, que presentaban la misma sintomatología, fueron trasladados al Hospital Militar, pero a los pocos días fueron dados de alta.

A raíz de este suceso, un equipo de especialistas se encontraba adelantando el estudio y la investigación, que permitiría determinar la causa de la muerte del cadete. Al tiempo, la Dirección de la Escuela solicitó la intervención del área de Sanidad Militar, mediante especialistas para poder evaluar el estado de salud de los alumnos afectados y los posibles casos de contagio.

Luego del estudio realizado el día 20 de febrero, se presentaron las pruebas de laboratorio donde confirmaron “un brote de influenza AH3N2”, un virus que es altamente contagioso y potencialmente mortal, que habría afectado a la Escuela Militar José María Córdova. Luego de presentar este dictamen, el día 24 de febrero la Escuela Militar se vio obligada a suspender las clases presenciales y a implementar un estricto aislamiento para todos los cadetes de la institución, y se consideró continuar clases de manera virtualidad.

A finales de febrero, gracias a las medidas tomadas y al esfuerzo del personal médico, el brote de influenza AH3N2 comenzó a ser controlado y los casos de contagio disminuyeron. Gradualmente se reanudaron las actividades académicas y la vida en la Escuela Militar volvió a verse con normalidad, aunque con protocolos de bioseguridad más estrictos que los habituales. Así mismo, se realizó una jornada de vacunación masiva contra la influenza AH3N2 para todos los cadetes y personal de la Escuela Militar. El 1 de marzo se reiniciaron las clases de manera presencial para todos los estudiantes cadetes de la Escuela, para intentar seguir con normalidad su vida en la institución.

Un Alférez de la escuela nos cuenta que: “El brote de influenza AH3N2 en la Escuela Militar de Cadetes José María Córdova, dejó una profunda huella en la comunidad educativa, porque a pesar de la tragedia, nosotros como miembros de la Escuela Militar, seguimos adelante con nuestros sueños y aspiraciones. El virus nos arrebató un compañero, pero no nos quitó la fuerza ni la esperanza para seguir luchando por nuestro futuro. Los cadetes que hoy en día nos encontramos en diferentes etapas de nuestra formación militar, hemos aprendido a valorar la vida y la salud como nunca lo habíamos hecho. El brote de influenza AH3N2 nos dejó una lección imborrable, en donde la importancia de la unión y la solidaridad en los momentos más difíciles debe ser aún más fuerte”.

| Nota del editor *

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