Por: Andrés Camargo
Hace casi dos décadas que el coleccionista de fósiles Cesar Perdomo encontró el hueso medio de la pierna de un ave, mientras arreglaba una valla en su rancho en Colombia. El fósil que data de hace unos 12 millones de años, conocido como Tibiotarso, perteneció a una criatura extinta de la familia Phorusrhacidae, compuesta en su mayoría por aves carnívoras gigantes incapaces de volar, conocidas comúnmente como “aves del terror.”
Estos depredadores podían ser del tamaño de un perro o crecer hasta alcanzar una altura de 2.5 metros. Ahora, una investigación reciente publicada en el medio Papers in Paleontology, la cual revisó a detalle y realizó estudios en este fósil, sugiere que este ejemplar pudo pertenecer a una especie anteriormente desconocida y haber crecido entre 5% a un 20% más que otro tipo de aves del terror.
“Hablamos de una especie que era más grande que 2.5 metros y pesaba más de 150 kilogramos”, explica Federico Degrange, un paleontólogo del Consejo Nacional De Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET por sus siglas) en una entrevista reciente.
El fósil fue encontrado en una región conocida como La Venta, un yacimiento de fósiles que hace parte del desierto de la Tatacoa, en Colombia. Anteriormente se pensaba que La Venta era un sistema tropical, pero este estudio sugiere que pudo haber sido una mezcla de arbustos, matorrales y bosques durante el periodo del Mioceno, debido a que las aves del terror preferían terrenos abiertos para cazar.
Para Siobhan Cooke, una paleontóloga de la Universidad Johns Hopkins y coautora del estudio, el fósil confirma que las aves del terror fueron una parte del paisaje de lo que hoy es Colombia, no simplemente algo “transitorio”, según explica en una reciente entrevista con The New York Times. El hallazgo demuestra que otras aves del terror encontradas en zonas como Texas y Florida no fueron “aves de la Patagonia que decidieron caminar 5,000 millas al norte”.
“Es un tipo diferente de ecosistema a lo que vemos hoy o en otras partes del mundo durante un periodo anterior a que sur y norte América estuviesen conectados”, concluye Cooke.
La investigación sugiere que esta especie fue una parte importante de la vida salvaje y el ciclo depredador de la cadena alimenticia en la región, aun mas importante; el fósil ayuda a los investigadores a entender mucho mejor qué animales caminaron por la tierra hace millones de años, pues esta zona que hoy es un desierto, según los investigadores, pudo haber sido un ecosistema lleno de ríos serpenteantes, primates, mamíferos con pezuñas y familiares de los armadillos. Hoy en día, el Cariama Cristata se cree puede ser un descendiente del Phorusrhacid.
Este estudio fue realizado con la colaboración de: Universidad de los Andes, Universidad Nacional de Colombia, Universidad del Valle, Universidad Santiago de Cali en Colombia, y Universidad Nacional mayor de San Marcos, en Perú.
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