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“Una promesa cumplida”

A Fabián le tocó una niñez muy dura porque fue testigo de la muerte de Daniel, su hermano menor, que padecía de cáncer en la sangre y no tenía cura, con quien compartía el mismo sueño de su padre, ser ciclista de alto rendimiento, sueño que su enfermedad le impedía.

Por: Ingrid Valentina Pulido Gómez

Fabián Munar nació y se crio en el occidente de Bogotá.  Fue el Hijo del zapatero que proyectó en él su sueño ciclístico. Es conocido como “El Chiquito”, un deportista curioso, inquieto y terco, que en 2015 alcanzó el liderato y la victoria en dos etapas de la Vuelta a España, en 2016 sorprendió al mundo ciclístico cuando alcanzó el segundo lugar en el Giro de Italia y cuando se echó al bolsillo al pueblo colombiano.  Le tocó una niñez muy dura porque fue testigo de la muerte de Daniel, su hermano menor, que padecía de cáncer en la sangre y no tenía cura, con quien compartía el mismo sueño de su padre, ser ciclista de alto rendimiento, sueño que su enfermedad le impedía. A los 7 años Daniel murió, y Fabián le prometió que le cumpliría el sueño de ser un ciclista profesional. Al pasar los años Fabián se convirtió en aquello que su hermano anhelaba, con sacrificio y esfuerzo, porque su familia era de escasos recursos. Hoy es un ciclista reconocido y líder de un colectivo llamado Súbase a la Bici, que sigue viviendo en el mismo lugar de siempre, honrando la memoria de su hermano.

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Ingrid Pulido (I.P): ¿Quién le puso el apodo del ‘Chiquito’?

Fabian Munar (F.M): En 2009, desde que entré al equipo Colombia es Pasión, los muchachos empezaron a decirme así.

I.P: Usted es un hombre menudo, de 55 kilos, de 1,64 de estatura y, con todo el respeto, sin mucha pinta atlética… Incluso, dicen sus papás, casi no llega a este mundo por minúsculo…

F.M: Llegué al mundo chiquito, pálido y feo. Y se complicó la vaina. Me tocó oxígeno, incubadora y toda esa vaina. Pálido y casi muerto…

I.P: ¿A partir de cuándo recuerda haber montado en bici?

F.M: Haciendo bicicrós, en el Parque el Salitre. Mi papá siempre fue aficionado al ciclismo, y luego de la muerte de mi hermano se aficionó más. Luego de ir algunas veces, y de hacer algunos saltos, un día me caí y me golpeé fuerte la cara. Mi papá fue a la mitad de la pista y, en vez de ayudarme, me dijo: “Levántese, usted puede, sea berraco”. Entonces yo le dije: “Si usted quiere un campeón, monte usted”. “Acuérdese de su hermano”, y dije: pero él no quería bicicrós, él quería de ruta, y no volví.

I.P: ¿Ha sido consciente que usted es la proyección de su papá, un zapatero que, por falta de recursos, no tuvo las posibilidades de meterse en serio en el ciclismo?

F.M: Eso tiene que ver con la educación que él tuvo de mi abuelo, que le decía: “¿Usted por qué va a montar en bicicleta? Usted tiene que ser zapatero como yo. Usted tiene que trabajar”. Él cambió todo porque nació soñador y dijo: “Quiero que mis hijos tengan la oportunidad que yo no tuve”. Siempre ha estado detrás, en la moto, con las ruedas, las caramañolas y la comida; es más, todavía lo hace cuando entreno en Bogotá, yo le digo: “Consigamos a alguien para que haga ese trabajo, papá”, pero no deja.

I.P: ¿Su mamá también ha compartido el sueño?

F.M: El papá manda, pero para el mercado. Claro que mi mamá también ha sido un apoyo increíble, porque aceptar que un man le diga que va a dejar de trabajar por irse con los hijos a una vuelta en otra ciudad, también es difícil.

I.P: ¿Cuál fue el primer logro ciclístico relevante que usted tuvo?

F.M: Tenía 16 años, quedé segundo en la contrarreloj de la categoría 15 y 16 años en el campeonato a mejor ciclista en mí barrio.

I.P: ¿Cuál fue el ciclista que más causó impresión en su  vida?


F.M: (Philippe) Gilbert!!! La verdad fue increíble como salvó su temporada 2012. Tuvo que aguantar presión y críticas, aunque terminó demostrando que la gente estaba equivocada: físicamente también es impresionante.

I.P: ¿Que ha logrado montando bicicleta?

F.M: Medallas, trofeos, dinero, fama y reconocimiento. Logré revivir en mis padres la ilusión que perdieron el día cuando mi hermanito murió, eso es más confortable que mil medallas y que todos los trofeos del mundo: el día cuando volví a ver a mis padres riendo, supe que había hecho las cosas bien y eso fue todo para mí.

I.P: Usted ha sido hincha del ciclismo desde niño. Ahora usted es el que sale en las revistas de ciclismo. ¿Cómo se siente con eso?

F.M: Mi papá compraba ejemplares de la revista española Ciclismo a Fondo. Entonces yo, siendo un niño, junto con mi hermanito, recortábamos las figuras de Armstrong, Contador, Nibali, Valverde y de todos los duros. Y, ¡cómo es la vida! años después de la muerte de mi hermanito, ahí mismo salió un afiche de mí. Yo me siento muy satisfecho de competir al lado de los grandes, es bastante satisfactorio: así flaquito y mocoso lo pude lograr, y más satisfactorio es haberles cumplido a mi hermanito y a mi padre el sueño ciclístico que tenían.

I.P: ¿Cómo fue la muerte de su hermano?

F.M: La muerte de mi hermano fue muy dolorosa para mí: yo estuve presente cuando dio su último suspiro. Cuando los doctores nos dijeron que le quedaba poco tiempo, no imaginé que fuera tan poco. La relación que tenía con él era muy buena: era mi niño pequeño, lo amaba demasiado, era mi motivación y mi inspiración. Al no tenerlo siento que quedé sin nada, y aun con todo lo que he logrado, sigo sintiendo que no he ganado nada, al contrario, me hace más falta.

I.P: Después de la muerte de su hermano, ¿Cómo logró salir de esa depresión?

F.M: Lo único que me sacó de esa depresión fue una foto de mi hermanito, que atrás tenía un mensaje que decía: hermano, tú puedes con todo; cuando la vi recordé la promesa que le hice y me prometí lograrlo. Mi hermanito era mi media vida, mi otra media vida son mis padres y el ciclismo, a él y a mi papá les agradezco lo que soy ahora: si no les hubiera prometido ser un ciclista, no sé qué sería de mí. Mis triunfos y logros primeramente para Dios, mi hermano y mis padres.

| Nota del editor *

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